Capitulo 37.

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Siento un peso sobre mi que no me deja existir.

Y no hablo de mierdas espirituales ni nada de eso, literalmente tengo un peso que no me permite seguir existiendo como debería ser humanamente lo correcto.

Intento moverme, pero la presión me lo impide.

Es ahí cuando por fin abro los ojos y me percato de que la pierna de Dominik es la que me está causando conflicto. Una de sus brazos esta bajo mi cuello, mientras el otro está metido debajo de la camiseta, agarrándome un pecho y su pierna se encuentra sobre mí cintura, ahogándome.

Salgo lo más suave que puedo, evitando que se despierte y me levanto de la cama. Agarro un conjunto para hacer ejercicio, que no es más que un pantalón corto y un top deportivo negro, junto con el calzado adecuado del mismo color. Rápidamente me cambio y salgo descalza con los zapatos en la mano para dirigirme a mi destino.

Mi teléfono marca las 8 de la mañana por lo que imagino que Mason bajara en un rato al gimnasio. Me fijo también en el tiempo que ha pasado, 4 semanas semanas desde que las cosas entre Dominik y yo estan bien, no como antes pero bien.

Hoy no tengo ganas de hacer mucho, por lo que me voy directamente a la sala en la que suelo practicar artes marciales y pongo uno de los tapetes que hay allí en el suelo.

Me decido a hacer una de las rutinas de yoga que solía repetir con Derek. Creo que algo que nadie esperaría al ver a mi padre, es lo aficionado que es al yoga, según me ha contado eso fue algo que mamá le enseñó, ella amaba viajar y conocer la cultura asiática, de ahí que él y yo tengamos cierta influencia asiática en cuanto a nuestras costumbres. Aunque mamá no pudo estar ahí para criarme, Derek se encargo de enseñarme todo aquello que ella amaba y mucho más.

Es relajante sentir como todo mi cuerpo se estira y fluye como si no pesara nada. Todos los movimientos se sienten tan orgánicos que podría hacerlo casi hasta dormid...

-Leyna Marie Heim.- la voz de Mason me hace gritar saltar y caigo sobre mi brazo, sintiendo un dolor agudo. El entra rápidamente al pequeño cuarto y me levanta del piso como si eso fuera a arreglar el golpe que me acabo de dar.

Con el fin de molestarlo, suelto mi cuerpo para que sea más difícil cargarme.

-Esta gelatina Heim salio mala.- grita Mason como su alguien lo fuera a escuchar.

-El pajarito Zimmerman también debió salir defectuoso, ¿no?- le digo una vez me suelta en la colchoneta de seguridad que tenemos.

-¿Como puedes decir eso si nunca lo has comprobado, Princesa?- se burla.

-Me lo contó la rubia que vi salir la otra noche de tu habitación.

-¿No viste a las otras dos morenas que salieron después?

Los dos soltamos la carcajada y nos quedamos acostados sobre la colchoneta. Lo que hace que funcione que podamos vivir sin muchos problemas es el hecho de que ninguno de los dos tiene vergüenza frente al otro.

Eso y que las habitaciones están insonorizadas.

Eso es bastante importante.

Después de un rato me separo de él, cuando recibo el siguiente mensaje:

Desconocido:

Pastelería de la esquina de tu lugar a las 10 a.m.

No tardes, necesitamos hablar.

Sebastian.

Lo leo una y otra vez pensando en si es buena idea o no. Si bien el nunca me hizo nada, tampoco hizo nada para detener la mierda que me caía encima y quien ve el delito y no lo detiene, es un cómplice.

Mister Russo. [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora