Capítulo Dieciocho.

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Mi querida señorita Whitemore.

No sabe lo mal que me siento de no poder estar a su lado en tan difíciles circunstancias, entiendo que la familia Gallagher ha sido amiga de su familia desde hace muchos años, debe usted estar pasando momentos terribles de ver a sus allegados sufrir tales tragedias.
Espero de verdad que todo mejore y envío mis más grandes deseos de recuperación para lady Pembrooke y el señor Gallagher.

Me tranquiliza saber que usted está bien, se lo duro que debe ser para usted. Está de más pedirle que no deje que la situación sumerja sus ánimos. Necesita estar fuerte y preparada para brindarles apoyo a sus amigos en cuanto la necesiten. Y por supuesto, pensando egoístamente, para que siga igual de primorosa a como la recuerdo.

¿Su familia está bien? Imagino que igual de abatidos, pero están juntos y una familia unida es indestructible, o al menos eso dice mi madrastra, confío en su sabiduría.
Mi hermano Alexander insiste en que le pregunte si le gustan los reptiles, de hecho está ahora mismo a mi lado instigandome a que le escriba sobre el asunto. Al parecer es un tema de suma importancia el saberlo.

Me temo que yo estoy cada vez más impaciente. La Universidad ha estado inusualmente estricta en el departamento de idiomas, hay rumores de un posible cambio en el sistema estudiantil, pero nada confirmado hasta el momento. El problema es que la indecisión de la institución nos causa muchos inconvenientes a mi y a mis colegas traductores y lingüistas.

Pero bueno, me temo que me he explayado demasiado. No me gustaría abrumarla con todos los aburridos e indeseables detalles de mi día laboral, aunque si podría escribirle un libro entero sobre las travesuras de mi pequeño hermano.

Espero su pronta respuesta, mis más cordiales saludos a su familia y pronto alivio a los indispuestos.

Con cariño, Liam.

Florence apenas y podía creer que se hubiera tomado la molestia de responderle tan rápidamente. Cuando señaló que buscaría espacios en su agenda sólo para ella, imagino que lo decía como una mera cortesía, pero tal parecía que se había tomado muy en serio la tarea de responderle con presteza sus misivas.

Leyó la carta por cuarta vez. Ella creía que todas las repuestas merecían ser leídas varias veces, era su manera comprender cómo trabajaba su mente. Liam tenía un lenguaje muy apropiado y cordial, era en caballero perfecto y entre más conocía su entrega singular, más insuficiente se sentía para él.

Vaya ironía. Quién hubiera dicho que la que un día fue el diamante de la temporada terminaría sintiéndose inferior en todos los aspectos a su prometido. A veces la vida tiende a dar giros extremadamente grandes para colocarte un poco en perspectiva, reconsiderar un poco que es lo te hace valer como hombre, como mujer, como ser humano. Los valores eran un montón de creencias propias que ayudaban a sentirse bien por un instante, pero romper la fina línea entre un error y una catástrofe era muy fácil cuando te apegabas a ellos.

Dobló la hoja cuidadosamente y las guardó junto al resto de cartas que había enviado a lo largo de éstos días. Prácticamente hablaban seguido y conocía, de forma indirecta, el carácter de la señora Wrestling y de su pequeño hermano Alexander.

Se recostó en el respaldo del asiento y trató de concentrarse en su futuro. Uno escrito, determinante e impecable. No habría margen de error, sería una condesa, estaría casada con un buen hombre, viviría en el campo, rodeada de paz y calma. Incluso se atrevió a imaginarse un par de niños corriendo por ahí, libres y ajenos a la crueldad social. Cerró los ojos con dolor, aquello parecía tan irreal y sin embargo tan cercano.

Salvar un corazón W2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora