46. Aceptar

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Me quedo pasmada.

Alex me ha visto.

Era imposible que me viera con tantos fanáticos a mi alrededor pero me ha visto.

Lo sé por la manera en que sus ojos me reconocieron incluso a metros de distancia.

Lo sé por la manera en que mi corazón latió.

Lo sé porque intentó subirse a la cerca a ver si podía verme de nuevo.

Lo sé porque tomé la mano de Amanda y le dije que nos alejemos porque no estaba segura de si podía verlo.

— Tienes que calmarte. —Amanda coloca sus dos manos sobre mis brazos.

Tengo una mano sobre mi pecho, tratando de controlar mi respiración. Ella me observa con curiosidad.

No entiendo mi nerviosismo.

Es Alexander. ¿Por qué estaría de esta manera si solo es Alexander? Alexander, el que he conocido durante casi toda mi vida.

Sin embargo, es la primera vez que lo veo luego de que reconozco que cada fibra de mi ser lo ama.

El pensamiento me da escalofríos.

Tiemblo.

Amanda arquea una ceja con curiosidad.

— Alex estuvo genial en esa carrera. —Menciona aún acariciando mis brazos.

Asiento.

— Es increíble. —Le doy una sonrisa. Siento que mi corazón se calma—. Estoy tan enamorada de él que duele.

Las palabras parecen tomar de sorpresa a Amanda que parpadea.

— Oh, mi Luna. —Sus palabras rebosan ternura. Luego cruza un brazo sobre mis hombros y me acompaña a que caminemos—. Vamos a comer algo. La carrera del Prix será mañana.

Asiento.

Esa tarde cuando llego al hotel, vuelco mi corazón en las hojas. Ya no importa si le pongo o no Alex a mi personaje principal, solo pienso en qué dirá Alexander cuando vea esto. Y cuando lo vea, sabrá por fin, que siento lo mismo que él. Que he sentido lo mismo que él durante toda la vida pero que he sido muy tonta para no darme cuenta antes y ya no me da vergüenza decirlo.

Escribo hasta que el agotamiento físico me lo permite.

Amanda pide la cena por servicio a la habitación. Y no sé si estoy muy entumecida o qué, pero esta vez no la cuestiono.

Me muero por abrazar a Alex.

Cuando obtuvo el primer lugar en la carrera de colocación, no pude evitar saltar y aplaudir emocionada. Estábamos a tan sólo unos pasos de la línea de meta en un palco que no se cómo había conseguido acceso Amanda pero me había dicho que la dueña de la revista de modas para la que trabaja le había extendido las boletas. Tampoco quise cuestionarlo mucho.

Quería saltar en brazos de Alexander cuando su equipo comenzó a vitorearlo pero sabía que era imposible. Entonces volteó hacia las gradas y todos los fanáticos comenzaron a aplaudirle y gritarle. Y luego me vio. Estoy segura de que lo hizo. Y no sé cuál fue su impresión, no sé si se quedó pasmado, no sé si no quería verme, pero no me sonrió.

Esta vez no lo hizo.

Así que no he dejado de dar vueltas encima de la cuestión en sí.

Veo el mar Mediterráneo y daría lo que fuera por poder observar la vista junto a Alex. Le gusta ver el mar. Me pregunto si donde quiera que esté ahora mismo lo esta haciendo.

Me levanto a las nueve por la insistencia de los golpes en la puerta. Amanda parece no inmutarse con nada porque aún duerme como si no escuchara los ruidos a su alrededor.

Con pesadez, me levanto de la cama y abro la puerta sin preguntar: Alyssa King está en la puerta. Su expresión es la de la arrogancia de una típica adolescente.

— Ali. —Mi voz consigue mencionar su nombre.

Ella me mira ceñuda y luego camina hacia la cama de Amanda donde la saca de un tirón hasta que mi prima se cae.

— Pero qué... Ah, Ali. —Se ríe tensa.

Me quedo pasmada sin entender lo que está pasando.

— Ayer me comuniqué con Alyssa, ella quiere que estemos en el palco desde donde estarán todos.

Observo a Amanda con confusión.

— Pero Alex... —Comienzo.

— Alex va a querer verte ahí. —La voz de Ali no acepta un no como respuesta—. Y eso significa que vendrás conmigo aunque tenga que arrastrarte.

— Él no sabe que estoy aquí, Ali.

— Créeme, él lo sabe. —Sus ojos pasan hasta a Amanda con desconfianza, luego agrega: —Alex siempre parece saber todo acerca de ti.

Alyssa me da una sonrisa.

— Tenías razón, Ali. He sido muy tonta para no darme cuenta antes. —Menciono con pesadez.

Sus ojos brillan con ternura.

— Me alegra que por fin lo aceptes.

La pareja perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora