Le dolía ver partir a Debonnie, pero debía de aceptar que ella había pasado más tiempo del que acostumbraba solo por ellos. Su regresó sería en dos días, así que estaban haciendo de esas horas las mejores posibles. Florence acarició una de las tantas pinturas empacadas en las cajas, ella solía llevarse de regreso unos cuantos cuadros sin terminar para buscar perspectivas en Paris. Uno de esos cuadros, era su retrato.
—Nunca llegamos a terminarlo... —señaló con aire de disculpa.
—Tranquila, por esa misma razón tracé con detalle la escena. Lo terminaré en París, pero será para mí. Tengo una colección privada —explicó Bonnie mientras organizaba su espacio.
Solía dejar la salita impecable después de cada partida. El mural que pintaba durante el verano era como un pequeño regalo a sus padres para que sintieran que dejaba un pedazo de ella en Humbletown. Era un detalle conmovedor y que, sin duda, ayudaba mucho a los duques a soportar la lejanía de su única hija.
Entendía que ellos tenían un futuro planeado muy diferente para Debonnie, pero esa determinada mujer había logrado enfrentar cada obstáculo y desazón que se le fueron presentados en el camino. Aun no obtenía todos los detalles de cómo alcanzó estabilidad en París, pero por la mirada seria que mostraba en ocasiones, entendía que no fue algo fácil.
Se preguntó como estaría Liam allá, el plan era que fuera con su familia entera, pero hubo un cambió de planes de ultimo momento y terminó partiendo solo. Ojalá pudiera comunicarse más seguido con él, pero las cartas tardaban demasiado y hasta que obtuviera alguna respuesta de su parte, podría pasar varias semanas... o meses incluso.
No podía ser nada fácil estar tan lejos de las personas que amas y sin nadie conocido a tu alrededor. Pensó en hablarle más a su cuñada sobre Liam, quizá se conocieran y lograran ser amigos, podrían surgir una buena relación; ambos eran personas inteligentes, educadas y seguros de sí mismos. Además, tenían la misma edad.
Aunque... probablemente no debería entrometerse. Recordó las palabras de Liam y decidió dejarlo estar. También existía la posibilidad de que no se llevaran del todo bien.
Llevó su mano a su cuello y sonrió al ver que entre los trazos de la imagen estaba la cadena con la perla. Su amistad quedaría inmortalizada a los ojos de Debonnie cuando menos.
—¿Tienes alguna pintura de Joseph?
—No, se negó en rotundo a posar para mi —Una sonrisa fraternal partió sus labios.
La pintora se acercó a un bolso ligero de cuero y sacó su libreta de dibujo. Sacó unas cuantas hojas con bocetos de Joseph realizando distintas actividades. Florence analizó cada una de ellas con evidente cariño. En la mayoría de ellas estaba sonriendo y sintió un agradable calor envolver su corazón al ver los hoyuelos de su esposo incluso en un dibujo.
Al principio, no lo veía sonreír mucho. Delegó eso a sus antiguas emociones de resentimiento en torno al recuerdo de su hermano y las actitudes de su padres, sin embargo, había recorrido un largo camino y le alegraba verlo sonreír seguido.
Observó a Debonnie sacar otro papel de su carpeta, estaba bastante viejo y un poco maltratado de las orillas, pero la imagen aun era visible. Cuando vio el rostro en la hoja, sintió la melancolía que siempre la inundaba cuando hablaban del pasado.
Era una imagen de Kyle en el bosque. Los contornos estaban un poco difusos, pero reconoció de inmediato al joven. Tenía una sonrisa calmada y la mirada perdida entre la naturaleza. Ella no tenía tantos recuerdos junto él, no pasaron tanto tiempo juntos, no obstante, Debonnie era su hermana mayor y no tenía dudad de que lo recordaría perfectamente.
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Salvar un corazón W2
Fiction HistoriqueWHITEMORE 2 La señorita Florence Whitemore fue conocida por ser un diamante en bruto dentro la sociedad londinense. Debido a su personalidad alegre, vital y dotada de gracia, todos caían rendidos ante el encanto de su belleza e ingenuidad. Tanto era...