Capítulo 4

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Me giré dispuesta a salir de aquel grupo de gente, no quería estar allí y mucho menos que Christian supiese que me encontraba allí. Escuché la risa de Christian, algo que me provocó un escalofrío. Estar ahí era como una pesadilla. Una pesadilla de la cual querría despertar inmediatamente.

-Harry, vayámonos -Pedí al chico, quien me miró y asintió comenzando a caminar lejos de aquel bulto de gente.

Mis pulsaciones se comenzaron a calmar una vez estuvimos unas calles más abajo de aquel lugar, qué mala idea había sido salir hoy. Pero, tampoco podía vivir con miedo ¿cierto? Seguramente sería un simple viaje de negocios y pronto, se marcharía de vuelta a Londres. O eso quería pensar.

-¿Estás bien? -Preguntó, quien parecía preocupado.

-¿Te soy sincera? No.

Harry suspiró.

-Verás, es como si mi sueño se hiciese realidad. Tengo un mal presentimiento -Expliqué-. Temo que se quede en Nueva York, que me encuentre, no quiero separarme de ti, Harry.

-¿Quien dice que nos vamos a separar?

-Nadie pero, si Christian me ve, ¿que crees que hará? Matará a uno de los dos, y eso está claro.

-No lo hará -Contestó Harry firmemente-. Antes lo mataré yo a él, no te preocupes por eso -Me guiñó un ojo y no pude evitar mostrar una tímida sonrisa. La confianza era buena, supongo. Pero él tenía un exceso de confianza. Estaba claro que se consideraba el mejor criminal de todos los tiempos, aunque no hubiese echo nada en los últimos meses. Su ego era único.

Aún así, estaba convencida de que Harry no era un criminal. Para mi no lo era. Él era una buena persona, aunque no pasado no lo indicase. Sabía que encontrarse conmigo en la vida, le había cambiado a mejor. Y me alegraba por ello.

-Nada puede interponerse entre tu y yo -Pasó un brazo por mis hombros y me acercó más a él. Me encantaba cuando decía cosas románticas. Cuando llegamos a Nueva York, todo cambió entre nosotros. Harry se volvió mucho más cercano y pudimos comenzar a salir como una pareja normal, cosa que no era posible en Londres-. Una cosa más, ya me informaré sobre qué estaba haciendo Christian aquí.

-Probablemente salga en la prensa -Supuse y él asintió.

-Puede ser -Harry me miró a los ojos durante un par de segundos y luego apartó la vista-. Pero no hablemos de él, para mí, ya ha salido de nuestras vidas. Y solamente me quiero centrar en una cosa, en hacerte feliz.

Sonreí ante aquellas palabras, no sabía qué decir.

-Te has quedado patidifusa, ¿eh? -Rio Harry y yo le acompañé en ese acto-. Si me lo propongo puedo llegar a decir cosas bonitas y profundas.

-De verdad que sí, me gusta cuando dices ese tipo de cosas.

-¿Sí? -Harry paró en un calle donde no había mucha gente y me abrazó-. Tendré que hacerlo más a menudo -A continuación, besó la comisura de mis labios. Me encantaba aquella sensación. Sentía un leve cosquilleo en el estómago, como si de mariposas se trataran.

Su mano, entrelazada con la mía, la sostenía con fuerza como si no quisiese dejarme ir. Tenía la sensación de que, sucediese lo que sucediese, él iba a estar a mi lado.


Una vez hubimos llegado a nuestro apartamento, me quité la chaqueta y me dirigí a la cocina, pues tenía hambre. El reloj marcaba la una y media del mediodía. Pensé que iba siendo hora de cocinar algo, abrí el armario situado encima de la encimera. Vi una bolsa llena de espirales de pasta de colores, la cogí dejándola fuera del armario.

-¡Valerie! -Canturreó Harry entrando a la cocina, abrazó mi cintura-. ¿Qué quieres de comer? -Observó la bolsa de pasta-. ¿Espirales?

-Sí, me apetecen bastante -Me limité a contestar.

-Pues ves a ducharte o darte un baño, ya cocino yo -Comentó-. Relájate y olvídate de quien hemos visto hoy.

-Pero no me lo recuerdes más, idiota -Harry sacó la lengua a modo de burla, mientras cogía una olla para comenzar a cocinar.


Me había relajado mucho, Harry tenía razón, lo mejor para olvidarte de algo era darte un baño y pensar en otras cosas que no tuviesen relación alguna. Me vestí con unos leggins negros y una camiseta blanca, y salí de la habitación con la intención de ir a comer. Me paré tras la puerta cuando escuché que Harry estaba hablando por teléfono:

-No, Niall -Dijo seriamente-. Cuando volváis pienso matar a Christian de una vez por todas -Hubo un silencio, que duró poco tiempo-. Estoy hasta los cojones, se está entrometiendo en mi relación, si no fuese por él, hoy hubiese mantenido una romántica velada con mi novia. Pero claro, él siempre tiene que aparecer.

Suspiré, en eso tenía razón. Iba a ser un día perfecto, los dos juntos hasta que hemos visto a Christian...

-Lo tiraré desde lo alto del Empire State -Exclamó Harry, sonreí ante aquella tontería. Las conversaciones con Niall podían comenzar totalmente serias y acabar hablando sobre algún extraño tema sin pies ni cabeza-. Ya te diré que decido hacer, no te preocupes.

Harry dejó de hablar. Cuando pasaron unos segundos, decidí entrar a la cocina. Sonreí a Harry quien me miraba fijamente mientras colocaba los platos de espirales con tomate.

-Cariño, de postre hay plátano -Dijo, rodé los ojos. Había utilizado esa misma frase unas treinta veces durante el último mes. Sí, una por día. Preferí no contestar a esa "afirmación" pues conociendo a Harry, sabía qué iba a suceder después.

Sin embargo, dejando de lado esa tonta frase, no me gustaba la idea de que Harry quisiese volver a idear planes para matar. No me gustaba ese trabajo que él tenía.

Ojalá dejase de hacerlo.

-¿Hablabas con alguien por teléfono? Me ha parecido escucharte -Pregunté con curiosidad, si él planeaba algo, y no quería que me enterase, me mentiría. Él sabía que opinaba sobre sus planes y sus trabajos de mafioso.

-Sí, Niall ha llamado para que le fuese a buscar mañana al aeropuerto -Obviamente, me mintió. Los chicos vendrían mañana, pero Niall no había llamado para eso. Sabía lo que Harry pretendía con aquello, no quería que me preocupase por él.

Según él, era el mejor criminal del mundo, a pesar de estar inactivo durante meses. Parecía que el mundo se había olvidado de él, para ser exactos.

Yo, no comprendía para qué necesitaba trabajar más, había dinero suficiente como para vivir y hacer rica a una familia más. Sin embargo, conocía a Harry y sabía que él amaba lo que hacía. Aunque eso significase meterse en líos y sonreír satisfecho cada vez que su nombre saliese en el titular del telediario.

-¿A qué hora vuelven?

-Por la mañana, bastante pronto, supongo que a las nueve habré vuelto.

-Me parece bien -Contesté.


Una vez hubimos acabado de comer Harry abrazó mi cintura.

-Necesito el postre -Insistió de nuevo.

-¿No me vas a dejar hacer la digestión?

-¿Me ves cara de querer esperar?

-No, la verdad es que no.

Sonreí girándome para atrapar sus dulces labios rosados.


La Mafia #2 (Harry Styles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora