40. Certeza

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Luna

He evitado a Max desde nuestra cita porque no tuve el valor suficiente para decirle que no podía seguir con él. Me siento egoísta. Y sin embargo, a mitad de la semana, llevo la mitad del libro escrito. Y no sé cómo sentirme sobre eso.

Tengo el corazón en la mano.

Amanda compró los pasajes a Mónaco sin preguntarle. Solo me envío la reservación por correo electrónico de los pasajes y el hotel. Luego me dijo que era para que no lo pensara demasiado.

Estoy nerviosa.

No he hablado con Alexander en tres semanas, no es como si estuviera contando el tiempo pero me pregunto qué estará haciendo.

En los últimos días Duncan ha estado subiendo fotografías de la ciudad y cómo se está preparando para el Grand Prix. En uno de los videos del fin de semana, me pareció ver a Alex brevemente en una esquina leyendo un libro, pero no lo enfocó demasiado tiempo.

Laureen ha decidido que la historia de Elliott y Brooke es lo suficientemente buena para publicarse después de darle una revisión y corregir algunas ideas de la trama. Y por supuesto, desde ya me ha estado persiguiendo para ver el borrador de mi nueva historia.

La tengo enganchada al corazón porque no tengo ni idea de si podría publicarla. Es tan intima que me da nervios. Sin embargo, he continuado redactándola.

Mama entra a la habitación y coloca una taza de café y galletas sobre el escritorio. Luego se coloca tras de mí y observa mi pantalla con curiosidad.

— ¿Alex? —pregunta observando el nombre de mi protagonista con curiosidad.

Mi corazón da un vuelco.

He cambiado el nombre a Jack varias veces, pero cuando estoy distraída lo dejo pasar.

Borro y escribo Jack.

Mamá me coloca una mano en el hombro.

— ¿Todavía no se han hablado?

Niego con la cabeza.

— No creo que vayamos a hablar más. —Suspiro derrotada.

— Amanda me dijo que se irán a Mónaco. —Asiento distraída.

— No es una buena idea pero ya compró los pasajes, así que veré la carrera y luego... luego me esconderé para que Alex no me vea.

Mi mamá me da una mirada tierna y me acaricia el pelo. Se sienta en el sofá.

— Te cintare una historia.

Parpadeo.

Mi mamá sonríe.

— Cuando Alex y tú tenían nueve años hicieron la travesura más grande de la vida. Llenaron de papel el jardín delantero de la señora Gruvelle y luego fueron a esconderse por horas dentro del armario.

Tengo el recuerdo y sonrío.

— Estaba enojada con ustedes. Todos lo estábamos. Pero luego empezamos a preocuparnos porque no los encontrábamos por ningún lado.

— Ali fue quien nos delató.

Mi mamá mueve la cabeza de un lado a otro.

— Abrí la puerta del armario una hora antes y estabas durmiendo. Alex te sostenía de los hombros, cuidándote de que no golpearas la cabeza con nada y manteniéndose muy atento a la puerta. Cuando me vio, ni siquiera se inmutó, solo colocó un dedo en su boca para que hiciera silencio porque tú estabas durmiendo. ¡Ese muchachito tan insolente!

Mis ojos se llenan de lágrimas.

— ¿Por qué me cuentas esto, mamá?

— Porque parece que necesitas ayuda para creer algo que dentro de ahí lo sabes —me toca el centro del pecho con un dedo.

— ¿Qué es lo que sé, mamá?

— Que Alex pelearía con caballeros y dragones por ti. Que no dudaría en elegirte todos los días. Que no hay absolutamente nadie más importante para él que tú, ni siquiera él mismo, desde que son unos niños. Que incluso, y esto puedo asegurarlo sin temor a equivocarme, abandonaría las competencias si tú se lo pidieras.

— Yo nunca haría eso —susurro.

Mi mamá me acaricia la cara con dulzura.

— Lo sé y él también lo sabe. Por eso jamás dudaría por ponerte encima de todo y de todos. La pregunta es, Luna Marie, ¿por qué sigues perdiendo el tiempo?

El centro de mi pecho empieza a arder, como si de repente, el hielo que hubiera a mi alrededor se derritiera y solo diera paso a todos los sentimientos de golpe.

Observo a mi madre con horror, con pánico y con miedo.

Ella me acaricia la cara con ternura y entonces, ahí lo sé. La revelación más importante de mi vida.

No estoy enamorada de Alex. No lo estoy. He amado a Alex durante toda mi vida. Incluso en los momentos que he dicho que no lo hacía, el sentimiento estaba corriendo por mis venas.

El pensamiento me revuelve las entrañas y me araña el estómago.

Amo a Alexander.

Estoy totalmente consciente, con la absoluta certeza de que el cielo es azul. Y eso me duele lo mismo que me asusta, porque ahora... ¿Cómo se lo hago saber?

La pareja perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora