• « 𝙻𝚒𝚋𝚛𝚘 𝟷/3 » •
La vida de Park Jimin ha sido de lo más normal, como la de cualquier otro chico de 18 años
Estudios...
Amigos...
Familia...
Sueños...
En fin.
Todo menos el AMOR
Al no haber tenido pareja no sabe nada del tema, ni le interes...
En aquella colina fría y solitaria, estaba un cuerpo sin alma pero que lamentablemente aún respiraba, con sólo oscuridad ante sus ojos.
Encerrado en agonía pura.
Tristeza y desdicha a flor de piel.
Es increíble lo que la tristeza puede traer consigo, pues fue tanta su desdicha que estaba recayendo en un vicio que había dejado atrás hace unos 5 años.
De alguna forma se había hecho con una caja de cigarrillos y un encendedor.
Jungkook había vuelto a fumar.
- Tú me enamoraste, ahora dime, ¿Cómo dejo de amarte?.
Mirando a la nada, con lágrimas en los ojos, el corazón hecho pedazos.
Cada que le daba una calada a un cigarrillo, todos aquellos recuerdos volvieron a su mente.
Recuerdos que lo lastimaban aún más pero a la vez eran hermosos para él, mismos que llevaría en su mente y en su corazón por el resto de su vida.
Los recuerdos del hermoso amorío que tuvo con Jimin.
Del que estaba seguro, era el amor de su vida.
Recuerdos tan hermosos cómo para que en realidad hayan pasado y duela recordarlos.
Pues él sabe que...
Jamás volverá a mirarlo.
Jamás volverá a sentirlo.
Jamás volverá a besarlo.
Jamás volverá a escucharlo.
Jamás volverá a tenerlo cerca.
Ahora le pertenecía a alguien más y ese alguien no era nada más y nada menos que su propio hermano.
En pocas palabras.
Jungkook jamás volverá a tener a Jimin.
Eso lo sabía de sobra, por eso se encontraba allí y en ese estado.
Buscando una solución a su enorme dolor.
Había un debate en su cabeza, en dónde se definiría todo.
Si sacaba fuerzas de algún lado para continuar con su vida.
O
Que está se estanque allí.
. . . . .
Aún con el rubio en brazos, abrió la puerta de la habitación, el rubio se sonrojó al ver lo que había en aquella habitación.
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- Tae, ¡Esto está hermoso!.
- Me alegra que te haya gustado mi amor.
Entran en la habitación, Tae baja a Jimin y este sigue contemplando la habitación mientras Tae abre la botella de vino que les habían dejado y lo servía en las dos copas de vidrio que lo acompañaban.
