Capítulo 2

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Aquella tarde de Febrero volvía de camino al nuevo apartamento, donde me esperaba Harry. Gemma había recibido una llamada de una amiga por lo cual, había marchado rápidamente. A su vez, se había ofrecido a acompañarme pero, yo me había negado. Recordaba como volver al edificio donde Harry había comprado aquel piso. El cielo se había nublado y comenzaba a nevar, observé a mi alrededor. Mi mirada se fijó en una chica quien se parecía a Zoe, mi vieja "amiga", la chica cruzó la calle sacando un paraguas de color rosa y abriéndolo para evitar que la nieve mojase su cabellera rubia.

Observé una figura en la lejanía que se acercaba a mí, incluso en un día de niebla reconocería aquel cabello rizado y esa sonrisa que se reflejaba en su rostro al verme.

-¡Gemma me ha llamado y he decidido venir a por ti! -Exclamó en la lejanía. Cuando me acerqué, cogió mi barbilla y me besó-. Te he echado de menos -Murmuró, cogiendo mi mano y comenzando a caminar por la calle hacia nuestro destino.

-¿Dónde has ido? -Pregunté, pues solamente había dejado una nota.

-Los chicos han llegado, y fui a buscarles al aeropuerto.

Asentí indiferentemente. Sentía muchísima tranquilidad desde que me había mudado a Nueva York, ya no temía que Christian o Luke me acechasen y no temía salir a la calle.

-¿Tienen sitio donde dormir? -Pregunté con curiosidad. No me importaba si tenían que quedarse con nosotros un par de noches, el lugar era lo suficientemente amplio.

-Sí, una casa en las afueras de Manhattan -Sonrió. Parecía contento de tener de vuelta a sus amigos con él, sin duda eran grandes chicos-. Era una vieja casa victoriana, la reformaron antes de ponerla a la venta y ellos la compraron.

-¿Y podrán vivir allí?

Harry se encogió de hombros.

-Supongo, la verdad no tengo ni idea -Comentó-. Nunca antes han vivido juntos, eso es cierto. Pero, supongo que se tolerarán y sobrevivirán -Bromeó-. La casa es grande, tienen espacio para tener su privacidad.

-Pero no es lo mismo convivir -Añadí.

-Si se cansan, tienen dinero suficiente como para pagarse un piso -Explicó Harry-. Ya sabes a que dinero me refiero.

-Claro que sí, pequeño criminal -Murmuré en su oído mientras soltaba mi mano y pasaba su brazo por mis hombros-. El mismo dinero con el que compras todo lo que tenemos ahora mismo.

-Exacto.

-¿Cómo se lo hizo Niall para transferir todo esa fortuna al banco?

-Tiene el don de palabra, además, si vistes a Niall en traje, parece un hombre de negocios importante.

Sonreí al imaginarme al rubio trajeado entrando a una oficina diciendo que tenía que guardar millones de dolares en un banco.

-Entonces se le haría fácil -Comenté.

-¿Te apetece ir a algún lugar en concreto?

-No, simplemente, he estado durante todo el día con tu hermana paseando por aquí. Estoy un poco cansada.

Las calles de Nueva York me resultaban un lugar frío, a pesar del bullicio permanente que las cubría. Cada mirada que cruzaba con un extraño parecía ser una historia diferente, una vida aparte, la cual a partir de una mirada, era imposible descifrar que había detrás. Sentía el viento helado chocar contra mi rostro provocándome escalofríos. Pero a la vez, el calor proveniente de la mano de Harry, quien caminaba a mi lado.

Observaba todos y cada uno de los escaparates de las tiendas, con mis pensamientos sumergidos en qué podría comprar para el nuevo apartamento con Harry y qué nos faltaba para completar nuestro pequeño hogar.

Ambos, nos quedamos observando una cafetería, la cual tenía un nombre francés, parecía un lugar agradable y a pesar de encontrarse en pleno corazón de la ciudad, el precio no era excesivo. En aquel momento, me venía de gusto entrar a beber alguna taza de café caliente, pues hacía un día helado en Nueva York.

