Capítulo Once.

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Estimado Lord Derby.

Ha pasado solo un día desde mi llegada a Humbletown y tengo la sensación de haber pasado años. Se que usted me pidió que fuera completamente honesta con usted, después de todo, estamos comprometidos en más de un sentido práctico de la palabra. Regresar fue fantástico pues aunque por momentos me siento un poco abandonada por mi propia familia, cerrar los ojos y pensar en todos esos días de risas me ayuda al alma. Aún no tenido oportunidad de recorrer las vastas tierras de la propiedad pero le aseguro que no tardaré en hacerlo. Aquí todo el panorama parece tan brillante y colorido que los amaneceres se vuelven un deleite para los ojos.

Le digo de corazón que deseo que hubiera podido acompañarnos pues en ese breve tiempo que nos conocimos, me hice afecta a su presencia. Éste lugar le habría gustado, en especial la biblioteca recientemente renovada y las ruinas de los antiguos castillos de los grandes lores. Éste lugar está empapado en historia.

De todas formas, serán sólo un par de meses hasta que nos reencontremos, Benjamin mencionó que las amonestaciones ya han sido publicadas y nuestro matrimonio será a principios de temporada social, en mi parecer es una sabia decisión. Como le dije anteriormente, estoy muy agradecida con usted, haré todo lo que éste en mis manos para no defraudarlo.

Esperaré con ansias su respuesta. También me gustaría agregar un saludo cordial para lady Ursula y su pequeño hermano Alexander, les deseó salud y bienestar a su familia.

Con cariño, Florence W.

Florence observó las hojas y sonrió satisfecha. Dejó el papel sobre el mosaico del escritorio para que la tinta se secara, limpió la punta de la pluma y cerró el frasco del oscuro material.

Levantó la vista viendo a Anastasia con las piernas extendidas a través de la mesa de centro y una expresión de absorción total mientras leía ensimismada el libro entre sus manos. Probablemente se trataba de algún otro tomo de batallas y épicas aventuras, a Ana le encantaban todas esas historias de grandes héroes que cometían toda clase de barbaries para terminar salvado el día. Sonrió, su hermanita era una chica bastante peculiar, no dudaba que el hombre que se casara con ella viviría una increíble aventura a su lado.

Prudence estaba más al fondo, limpiaba con suavidad las cuerdas del violonchelo que se trajo de casa. Decidió que era un buen momento para proponerles una salida a visitar las ruinas. Después de todo, la mañana recién estaba comenzando y el desayuno ya había sido servido.

—Estaba pensando...—comenzó con aire desinteresado.

A pesar de lo concentradas que ambas estaban en sus tareas, levantaron la mirada para prestarle atención. Vaya, no se acostumbraba a ser la hermana mayor aún. Sin Gabrielle aquí y con un itinerario distinto a la rutina de su hogar, seguramente ellas también buscaban desesperadamente algo con lo que distraerse.

—Deberíamos hacer un viaje a la parte norte del bosque, ya somos mayores, por ende podemos tener consciencia al admirar las ruinas del castillo—sonrió para animarlas—. Será divertido, siempre quise poder conocerlo por dentro.

—¿Ir a las ruinas? No creo que sea prudente ir justo al día siguiente de nuestra llegada—dijo Prudence.

—¡Vamos! ¿Qué harán todo el día? Hemos vuelto aquí donde hay tantas posibilidades y planean hacer lo mismo que hacen en Aberdeen?—le parecía un poco patético a decir verdad—. Podemos invitar a nuestro hermano si eso te hace sentir más segura.

Salvar un corazón W2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora