El pasillo está en completo silencio, a excepción del click de los cerrojos de mi puerta cuando quito el seguro. Me cuesta un poco, mis manos me tiemblan. Ignoro la sensación de la mirada cautelosa de Damian detrás mío, analizando cada movimiento, y abro la puerta, revelando mi apartamento.
Entro despacio, pies descalzos sobre el piso de madera. Escucho los pasos de Damian atrás mío. Su mano ensangrentada carga mis tacones, la misma mano con la que golpeó a aquel hombre que me pegó. Aún no puedo creer que eso pasó, o lo que esto está pasando ahora. Pero él está aquí. Es real.
Damian nota mi mirada, sus ojos verdes mirándome con cautela.
— Hay que limpiarte esa mano, — digo, mi vos rasposa después de tanto silencio. Desde que me subí en su carro, ninguno ha dicho ni una palabra. Supongo que ninguno se atrevió.— Voy por mi kit de emergencia. Hay cerveza en el refri... creo. Aofie la dejó hace tiempo. Sírvete si quieres.
Supongo que el asiente, pero no espero su respuesta antes de encaminarme al baño. El kit de emergencias está guardado en un gabinete detrás del espejo. Es una de las únicas cosas que compré cuando llegue aquí. Es bastante pequeño, adecuado para tratar raspones y heridas superficiales. No es que me vaya a servir de algo si me apuñalan o algo así, pero tenerlo me hace sentir más segura. Lo agarro, evitando mi reflejo como de costumbre y vuelvo a la sala. Damian está sentado en el sillón donde normalmente duermo.
Me siento a su lado, guardando una distancia precavida. Me ofrece la bolsa de verduras congeladas que tenia en su mano. Bolsa que antes estaba en mi congelador, antes de que llegara al apartamento. Nunca pensé en botarla. No sentía que era mi lugar. Como si no viviera aquí de verdad.
Damian me la ofrece. Frunzo el ceño, confundida.
— Para tu cara, — explica — Tu mejilla.
— Oh... — cierto. Aunque recuerdo bien el golpe, no había conectado que se volvería morado. Me revuelca una ola de vergüenza, y aunque sé que no debería, no puedo evitar compararnos. Damian parece como si se hubiese escapado de una gala, con su pantalón de traje y camisa de vestir negra. Aún con su mano destrozada, es una de las personas más elegante que conozco, después de su padre. Luego estoy yo, con mis pies sucios, rimel corrido, cabello desordenado, y una mejilla morada. — Gracias.
Siento alivio cuando pongo la bolsa en mi mejilla, como si no me hubiese percatado del dolor hasta ese momento. Noto la mirada cautelosa de Damian.
— ¿Que?
Damian se queda mirándome unos segundos mas, luego niega con la cabeza y aparta la mirada.
— Nada. — dijo, frunciendo el ceño— Esto es raro.
Completamente, pienso, aunque creo que surrealista sería una mejor palabra. Damian está en Irlanda, en mi apartamento. La última vez que lo vi fue hace una eternidad, en la Atalaya, cuando yo creía que tenía la responsabilidad de salvar el mundo. Cuando estaba lista para morir y creía que podía salvar a Finn. Parece que han pasado décadas desde entonces. La persona que era en ese momento se siente tan distante... es imposible creer que somos la misma.
— Damian, — lo llamó, — ¿Que estás haciendo aquí?
El suspira lentamente, como si estuviese esperando por esa pregunta.
— Honestamente no lo sé, — entonces me mira, sus ojos pesados con decepción que me estruja el corazón. — No tengo idea de que hago aquí.
No se que esperaba de su respuesta, pero definitivamente no era eso. De todas las personas, si alguien entendía por que estoy aquí, porque me fui, creí que sería Damian. Supongo que me equivoqué. Tal vez Damian de hace dos años me hubiera entendido. Pero el ya no tiene 16 años y yo ya no tengo 15.
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Stronger | Damian Wayne
FanfictionDos vidas. Un destino. Una ardua búsqueda por redención y un amor tan genuino que pasó desapercibido por todos. "Una vida larga no significa nada si no eres feliz, pero más importante, si no cumples tu destino. Solo serías un desperdicio de oxigeno...