48. Accidente

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Luna

No puedo creer lo que está pasando.

— ¡Alex! —se me desgarra la garganta al gritar su nombre desde el palco.

Observo todo en cámara lenta, como si fuera parte de una película de acción y me mareo.

Me desespero.

Alguien me toma por los hombros pero forcejeo.

— ¡Alexander! —Vuelvo a gritar pero el auto gira varias veces en el aire hasta que cae, como un sonido seco.

El auto rojo enfrente está detenido y luego el auto azul baja la velocidad hasta que se detiene poco detrás del de Alexander que yace en el suelo de la pista.

Por un momento, nada pasa.

Nadie dice nada.

Es como si toda la carrera se hubiera quedado en silencio.

En el altoparlante, un comentarista describe el accidente como fatídico. Mi corazón se desboca.

Observo como el corredor del auto azul sale de su auto con impulso y se quita el casco. Es Duncan. Sus manos están en la cabeza cuando corre hacia el auto de Alexander.

Hay una ambulancia.

Duncan se agarra la cabeza mirando el auto destrozado. Mi corazón se acelera y no sé qué decir.

Alguien me pasa un pañuelo.

No sé quien me esta abrazando.

— ¡Alexander! —Grito.

Alguien me sostiene y me caigo al suelo. No puedo observar cuando sacan a Alex del auto.

No creo que sienta nada.

En algún punto, dejo de sentir alrededor. Creo que me he desmayado.

— ¿Está bien? —Alguien pregunta cuando recobro la consciencia.

Me cuesta enfocar mi mirada pero por fin veo que hay gente a mi alrededor y estoy todavía en el palco.

Mi corazón se detiene.

Alexander.

Coloco una mano en mi pecho y me pongo de pie. Observo que el auto no está sino que esta siendo remolcado por una grúa.

El auto azul y el rojo ya se han ido.

En la televisión Henry Duncan da detalles.

Ali y Amanda están a cada lado en el suelo conmigo. Diana, la madre de Alex, está siendo sostenida por su esposo mientras llora a viva voz.

Todos nos detenemos a ver la declaración de Duncan.

— No tenemos idea del estado de Alex. Se lo han llevado los paramédicos. —Su voz es nerviosa.

Se disculpa con los reporteros y se coloca una mano en la cabeza, luego sale disparado.

Eduardo toma el control de las declaraciones a los reporteros y afirma que dará más detalles una vez que los paramédicos confirmen el estado de salud de Alex.

Duncan entra al palco y sus ojos se encuentran con los míos.

Va directo donde Diana y nos explica dónde estará Alexander. Mis manos no dejan de temblar. Ali y Amanda me ayudan a ponerme en pie, entonces Duncan se acerca.

— Tú lo viste —digo en un hilo de voz—. Dime que está bien.

Duncan tiene una mirada de preocupación en su cara.

— No lo sé. No lo sé, Luna. Esto no pasa seguido. Alex podía esquivar a Grant y probablemente no lo hizo para evitar colisionar conmigo y que yo no pierda la carrera también, pero el muy cabrón se las verá conmigo.

— Si sale de esto. —Alguien dice detrás de nosotros.

Amanda le da una mirada de reprimenda.

— Saldrá —digo.

Cuando llegamos al hospital luego de unas horas angustiosas en las que no tenemos noticias, solo nos permiten pasar a la habitación de dos en dos. Primero pasan los padres de Alex, que cuando salen están más tranquilos. Luego pasa Ali y Duncan.

Amanda dice que no quiere entrar. Así que cuando Ali sale, Duncan aún sigue dentro.

— Está dormido —dice Duncan.

Alex tiene los ojos cerrados y las mejillas con cortes. El labio partido y un yeso le cruza el brazo derecho.

El pelo está sucio y mojado pegado a su frente.

Retengo mi aliento.

Quiero llorar.

— Alex... —Mi voz se vuelve un hilo.

Duncan pasa su mirada de Alex a mí con preocupación. Luego acaricia mi brazo con suavidad.

— Estará bien, solo está dormido Luna.

Mis ojos solo enfocan a Alex.

Me acerco a la cama. Luce tan frágil.

Tomo su mano que se siente tan fría y comienzo a llorar.

— Alexander, te amo. Por favor, despierta.

La pareja perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora