Luna
Han pasado dos semanas desde que Alexander se fue y no he sabido nada en lo absoluto sobre él. En su cuenta de Instagram el último estado que publicó hace dos dias fue sobre una fundación de ayuda para niños que quieren ser corredores y no tienen recursos.
Duncan solo ha subido fotos y videos aleatorios en yates y en el mar, pero ninguno en el que incluya a Alex. Sospecho que tiene un grupo de mejores amigos, pero no puedo reclamarle.
Las últimas semanas he hecho un buen progreso con la nueva historia y he volcado todos mis sentimientos sobre ella. Estoy absolutamente aterrada de llevarla a la luz, así que me encuentro con Laureen en su oficina al final de la semana.
Me mira con el gesto ceñudo detrás de su escritorio. Le entrego una USB que contiene el draft de la historia de Elliott y Brooke.
— ¿Tienes algún título?
— Sueños de verano. Lo dice en la portada. —Menciono al aire.
Estoy desanimada. Quiero volver a casa y seguir escribiendo la historia en la que estoy trabajando.
— ¿Luna, qué es está dedicatoria?
— No es nada.
Laureen me mira con sospecha.
— Leeré este libro con lupa y si encuentro que la trama se debilita porque has matado al protagonista, voy a impedir que vuelvas a sacar otro libro en tu vida, ¿de acuerdo?
Asiento.
Me dispongo a dar la vuelta cuando Laureen me llama de nuevo.
— «Al corredor de Karts que más he querido en la vida. Esto es para ti». ¿No es un poco ambiguo?
Sonrío.
— Lo es, pero él sabrá. Es la magia de las dedicatorias.
Laureen me da una mirada de reproche.
— De acuerdo.
— Oye Laureen, estoy... estoy escribiendo otro libro. Es probable que lo termine para después del final de mes. Si quieres esperar hasta entonces para tener las dos historias. Quiero decir, la historia de Elliott y Brooke es genial, pero... —me aclaro la garganta—, la historia que estoy escribiendo es mi corazón volcado en ella. Y estoy descubriendo todo ahora. Así que si quieres esperar hasta el final de mes, no te arrepentirás.
— De acuerdo, pero es probable que publique ambos. —Laureen me da una sonrisa.
Justo al salir de la oficina, observo el papel que está encima de mi vidrio. Resoplo, pero acepto mi destino con las multas.
Creo que es hora de ser un adulto responsable e ir a pagarlas.
De todas formas, no iré a Mónaco.
Cuando estoy en la fila de la colecturía para los pagos de multas, observo con sorpresa que sólo tengo pendiente la última multa de hoy.
— ¿Cuándo se pagaron las demás?
— La ultima fecha de pago fue hace tres semanas. Usted colecciona muchas multas por estacionamiento.
Mi corazón baja al estómago.
— ¿No dice quien las pagó?
— No hay datos.
De todas formas, no tengo que saberlo. La única persona que se burla de mi obtención de multas como deporte es Alexander. Y Alex me paga mis multas y ni siquiera lo sabía.
Aún estoy triste cuando salgo de la colecturía y recibo una llamada de Amanda.
— Salgo libre del trabajo en una hora. ¿Cómo te sientes?
— Como mierda.
Amanda se queda en silencio.
— ¿Has hablado con Alex?
— No, pero tengo una cita con Max hoy. —Trato de animarme.
Amanda resopla.
— Te di un mal consejo hace unas semanas. No tienes que salir con nadie. Solo tienes que entender cuales son tus sentimientos y quizá...
— Amanda, ya no hay nada que hacer. Alexander se fue y no volverá.
— Siempre hay algo que hacer. Luna, quiero preguntarte, ¿por qué tienes miedo de darle rienda suelta a tus sentimientos por Alexander?
— ¿Quien dice que tengo...?
Amanda me interrumpe.
— No me digas tonterías.
Suspiro.
— ¿Qué pasaría si Alexander se equivoca? ¿Que pasaría si Alexander en realidad está confundido? ¿Que pasaría si soy yo la que estoy confundida?
Amanda se queda en silencio. Luego habla, en voz dulce y baja.
— Luna, nada puede ser peor de lo que es ahora. La pregunta es: ¿Imaginas el resto de la vida cómo estás ahora? ¿Sin hablar, ver o escuchar a Alexander?
Jadeo.
La verdad es que nunca lo había imaginado y lo que siento me golpea en mis entrañas.
— Tienes una última oportunidad de recuperar a tu mejor amigo —me dice.
— No lo creo, Amanda. Alexander está a miles de kilómetros. Yo estoy aquí... él...
— Entonces ¿no iremos a Mónaco como teníamos planeado desde un principio?
— No creo que sea buena idea.
— Ahorraste durante todo un año y dices que no es buena idea. Es la carrera más importante, si Alexander se sube al podio y no te ve ahí, todo estará acabado. Y esta vez para siempre.
— No creo que le importe.
— Oh, Luna, estás equivocada. Todo lo que tiene que ver contigo le importa a Alexander. Absolutamente todo.
Me desanimo.
— Si no funciona, si...
— Si no funciona, Alex te seguirá queriendo, Alex seguirá estando en tu vida porque así es el amor que te tiene.
— Entonces ¿por qué renunció a esto?
— Luna, ¿de verdad crees que renunció o simplemente aceptó tu testarudez?
No digo nada.
Tengo que hablar con Max.
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La pareja perfecta
ChickLitLuna Hill es una escritora frustrada que tiene seis meses buscando la inspiración sin encontrarla. Su publicista le da un último aviso de que debe entregar un nuevo libro en tres meses o deberá terminar el contrato. La famosa promesa de la Fórmula...