-Me apetece un café -Comenté, lanzándole una dulce mirada a Harry, quien asintió y abrió la puerta del pequeño local, soltando mi mano para dejarme entrar.

Una oleada de calor invadió todos mis sentidos, haciendo que tanto mis mejillas como las de Harry se sonrojasen. Ambos pedimos un café con leche, pues era lo que nos venía de gusto en aquel momento.

-Niall me ha hablado de Christian -Dijo Harry de repente, haciendo que mi corazón se acelerase repentinamente-. Al parecer, nos está buscando como un loco, pero no tiene ni idea de donde nos encontramos.

-¿De verdad? -Pregunté incrédula, nos había salido una buena jugada aquella mudanza. Harry asintió-. Pensaba que Nueva York resultaría ser un destino obvio y quizá el primero en su lista de búsqueda. Descubrió que esta ciudad era nuestra destinación, pero no se ha molestado en buscar.

-Estamos en una ciudad de millones de personas, Valerie. Es casi imposible encontrarnos -Murmuró con la intención de tranquilizarme. Él sabía que en el fondo, aunque no lo diese a relucir, estaba nerviosa-. Casi imposible.

Aquella repetición de palabras por parte de Harry aumentaron mi incertidumbre.

-No pareces muy convencido -Intervine.

-Y no lo estoy -Confesó. A pesar de parecer muy seguro de él mismo, sus ojos demostraban lo contrario. Además, tenía la sensación de que escondía algo.

-Harry, habla, por favor. Sé que sabes algo que no me has contado.

-No creo que sea buena idea -Masculló, abrí los ojos mientras tomaba mi taza de café.

-Por favor -Le pedí.

-Está bien -Suspiró-. Pero no te asustes, todo está controlado.

-Depende de lo que sea, no te prometo nada...

-Christian está en la ciudad -Mi corazón se aceleró, las palabras de Harry resonaban en mi cabeza repetidamente, no podía ser, no podía estar sucediendo.

Observé a mi alrededor con desesperación, no podía suceder. Tenía la sensación de que alguien me observaba, que fuese donde fuese, él me perseguiría, que no estaría nunca a salvo.

-Harry... Quiero volver a casa, por favor, vayámonos.

Él me miró sin decir ninguna palabra. Se limitó a asentir, Harry sabía perfectamente cómo me sentía en referencia a Christian y cómo no quería volver a verle jamás.

-Está bien. Voy a pagar, espérame fuera, en un momento salgo.

Salí fuera del local, abrazándome a mi misma, hacía mucho frío. Un grupo de niños pasaban por la calle, la cual cada vez caminaba menos gente, pues la nieve se comenzaba a acumular en la acera. Sin embargo, los coches seguían circulando, nada los pararía.

Harry salió del local y tomó mi mano de nuevo, comenzamos a caminar hacia nuestro apartamento.

-No sabía si decírtelo -Comentó-. Pero mentirte no sería lo correcto. Aunque tampoco quiero que sufras. No tiene porqué encontrarnos.

-Pero ¿y si lo hace?

-No dejaré que te suceda nada y lo sabes -Murmuró Harry, abrazándome.

Llegamos a nuestra calle, y había un coche negro delante del portal de nuestro edificio: un viejo porsche.

No le presté atención alguna, aunque noté que alguien me observaba dentro del coche. Giré la vista para encontrarme con unos marrones y fieros ojos posados en mí. Vi sangre en el suelo, y de repente no pude decir nada. Harry no se dio cuenta y de pronto, se desplomó. Observé la calle, no había nadie más, nadie a quien pedir ayuda. Sentía que me ahogaba.

De pronto, la puerta del porsche negro se abrió dejando salir a Christian. Me apuntó con la pistola, mientras notaba que las lágrimas caían por mi mejilla. No podía todo acabar así, debía de ser mentira.

-Deberíamos celebrar nuestro reencuentro ¿no crees? -Su voz sonaba pausada, profunda y terrorífica. Sentí cómo me congelaba-. Con el color de la sangre, el rojo intenso de las rosas mezclado con la nieve.


La Mafia #2 (Harry Styles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora