Capítulo Veinticinco.

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La llegada de Gabrielle había dejado a todos realmente sorprendidos, no había hecho aviso alguno sobre su llegada. No era que le molestara que estuviera aquí, muy por el contrario, la verdad, estaba feliz de tenerla tan cerca nuevamente. Incluso si toda ésta renovada convivencia fuera solo por unas pocas semanas. Lo importante era que volvía a tener a su hermana mayor por unos días.

Había esperado con ansias el momento perfecto para poder hablar con ella dado que se mostraba bastante distante, no la culpaba, haberse enterado de su compromiso por medio de las notas de anuncios debió haber sido bastante chocante. En aquellos días tenía miedo de enfrentarse a ella debido a la mentira que le había dicho para ocultar la naturaleza de su tristeza, pero no quería poner el peligro a Norman. Fue una completa mema.

Justo ahora, estaba sentada en el jardín, esperando a que su madre trajera justamente a Gabrielle para tener un ambiente más ameno en el cual charlar. A Gabrielle siempre le habían gustado los jardines, al menos podía compensar un poco sus palabras con un escenario agradable para ella. Habían pasado solo unos cuantos días desde que ella había llegado a Bath, pero era como si realmente estuviera evitándola. No quería imaginarse que estuviera molesta, aunque probablemente era así.

Gabrielle había pasado la mayoría del tiempo junto a Laura, a la cual apoyó en su decisión de mantener el embarazo. Laura ya podía consumir alimentos sin botarlos al instante, las fiebres también se habían ido, aunque la palidez y falta de energía seguía muy presentes. Estuvo con ella anoche, pero hablaron de cosas como los eventos sociales más cercanos, no le permitía a nadie seguir opinando sobre su embarazo.

En su asiento, alcanzó a escuchar la voz de su madre cada vez más fuerte y entonces se puso de pie para esperar ansiosa por las dos mujeres. La mañana no estaba del todo calurosa así que no podía anhelar mejor clima y momento para enfrentarse de una vez por todas a toda esta elaborada treta que había elaborado ella junto a Benjamin.

Gabrielle estaba sonriendo abiertamente cuando llegaron a la pequeña plaza de asientos en el medio del jardín, sin embargo, al verla, su expresión se tornó un poco menos animada y Florence se sintió un poco herida por ver su falta de entusiasmo. Aunque ella también tenía cosas que reclamarle, ¡Ella también estuvo ocultando cosas por meses! Merecían saber todo lo que estaba pasando con William Stanton.

—Florence, mi amor, no sabía que estabas aquí —pronunció su mama con una evidente falsa muestra de sorpresa.

—Si, que casualidad que estabas en un lugar remoto justo cuando mi madre me pidió dar un paseo —acotó su hermana con ironía—, no parece para nada planeado.

—¡Gabrielle!

—Está bien, mamá, tiene razón de todas formas.

La más joven de las rubias observo a su hermana con añoranza. Desde que se había enterado de su embarazo, lo único que quería era abrazarla por horas y decirle lo contenta que estaba por la idea de ser tía. Aun no se veían señales obvias de su embarazo, aparte de esos raros antojos de comer ternera untada con mermelada de melocotones, pero eran cosas normales según su madre. Incluso escuchó que había combinaciones mucho más extrañas.

Florence sonrió con timidez a su madre antes de acercarse a ellas. Gabrielle llevaba con parasol que usó como como escudo para evitar verla.

—¿Podemos hablar? —pidió con delicadeza

—¿Ahora quieres hablar?

—Quiero explicarte las cosas, hermana.

—¿Qué tenían de malo los días previos al viaje?

Su madre colocó una mano en el hombro de Gabrielle.

—Dale una oportunidad a tu hermana de explicarse.

Salvar un corazón W2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora