Capitulo 28.

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ADVERTENCIA

Contiene contenido gráfico sobre abuso a menores y violencia. Si eres una persona a la que le pueda afectar este tema por favor empieza a leer cuando la letra deje de estar en negrita.














Los gritos no paran, las súplicas no paran, los choques no paran y yo no puedo moverme, mis músculos se han vuelto de piedra.

Tengo frío, lo siento hasta en los huesos, el piso de concreto está helado y me duele el cuerpo por estar ahí pero aún así no me puedo mover. Hay algo en mi que me dice que será mejor si me rindo y ya, si intento parecer tan muerta que se haga realidad y deje este mundo. Parecer tan muerta que no deseen verme, que no deseen tocarme, que no me deseen nunca más.

Pero una vez más, mis deseos no se cumplen y aunque no tengo forma de saberlo, se que ya es hora porque los escucho caminar, sus botas pesadas hacen eco por el pasillo, ese tan estrecho e infinito por el que una vez entre y tal vez no vuelva a salir.

Abren la puerta con fuerza, con esa brusquedad que los caracteriza, esa misma que deja continuamente marcas sobre mi cuerpo y sobre mi alma. Alzo la mirada como ya es costumbre, para encontrarme con aquellos asquerosos ojos que una vez lo fueron todo para , esperando de alguna manera aunque sea un poco de dolor, de arrepentimiento.

Nada.

Se encuentran tan oscuros como siempre, tan vacíos que llegas a dudar sobre si hay vida dentro de ese cuerpo.

Algo cautiva mi atención, unos ojos miel que brillan con miedo, doy una rápida mirada por todo su cuerpo y noto que no parece uno de ellos, no tiene tatuajes, no tiene cicatrices y parece verme con... ¿pena?

Los grandes gorilas que siempre se encargan de mi, me agarran con fuerza de los brazos y me tiran sobre la cruz maltratada en la que me ponen cada día, a la misma hora. Veo como aquellos ojos miel juzgan aquellas orbes tan oscuras como el mismo infierno. Hablan de algo que no logro escuchar, por lo aturdida que estoy gracias a las personas que le encadenan en la cruz.

Cuando casi terminan de despojarme de el pedazo de tela que recubre mi cuerpo desnudo, noto como el chico que no aparenta tener más de 20 años se lanza sobre uno de ellos cuando descaradamente me manosea como si fuera un pedazo de carne.

Mister Russo. [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora