Capítulo Cinco.

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Florence se quedó mirando un momento el cielo completamente despejado de cualquier nube o signo de tormenta. Sorpresivamente hoy era un día bello, a su alrededor los pajaros trinaban con alegría y las voces de los niños corriendo por el parque se alzaban como un coro inocente de brío. Por primera vez en mucho tiempo se sentía en paz no sólo con el mundo, si no también consigo misma. La cena de anoche fue un tema bastante extraño.

Por una parte su madre estuvo callada prácticamente toda la cena y se excusó diciendo que no se sentía del todo bien aunque era demasiado temprano para partir. Las cosas fueron un poco incómodas teniendo en cuenta que se pediría su mano y si madre y hermano tendrían que estar ahí para dar su consentimiento, aunque sólo se necesitara el de Benjamin, la presencia de su mamá hubiera sido reconfortante. Aunque la entendía.
Si realmente estaba enterada de lo que estaba sucediendo, no podría estar siendo fácil ver como un de sus hijas se condena a un matrimonio por conveniencia. Ya había pasado antes y era verdad que aún resentía un poco la idea de casarse sin conocerlo un poco más.

Anoche Liam se había portado como un auténtico caballero dejando en evidencia los buenos modales y educación que lo fomentaban. A Florence le parecía un príncipe en toda la extensión se la palabra y aunque por las conversaciones cortas que tuvo con él le agradó, sintió que faltaba algo, una chispa que se enciende al tan solo ver una persona. El problema sería ella, siempre ella, pensó amargamente, pues se había podrido la mente con imágenes y fantasías románticas de novelas absurdas sobre el amor verdadero y la fuerza de su poder. Ella no tendría un amor tan pasional y aventurero como el de sus historias, principalmente porque ningún hombre la tomaría en cuenta ya, y segundo, porque era demasiado miedosa para tomar riesgos que le abrieran las puertas a situaciones inesperadas.

Acarició el césped bajo su palma y sonrió cuando pequeñas cosquillas calaron en su mano. Había cosas tan simples en la naturaleza que eran capaces de devolver años de vida.

Levantó la vista para ver si su flamante prometido regresaba de comprar las golosinas que se le habían antojado. Florence miró a su alrededor desde su lugar en la manta que habían instalado en Hyde Park. Era su último fin de semana en Londres y Benjamin había insistido en que al menos una cita en público tuvieran antes de anunciar su compromiso después del verano. Habría querido que Astrid los acompañara pero debido a que el parque era un lugar muy concurrido, no hacía falta carabina. Además de que su hermano confiaba en los buenos modales de Liam. Y ella también.

De repente, una sombra obstruyó su campo de visión al cielo despejado y protegida por la sombra de los árboles, levantó la mirada. Ante ella se alzaba Violet Puggs, la hija de un importante Conde que quiso por mucho tiempo conquistar a su hermano. Por meses fingió ser su amiga para acercarse a él y tan tonta como solo ella podía ser, creyó en su amistad.
Entonces Benjamin se casó con Isabella y la historia de "lo hicieron por amor" se expandió. Violet mostró su verdadera cara y se encargó de poner a muchas jóvenes de ilustres familias en su contra. Todo por el resentimiento de no haber conseguido ser ella la marquesa de Aberdeen.

—Vaya. Hasta que das la cara Florence, querida—le dijo con una sonrisa de arpía.

—No sabía que estabas tan pendiente de mi, me halagas Violet—le contestó.

Entonces se dio cuenta de que estaba ahí tirada en el suelo a sus pies mientras ella se alzaba como una sombra altiva era una situación que no toleraría. Había sido muy tonta antes cuando la creyó una dulce paloma, cedió en muchas cosas pero ya no.
Se puso de pie y quedaron a la misma altura, los ojos almendrados de Violet la observaron de arriba a abajo con condescendencia. Eso la irritó aún más.

—¿Te han hechado de tu casa y ahora vives de las limosnas que dan en el parque?

—Eso no...

Salvar un corazón W2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora