Capitulo Treinta Y Cinco.

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Laura, Robert, su madre y su padre estaba reunidos en la sala común. Todos observaban en silencio como la figura enérgica y llena de rabia de Debonnie se movía por toda la habitación, la mujer lanzaba amenazas y palabras malsonantes en una extraña mezcla del inglés y el francés. Su padre y él habían decidido contarle que debido al cambio de condiciones de Davina, ella tenía que retirarse de Humbletown, ella no parecía haberse tomado muy bien la noticia.

Laura bajó la vista con los ojos brillosos y su esposo apretó su mano con fuerza para darle fuerza. Ningún miembro de la familia se atrevió a interrumpir la llamada de fuego de su hermana, en ese punto todos habían aprendido que lo mejor era dejar que se desahogara por sí sola.

Todos habían resentido el hecho de que tenían que volver a alejarse, volverían a ser una familia rota. Todo por la ambición de una mujer sin escrúpulos.

—¿Por qué no sólo la aprenden? Hay cientos de cosas que podrían hacer para llevarla a la horca —dijo Laura, con el rostro marcado de lágrimas.

—No es tan fácil, ahora es miembro de esta familia, una Gallagher, si la acuso sin pruebas, no podrá ser procesada y estoy seguro de que el imbécil de Frederick pondrá a su disposición un buen abogado —Le explicó Joseph—. Además, no trabaja sola, si hago algo que la perjudique, ustedes podrían salir perjudicados.

—Pero te arriesgas demasiado tratando de encontrar esos criminales —señaló su madre, preocupada.

—Ya les cerramos su ventana de movimientos. Hice que el cuerpo de policía ponga especial atención en esa banda, estamos dejándolos sin huidas —añadió su padre.

—¿Y qué pasará cuando no puedan salir de Shaftesbury?

—Estarán atrapados como ratas —Joseph le dio la vuelta al sillón donde su padre se encontraba sentado y miró distraídamente por la ventana—. Ahí solo tenemos que esperar a que Benjamin actúe... si es que lo hace.

—Lo hará —dijo Laura muy confiada—, es hosco y frío, pero es un buen hombre.

Debonnie dejó de gritar, se llevó ambas manos a sus sienes y las masajeó muy despacio, como si de esa forma pudiera evaporar el estrés que seguramente estaba sintiendo. Toda la familia quedó sumida en sus propios pensamientos, por lo que parecía todos estaban de un ánimo bastante oscuro pues las expresiones de todos denotaban cuán entristecidos estaban por el dilema en el que se encontraban.

Laura se llevó una mano al estómago, aún no podía verse la forma redondeada de su estómago, pero aquel gesto le recordaba que había otra vida ahí mismo que podría estar en riesgo también. Todas estas situaciones de agobio no debían bajo ninguna circunstancia ser parte de la vida de Laura, podría llegar a ser fatal en su estado, pero no podía pedirles que regresaran a su casa, en primer lugar, Laura tenía estrictamente prohibido viajar y en segundo, tenía mucho miedo de que su carro fuera interceptado.

Estaba volviéndose paranoico. No dormía, no comía y no paraba de pensar idioteces. Más no se quejaba de su calvario, fue él quien había causado todo esto al haber traído a esa mujer a la vida de su familia, pues bien, ahora sería él quien ayudará a destruirla. No podía flaquear ahora, no podía derrumbarse.

Debonnie caminó hasta posicionarse a su lado, parecía más calmada, pero el relieve exaltado de una vena en su frente le indicaba que aún estaba ardiendo de coraje.
Joseph le sonrió de forma que intentó animarla, pero lo único que recibió fue una mirada penetrante.

—No me iré.

Todos levantaron la mirada y la vieron con sorpresa.

—¿Qué dices? —cuestionó su madre.

Salvar un corazón W2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora