La recuperación de su padre había sido más extensa que la suya. A pesar de que el disparo no había tocado órganos importantes, generó un daño de relevancia dentro de su cuerpo. Podrían pasar meses antes de que recuperara el ritmo de vida que tenía antes. La buena noticia era que venció la fiebre que lo acechó prácticamente por semanas. Aún no era capaz de levantarse ni un palmo de la cama, pero ya lograba hablar con las personas unos minutos al día para evitar esforzarse.
Él, por su parte, había logrado moverse por sí solo. Aún tenía que usar el cabestrillo, seguir alimentándose de esos asquerosos platillos y sentándose cada dos minutos cuando un movimiento brusco lo mareada. Esas eran pequeñas secuelas que tardaría en dejar atrás, estaba familiarizado con la recuperación, pero no con tener tantas personas a su alrededor preguntando si estaba bien o si necesitaba algo.
En ese momento estaba en el despacho de su padre revisando los últimos detalles de las compras de nuevos productos para los campos. El señor Morty estuvo en todo momento ayudándolo a evaluar las posibles direcciones que podrían tomar para salir de ese embrollo que el incendio causó, pasó casi toda la mañana evaluando los riesgos potenciales de hacer negocios con ciertas compañías que resurtirían la mercancía utilizada.
El asesor le explicaba con lujo de detalles las opciones, Joseph prestaba atención a todo, sin embargo, las palabras se atascaban y tenía que repasar su significado una y otra vez. No eran temas con los que estuviera demasiado acostumbrado a lidiar. Los meses pasados que su padre lo aleccionó, no prestó la suficiente atención. Aunque no era del todo un ignorante, seguía mostrando inseguridad en sus decisiones.
—Si logramos un convenio con la hacienda de los Colburn, podremos terminar el bloque para el fin de mes.
—Pero los Colburn surten a los pequeños ganaderos del norte. Son la competencia directa, ¿aceptaron la oferta?
—Piden el triple del valor.
—Saben que el incendio nos dejó en una posición comprometida y se están aprovechando.
—Son negocios, señor Gallagher, por supuesto que se están aprovechando —comentó el asesor con una sonrisa—. Su padre hubiera hecho lo mismo, cualquiera, su cosecha iría a las bodegas, no obstante, encontraron un comprador desesperado.
—El triple es algo exagerado, no ha terminado el período de ventas, aún no sería del todo legal aumentar tanto el precio.
—En el campo las cosas se manejan de formas diferentes, señor.
—¿Con tratos inmorales?
El hombrecillo lo miró con algo parecido a la lástima. Joseph cerró los ojos sintiéndose un imbécil por su ingenuidad.
—¿No existe alguien más al norte?
—No, señor, todos han vendido su colecta y los que tienen, no alcanza a completar un envío. Ni juntando a todas las haciendas.
—No podemos permitirnos un derroche de dinero en este momento.
—No tenemos otra opción, pero el seguro repondrá la mayor parte de la reinversión —señaló Morty.
Joseph miró el contrato de compraventa delante de él sobre el escritorio. Seguía pensando que era una mala negociación, no iba a firmar eso.
—Compra a los granjeros independientes, lo que falta cómpralo a los Colburn, será poco lo que ahorremos, pero servirá para invertir en mejor fertilizante.
—¿Está seguro, señor? Los viajes podrían causar un par de días de retraso.
—Hablaré con los clientes y les explicaré la situación.
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Salvar un corazón W2
Historical FictionWHITEMORE 2 La señorita Florence Whitemore fue conocida por ser un diamante en bruto dentro la sociedad londinense. Debido a su personalidad alegre, vital y dotada de gracia, todos caían rendidos ante el encanto de su belleza e ingenuidad. Tanto era...