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A pesar de todo Chan no se sentía nervioso.

Podía notar el andar preocupado de Jisung mientras se movía de un lado a otro de la tienda. Sus manos parecían no poder quedarse quietas, aún si se esforzaba en mantener un rostro sereno y solo fingir que acariciaba distraídamente las narices de los cachorritos.

Chan lo miraba desde su asiento en el mostrador, notando cada detalle de su lenguaje corporal. Ambos esperaban pacientemente a que la señora Han regresara de su trabajo en el hospital veterinario, y, si bien Chan sabía que la conversación que les esperaba probablemente no fuera la más placentera del mundo, no tenía la más mínima preocupación.

Jisung era su omega, ya se había enlazado con él y lo había reclamado de todas las formas posibles, honestamente, había poco que su madre pudiera hacer al respecto a estas alturas. Aún así entendía la situación de Jisung, entendía que su madre era su única familia en esos momentos y estaba dispuesto a respetar eso, no quería que el menor sufriera de ninguna manera posible. Por lo tanto, daría su mejor esfuerzo porque todo saliera bien.

Eso era lo correcto.

Aunque tenía que admitir que había un pequeño detalle que le incomodaba un poco.

—Sung...— lo llamó con voz suave, haciendo que el humano dejara de mirar a la nada y se volviera hacia él.

—Dime, hyung.

—¿Piensas decirle?— Chan mantuvo sus vista fija en el suelo, solo sujetando su rostro con una mano mientras permanecía recostado sobre el mostrador, como tantas veces había hecho antes de que las cosas tomaran un nuevo rumbo entre los dos.

—¿D-decirle que?— Jisung se giró por completo, dudando se acercarse o no.

—Que soy un híbrido.— contestó sin dudar.

Jisung apretó sus labios y tragó en seco. La idea ni siquiera le había pasado por la mente, pero ahora que Chan se lo decía, no podía evitar pensar al respecto. Tal vez el mayor quería que se sincerase por completo y eso, francamente, le daba miedo. Una cosa era decirle a su madre que estaba dispuesto a tener una relación estable y duradera con Chan y otra muy distinta era decirle que se había enlazado con una persona que era mitad humano y mitad león.

Su madre los mataría con un sartén.

—Eh... no sé. No creo que se lo vaya a tomar muy bien...— titubeó.— ...yo solo quiero que te acepte y que no haya problemas. Quiero estar contigo y ser feliz, estando tranquilos.

—Entonces no le digas.— Chan le restó importancia al asunto.

—¿Estás seguro?

—Si quieres, puedes decirle más adelante, o no decirle nunca. No es como si se fuera a enterar por algún descuido.

—¿A qué te refieres?

—A que soy bastante bueno guardando mis propios secretos.

—Oh...— Jisung no supo que alegar a eso. Si Chan estaba de acuerdo, entonces no le diría, aún si se sentía un poco mal al respecto. No necesitaba darle más vueltas de las necesarias al asunto.

Entre los dos se creó un silencio algo cargado. O, al menos, así lo sintió Jisung, Chan solo seguía tirado perezosamente sobre el mostrador, dejando que el sol de la media tarde calentara su cuerpo e hiciera que sus rubios cabellos brillaran un poco en la claridad.

Al menor le molestó un poco esa inseguridad que lo invadía, tan contraria a la actitud despreocupada del alfa. Sabía que defendería lo suyo con Chan, estaba dispuesto a hacerlo. Ese hermoso híbrido perezoso y malhumorado era todo lo que quería en su vida. De eso estaba seguro.

*.✧ No se admiten mascotas!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora