Capitulo 38.

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Alissa.

Ha sido la mejor tarde en mucho tiempo, por primera vez en mucho tiempo me he sentido bien y completa conmigo misma. Extrañaba estar en este lugar, extrañaba recordar a mamá y a papá, cuando veníamos y nos divertíamos.

Los niños que corrían por las calles se han desvanecido, y ahora sólo hay un gran hombre que ha dejado la empresa familiar en los cielos y... nada más que una pequeña niña que solo logra levantar miradas cuando hace algo mal.

Se que no debería sentirme así, puesto que soy muy joven, pero a veces quisiera ser más que "la hermana del magnate" o ahora peor, "la cuñada de la grandiosa Leyna Heim" y no es que no me guste que me asocien con ella, ella es un amor. Como sea, nunca soy Alissa Russo, solo soy el algo de alguien.

Camino por los callejones de la ciudad con mis manos ocupadas por las bolsas de ropa y comida que llevo. Hace días Dominik no pasa una noche en la casa que tenemos aquí y contrario a sentirme sola, me siento cómoda. Siempre me ha gustado esa independencia.

También me alegro de que las cosas estén bien entre Leyna y Dominik, él merece ser feliz y ella parece ser buena.

Otra cosa que no deja mi mente, es el vacío en mi pecho con el que desperté esta mañana, como si sintiera que algo malo va a pasar. Es ahora, cuando los pasos que he sentido tras de mi no se detienen, sino que se intensifican, casi como si hubieran más personas.

Acelero mi paso y es ahí justo cuando siento que todo esta perdido, ellos me siguen con aún más velocidad.

Intento escabullirme por los callejones, hasta que tomo la peor decisión que pude.

Este no tiene salida.

Maldigo en mi mente una y otra vez, mientras me volteo y los encaro, en su sonrisa se nota que esto no es una coincidencia. Que de esto alguien va a salir con los pies por delante, y tanto ellos como yo sabemos quien será.

Nunca he sido una persona creyente, pero en estos momentos es en los que entiendes por qué muchas personas se cubren bajo el manto de algún ser inexistente que puede hacer lo que quiera, cuando quiera. Y aunque el miedo no me nubla la razón, igual deseo que pudiera hacerlo porque siento que en estos momentos ni algo místico puede salvarme.

Se acercan peligrosamente a mi y me acorralan, como si fuera un pequeño conejo que ha sido atrapado por tres lobos que no han comido en días.

-¿Vas a ver si tu cuñada viene por ti?- ¿Por qué me dicen eso?- ya sabes, no le hará mal llevarse un cuerpo más encima.- dice el que está a mi derecha.

-Ya sabes, todos esos padres, hijos, niños, hasta mujeres embarazadas, todos esos cuerpos tiene encima.- se rien los tres.

-La zorra que esta con tu hermano es una maldita enferma, le encanta ver correr la sangre sin importar de quien sea.- dice la chica.

-Eso, no...- no me dejan terminar de hablar.

-Mandale un saludo a esa enferma, sabrá quien soy.

Uno de ellos hace un movimiento brusco y se descubre in poco de su cara, dejandome ver que es una mujer con el cabello chocolate. Esta distracción me deja expuesta a los otros dos tipos, uno de ellos me agarra por el cuello y el otro aprovecha que quedó expuesta y choca su puño contra mi estómago sacándome el aire.

Caigo al piso para sostener mi estómago con mis manos y es ahí cuando me encajan una patada en la espalda, dejardome aturdida.

Después de eso solo siento los golpes, solo esta el dolor en todo mi cuerpo, que cada vez me nubla más la consciencia. Tanto que ya ni siquiera noto en donde caen, solo siento el dolor que me invade.

Mister Russo. [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora