Luna
Empiezo a cuestionarme sobre el verdadero trabajo de Amanda cuando llegamos al hotel que ha reservado para nosotras.
No creo que mis ahorros hubieran alcanzado para cubrir la mitad de este hotel de lujo y ella está reacia a darme explicaciones. Solo dice que la vida es mucho más barata de lo que creo en Mónaco, pero lo dudo. Luego de una hora de discusión, trato de ser objetiva porque si bien Amanda es impulsiva, no va a gastar más de lo que se puede permitir. Empiezo a disfrutar la vista.
Estamos en un piso seis con vista al mar Mediterráneo.
Diez minutos después de darme un baño, el servicio a la habitación llega con una enorme cantidad de comida. Miro a Amanda con sospecha pero se limita a masticar un trozo de langosta.
— Esto es demasiado y es muy costoso. —Menciono mirando la cantidad de comida.
— Está deliciosa. Prueba un poco. —Me tiende un trozo.
La miró con sospecha.
— Sabes que es costoso. ¡Es langosta, Amanda! ¿Cómo podemos permitirnos langosta? ¿Que clase de oferta conseguiste? Ahora estoy preocupada si fue con un narcotraficante. ¿Y si nos secuestran?
Amanda ríe.
— Estamos perfectamente seguras aquí. Tienes que calmarte.
Doy un respiro.
— Tienes que decirme. Te puedo creer lo de la oferta del hotel, pero tienes que decirme cómo has pagado la comida. No puedo creerlo. ¿Langosta?
Observo la comida maravillada.
— El servicio a la habitación venía incluido.
La observo con sorpresa.
— ¡Mentirosa!
— Es cierto.
— ¡Mentirosa! Enséñame la reservación.
Amanda me mira entrecerrando los ojos.
— Te mandé la hoja de reservación.
— Solo me mandaste la del vuelo.
— Revisa bien, te envíe la hoja de reservación.
Tomo mi celular y entro a la conversación de Amanda. Efectivamente, nada sobre el hotel. Solo el vuelo.
Le muestro la pantalla y ella se limita a comer.
— Luna, come. Estoy cansada, también tú. Deja de preocuparte. Probablemente sólo lo olvidé. Luego te la enseño.
Me muero de hambre así que no cuestiono sus intenciones. De todas formas, no he sido yo quien ha reservado el hotel, así que no puedo hacerme a la idea de los costos que implica. Y ella se rehúsa a decirme.
Desde la ventana, se ven los fanáticos caminando de un lado a otro con banderines de sus equipos favoritos.
Como en silencio mientras miro por la ventana. Amanda me observa con curiosidad pero se limita a seguir comiendo.
Mi corazón se acelera al pensar en Alex luego de observar un banderín de los colores de su equipo.
En unas pocas horas, estará en la carrera de prueba y yo estoy demasiado agotada para pensar en si quiera verlo.
Me animo y me digo que tiene dos carreras de prueba antes de la carrera de colocación, así que solo debo dormir un poco y acostumbrarme al horario y luego podré verlo.
Aunque lo de verlo es relativo.
Uno piensa que en las carreras se pueden ver los autos, pero la realidad es que solo los ves antes de llegar a una curva, luego pasan tan rápido que te preguntas si realmente pudiste verlo o si solo fue parte de tu imaginación.
De todas formas, definitivamente no es lo mismo ver la carrera desde una pantalla televisiva que estar en medio de los fanáticos y observarlo todo. Las emociones de la gente no pueden ser transmitidas a través de una caja de televisión.
Les escribo a mis padres que ya hemos llegado a Mónaco y estamos instaladas en la habitación.
Duermo un poco, pero cuando me levanto es de madrugada. Amanda sigue durmiendo plácidamente y me pregunto cómo el cambio de horario no le afecta.
Decido abrir mi computadora portátil y utilizar el tiempo en algo realmente útil como continuar dando forma a la historia que llevo escribiendo por semanas.
Si bien es cierto que la idea del amor hacia mi mejor amigo me aterra porque la idea de que dos mejores amigos puedan enamorarse me parece el típico cliché de las novelas románticas, la realidad es que estoy en paz de que por fin no tengo que enfrentarme a mi misma en cuanto a los sentimientos.
Ahora estoy aquí y él no lo sabe, puedo sentir que está tan cerca y al mismo tiempo ni siquiera sé dónde está. Quiero abrazarlo con tanta fuerza y nunca soltarlo. Quiero disculparme por todos los años en los que negué el sentimiento. Pero aún más, quiero escucharlo decir que me ama. Aunque sea una vez más.
Mi corazón se desboca.
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La pareja perfecta
ChickLitLuna Hill es una escritora frustrada que tiene seis meses buscando la inspiración sin encontrarla. Su publicista le da un último aviso de que debe entregar un nuevo libro en tres meses o deberá terminar el contrato. La famosa promesa de la Fórmula...