Luna
Alex se porta inquietantemente extraño cuando lo sigo de camino a las duchas.
Rehúsa ser mi compañero de aventuras en esta búsqueda del hombre perfecto, pero me da igual. Fue él quien alimentó mi idea de hacer esta lista y definitivamente siento que va progresando de buena manera.
Es decir, hoy he conocido al chico más guapo que hasta ahora he visto. ¡Por Dios! Incluso se parece un poco a Alex, pero versión ojos verdes.
Aunque es mucho más sociable que Alex debo decir. Tiene una sonrisa hermosa y es de fácil conversación. Me ha preguntado todo lo relacionado a mí y parece interesado en saber de mi profesión. Es bueno que no haya centrado la conversación en él, así que es un punto a su favor.
Lo único que me preocupa es lo grosero que ha sido Alexander, pero ya luego hablaré con él.
— Discúlpame en serio. —Digo volteando a Max.
Amanda lo ha aprobado con la mirada en varias ocasiones.
En este momento, levanta los pulgares hacia mi y se muerde el labio mirándolo de arriba hacia abajo. Por supuesto, Max no lo nota porque está concentrado en mis palabras.
— No te preocupes. Ser una súper estrella debe ser difícil.
Me alegra que al menos pueda aceptar las disculpas como si nada.
Oh, y la sonrisa.
¿Ya mencioné los ojos verdes?
Además, es algo bien sabido que todo buen personaje de una historia romántica cumple con características cliché: ojos claros, pelo negro y aspecto de chico malo y Max tiene las tres cosas.
Parece un poco de ficción honestamente.
— ¿Y bien? —me pregunta directamente—. ¿Eres aficionada a las carreras?
Levanto mis hombros.
— La verdad es que no lo suficiente. Alex es mi mejor amigo —explico—, nos conocemos desde los seis años y siempre he estado rodeada de esto de las carreras, pero no es que sea una aficionada totalmente. Supongo que es más la costumbre.
Los ojos de Max brillan.
— ¿Y lo entiendes todo?
Miro hacia las paredes que tienen carteles con jugadores a lo largo del tiempo.
— Entiendo lo básico. No es tan difícil de comprender.
Max asiente.
— ¿Me puedes prestar tu teléfono? —me pregunta. Sus manos cruzadas delante de su cuerpo y una sonrisa tímida.
Tomo mi teléfono y se lo entrego.
Coloca unos números en él y es entonces que me doy cuenta que ha guardado un número telefónico.
— Si necesitas saber cualquier cosa, siéntete libre en llamarme —explica devolviéndome mi teléfono—. No necesariamente preguntas relacionadas a carreras y autos, preferiblemente no de eso. Pero llámame.
Max me guiña un ojo, se despide de nosotras y camina hacia la puerta de los vestuarios.
— Luna, lo juro, si no llamas a ese hombre, dejaremos de ser amigas. Tengo que seguir siendo tu prima a la fuerza, pero no hay una cláusula que me obligue a ser tu amiga, eso fue una elección —vuelve a mirar hacia la puerta de los vestuarios y se acomoda sus gafas rojas en la cara—. Y si no lo haces, créeme, fue la peor de las elecciones.
La miro de reojo, parece que va a tener una crisis mental.
El número de teléfono aún ilumina mi pantalla.
Alex sale de los vestuarios en ese momento.
Se ha duchado rápidamente porque su cabello rizado se pega a su cara y unas gotas de agua se deslizan por las puntas.
Es guapo, siempre lo ha sido.
Creo que secretamente le he tenido envidia toda la vida porque ni siquiera lo intenta. Llama la atención de la gente sin tratar de hacerlo, de hecho, es algo que odia totalmente pero que viene con su profesión incluida y no puede evitarlo.
Su aspecto es serio, con una mano agarrada a la correa de su bulto, me mira y de repente sonríe. Ya no parece tan molesto como unos minutos atrás. Se lo atribuyo a su memoria de corto plazo en términos de molestia.
Mi corazón se acelera.
Escucho un golpe detrás de mi y me doy cuenta de que ha sido la palma de Amanda en su frente. La miro como si se hubiera vuelto loca.
— Es imposible que alguien alguna vez cumpla con los requisitos de tu estúpida lista —susurra.
No puedo evitar mirarla mal.
— ¿Por qué, genio?
— Mientras Alex esté en tu vida será imposible. Tus estándares serán siempre muy elevados.
— ¿De qué hablas?
— ¿De verdad no lo sabes?
Me mira por encima de las gafas con un aspecto enojado, pero no puede continuar porque en ese momento Alex me agarra por la cintura y moja mi hombro con su cabello.
— Oye, me mojas.
Me da una sonrisa y se me pasa el enojo.
Reflexiono en las palabras de Amanda. ¿Qué significa eso?
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La pareja perfecta
ChickLitLuna Hill es una escritora frustrada que tiene seis meses buscando la inspiración sin encontrarla. Su publicista le da un último aviso de que debe entregar un nuevo libro en tres meses o deberá terminar el contrato. La famosa promesa de la Fórmula...