Alex
— Estás nervioso, Alex. —Advierte Duncan al mirarme dar vueltas por la habitación.
— No estoy nervioso.
Duncan me arroja la pelota antiestrés que Luna me regaló. Me golpea en la cabeza y luego rebota tres veces en el suelo. Intento calmar mi respiración.
No voy a admitir que estoy nervioso.
— Fue una buena carrera.
— ¿Estás seguro de que vino? —le pregunto confundido.
La verdad es que la carrera de prueba no me importa. Tuve un rendimiento de unos diez segundos menos que mi promedio durante las últimas carreras y definitivamente no me importa.
— Ali dijo que están en el hotel.
— Puedo ir a verla ahora mismo. —Reviso el reloj y veo que son las diez de la noche.
Duncan se para y me pone una mano en el pecho.
— A ti no te conviene ver a Luna hoy y por si fuera el caso en ningún momento hasta que se acabe el Prix. Te pones muy nervioso.
— Probablemente mis nervios se acaben cuando la vea.
— Probablemente te vuelvas idiota —hace una cara de concentración—. No, eso no. Eres idiota por naturaleza. Solo te paralizarás.
Tiene un punto.
— Entonces, ¿qué hago?
— Te calmarás y te concentrarás en las carreras. Ali y yo tenemos un plan con ayuda del engendro del demonio.
Le doy una mirada.
— Yo no estoy hablando con el engendro del demonio —levanta los brazos—. Ali se encarga de eso. Esa mujer se atreve a matarme y no sé si te has dado cuenta que no puedo morir cuando estoy en Mónaco.
— En realidad no me importa si hablas o no hablas con Amanda. Quiero hablar con Luna.
— Alex, ¿quieres ganar esta carrera?
— Tú también quieres ganar esta carrera. —Observo.
No se da cuenta que no he contestado la pregunta.
La carrera me da igual.
— Alexander, las carreras no son divertidas si no las compito contigo. Necesito que seas mi rival en la pista y mi mejor amigo fuera de ella y te necesito concentrado. —Duncan hace una mueca como si se le hiciera imposible expresar sus sentimientos—. Ahora bien, si me quieres dejar ganar...
Duncan me sonríe de medio lado y le golpeo el estómago.
— No voy a dejarte ganar.
— Lo sé, por eso somos amigos.
Suspiro e intento calmarme.
— Entonces, ¿debo esperar al final de la carrera?
— Sí.
— Espero que tu plan funcione, Duncan, porque tus planes nunca funcionan. —Murmuro entre dientes.
— A menos de que dañes el plan Alex, este es el mejor plan que hemos tenido.
No me concentro.
— Me voy a ir y voy a dejarte dormir, pero tienes que prometerme que no arruinarás el plan yendo al hotel de Luna.
Trago en seco.
Duncan me da una mirada y sus ojos relampaguean.
— Promételo Alexander.
— Prometido.
Me rindo.
Me dejo caer en la cama. Al menos, sé que Luna está aquí. Tal vez no lo sepa por ella misma pero Luna cumplió su promesa de venir a Mónaco, incluso aunque ni hablemos. Quiero llamarla y escribirle. Decirle que estoy aquí, que quiero verla, pero escucharé el consejo de Duncan y mañana será otro día.
Y necesito un buen tiempo de colocación en la carrera.
Eso sí, señor.
A pesar de que no he dormido lo suficiente, Eduardo me empuja a una conferencia de prensa a las 10 de la mañana justo antes de mi última carrera de prueba.
Los reporteros me hacen preguntas variadas acerca de qué tan confiado estoy en tener un buen lugar en la carrera de calificación en base a mi última carrera de prueba en el que bajé diez segundos al promedio que normalmente tengo.
Una reportera levanta la mano y selecciono su pregunta.
— Alexander, el momento no es propicio para preguntar pero ¿el nuevo libro de la autora de romance Luna Hill está dedicado a ti?
Me congelo.
Duncan me da una mirada desde la otra esquina de la mesa de conferencia.
Eduardo y Dean me miran al mismo tiempo.
Es Eduardo quien interviene.
No sé qué decir.
Me he quedado mudo.
— ¿Es esto un tabloide de chismes o la Fórmula 1?
Eduardo bromea.
Algunos se ríen pero yo me he quedado congelado.
Duncan decide intervenir.
— Probablemente se confundió con la conferencia del canal E!
Trato de colocar una sonrisa en la cara pero no puedo.
La verdad es que no lo sé.
No sé si el nuevo libro de Luna Hill está dedicado a mí.
Maldición.
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La pareja perfecta
ChickLitLuna Hill es una escritora frustrada que tiene seis meses buscando la inspiración sin encontrarla. Su publicista le da un último aviso de que debe entregar un nuevo libro en tres meses o deberá terminar el contrato. La famosa promesa de la Fórmula...