Alex
La verdad es que por más que intento decirme a mi mismo que debo hablar con Luna, no puedo. No es cuestión de orgullo, mi orgullo no es ni frágil ni delicado cuando se trata de Luna. Es una cuestión de la decisión que ella ha tomado.
Son seis días en los que Luna y yo no hemos hablado y a pesar de la insistencia de Alyssa, empiezo a desanimarme. No dejo de darle vueltas a nuestra última conversación, repasando cada palabra en mi mente y preguntándome dónde fue el momento en que todo se fue al traste. Creo que estoy torturándome.
Sin embargo, continúo dando vueltas en la pista, llevando el auto a la máxima velocidad. En algún aspecto de mi vida estoy fallando, pero no puedo fallar en lo único para lo que soy bueno. Es lo único que me calma los pensamientos.
Zigzagueo con otros autos y me muevo con rapidez a través de curvas difíciles. Doy un respiro cuando el auto casi se vuelca en una de las curvas, pero logro controlarlo lo suficiente y sigo acelerando. Estoy solo en la pista porque no quiero ser irresponsable por ser un conductor despiadado.
— Ten cuidado, Alex. —Eduardo anuncia cuando casi me estrello contra la barrera de neumáticos de la curva 6.
Resoplo y decido bajar la intensidad cuando cruzo la línea de meta.
— Excelente tiempo, Alex. Ahora trae tu culo aquí para que puedas descansar.
Quiero decirle que da igual. He estado todos los días durante más de cuatro horas practicando. Y luego voy a casa y practico más y el resto del tiempo me quedo en el gimnasio hasta que tengo los músculos tan adoloridos que lo único que quiero es ducharme e ir a la cama. Y todo eso lo hago porque evito tomar el teléfono y llamar a Luna.
Me siento ansioso y no tengo idea de porqué. En los últimos días me he dado cuenta de que Luna es más importante para mi de lo que inicialmente pienso, pero la idea de lo que Alyssa sugiere me parece absurda.
¿Sentimientos románticos por Luna? No. Es... seria raro.
Pero no me cuesta imaginarlo. Es raro porque he pasado toda la juventud con ella, por su etapa de coletas y dientes de lata, luego por su glow up cuando empezó la adolescencia y se convirtió en una mujer absolutamente hermosa y luego... luego ahora.
Y nunca lo había imaginado.
Pero la verdad es que Luna toda la vida me ha parecido deslumbrante y nunca he concebido un momento de no estar con ella.
He sido solo un pobre diablo solitario durante toda mi vida, probablemente por el miedo de terminar siendo un maldito como mi papá biológico. Y no soportaría... no soportaría que a alguien con los sentimientos tan puros y dulces como Luna le pasara algo como eso.
Pero ¿qué pienso? No siento nada por Luna. No... no lo sé. Estoy confundido desde que Ali sugirió todo eso.
— ¿Estás bien? —pregunta Eduardo cuando me quito el casco en la sala de control.
Asiento.
No tengo ánimos de hablar.
Me siento malhumorado, pero en general no soy muy expresivo. Últimamente siento que no me interesa estar con nadie. No me soporto ni yo mismo.
Las personas no deberían tener que soportarme también.
Eduardo me mira como si no creyera nada de lo que digo, pero no lo cuestiona. No es que yo sea Daniel Ricciardo y viva todo el tiempo feliz.
Definitivamente, no lo soy.
— Bien, ven. —Me señala la puerta de los vestidores.
El equipo técnico no se ve por ningún lado. Esto me huele extraño.
Me dirige a una sala donde todo está oscuro y me empuja. De repente las luces se encienden y mi equipo técnico empieza a vitorear y a cantarme una canción de cumpleaños.
La sorpresa inicial hace que me quede pasmado, luego empiezo a moverme. Los técnicos empiezan a cantar con alegría y alguien coloca un pastel de cumpleaños en mis manos.
Veo todo en cámara lenta, como si no fuera totalmente consciente de dónde estoy o qué estoy haciendo. Como si fuera algo totalmente complicado.
La sorpresa me baja desde la cabeza a los pies. Trato de colocar una sonrisa en mi rostro y los muchachos se ríen, porque yo casi no sonrío.
Pero estoy sorprendido.
Y la sorpresa no es lo que ellos han hecho...
La sorpresa es que he olvidado mi cumpleaños.
Y nada se siente absolutamente genial porque la única persona con la que quiero pasarlo, no quiere estar conmigo.
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La pareja perfecta
ChickLitLuna Hill es una escritora frustrada que tiene seis meses buscando la inspiración sin encontrarla. Su publicista le da un último aviso de que debe entregar un nuevo libro en tres meses o deberá terminar el contrato. La famosa promesa de la Fórmula...