Capitulo 36.

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Dominik ha tenido que salir, pues según él no tenía el vestuario adecuado para nuestra cita.

Aun sonrió al llamarla así.

Me decido por un lindo vestido blanco con unas mangas gigantes que se amolda perfectamente a mi cuerpo, abrazando mis curvas.

Seguro Mason estará orgulloso de mi, puesto he escogido algo lindo sin su ayuda. Casi sin su ayuda, dado que empiezo a gritar por todo el lugar. Él llega agitado a mi habitación, como si toda la casa estuviera en llamas.

-¿Que pasa? ¿Estas bien? ¿Hay alguien aquí?- pregunta rápidamente.

-Tranquilo, vaquero.- lo calmo cuando veo que saca el arma de su pantalón y le quita el seguro.- solo necesito que me ayudes a escoger unos zapatos.- pone el seguro de su arma mientras me mira como si me quisiera matar. Sin mediar más palabra.

Sale con unos simples tacones blancos de 15 centímetros e inmediatamente muerdo mi labio mientras tuerzo mi boca.

-Callate y úsalos, quiero que te veas como una diosa, no que estés cómoda.- dice y se tira sobre mí cama.

-Esta bien, papá.- le digo en broma.

-El señor Heim me mataría si te escuchará.- se ríe y yo lo sigo. La verdad es que veré a papá en unos días, porque ha decidido venir aquí.

-El señor Heim no está aquí, para el bien de tus huesitos.- le aclaro mientras me calzo los zapatos. Es cierto que me veo como una diosa, aun cuando no hay nada llamativo en mi vestuario.

Lo único llamativo que necesito soy yo misma. Podría entrar con una bolsa de papas y mi presencia no se vería afectada. Seguiría siendo Leyna Diosa Heim.

Me hago unos pelitos en las cejas para rellenarlas, me pongo varias capas de rimel para tener unas pestañas llamativas y me pongo un poco de tinta en los labios y las mejillas, todo esto para mantener la apariencia inocente y verme casi como una muñeca de porcelana.

-Casi Casi se me podría poner dura con verte.- me dice Mason mientras ríe.

-Eres un pervertido.- le señaló.

-¿Por decir que mi hermanita me la podría poner dura?- hace una pausa.- Joder, si. Eso ha sonado demasiado mal.

-Sera mejor que me vaya, antes de que caiga en tus encantos.- le digo mientras toco su pecho intentando ser coqueta, y termino dejando un beso en su mejilla.

-Me avisas como te va.- me dice desde las escaleras.

-No me esperes despierto.- le advierto y salgo al lindo patio delantero que da a la playa privada frente a nuestra casa. Ahí me espera Dominik, que como de costumbre se ve comestible, con esa sonrisa socarrona que tanto lo caracteriza y esos ojos felinos que me miran con una calidez inigualable.

Me ofrece la mano para acompañarlo y me recibe con un beso en la mejilla. Nos adentramos en el auto y le pregunto:

-¿Me dirás a donde vamos?- pongo una mano sobre su pierna.

-A un lugar en el que a Alissa y a mi nos llevaban de niños. Es bonito y en la época y la hora en la que estamos, no habrá muchas personas.- me dice mientras mueve sus cejas.

-No seas cochino, Russo, soy una mujer educada.- le digo en broma.

-Si, y yo soy virgen.- me responde con sarcasmo.

-Lo sabía, nadie podía follar tan mal apropósito.- lo molesto y veo como sujeta fuerte el timón con sus manos, mientras que hace una sonrisa que me asegura que quedaré caminando como un alicate.

Mister Russo. [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora