Capítulo 40

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Henry se miraba en el espejo de cuerpo completo en su habitación. Con solo su ropa interior veía hacia la pequeña pancita que desde hace un par de días se notaba con mucha más facilidad.

Antes se notaba como si fuera una leve hinchazón, pero ahora su vientre se notaba más abultado y una redonda barriguita empezaba a formarse.

Él estaba contento con eso, amaba saber que su bebé crecía día a día dentro de él, haciéndose cada vez más fuerte. Pero, porque siempre hay un, pero, había algo que lo estaba haciendo frustrar. La ropa, más que todos los pantalones, comenzaban a apretarle.

Exclamo frustrado y lanzo el pantalón que tenía en la mano. Era el tercero que se colocaba, pero cuando intentaba abotonarlo, le apretaba en su vientre casi al borde de dejarlo sin respiración.

— Amor, ¿qué sucede? —Pregunto Ray al entrar en la habitación y encontrarse con su esposo haciendo quejas frente al espejo.

— No me quedan los pantalones —Murmuro haciendo leves pucheros.

Ray lo miro de forma enternecida.

—Amor...

— ¡Sé que es el bebé! —Exclamo sabiendo las palabras que Ray iba a decirle — Pero es que ya es el tercer pantalón que me pongo y simplemente no me quedan.

Tenía la costumbre de usar pantalones ajustados, pues le gustaba que sus piernas y trasero se notaran, pero ahora le era imposible poder lucir su cuerpo si su ropa empezaba a molestarle.

Ray dejo escapar un suspiro, se alejó del umbral de la puerta y camino hacia donde estaba el rubio.

—Siempre puedes ponerte mis pantalones amor, sabes que no tengo problema con eso —Le dejo un beso en su mejilla y luego lo rodeo con su brazo por debajo de su cintura y con su mano acaricio la pequeña pancita.

Henry le sonrió y asintió, se soltó del agarre de su esposo y camino al armario para tomar uno de los pantalones de su esposo.

— ¿Cómo me veo? — Le pregunto después de colocarse el pantalón, este le quedaba algo holgado en las piernas, pues Ray era una talla más grande y tenía mucha más masa muscular que él, pero se ajustaba bien en sus muslos y cintura, pudiendo abotonarlo como si fuera uno de los suyos.

— Te ves precioso —Le respondió mientras lo observaba modelar su pantalón.

— ¿Seguro?, ¿no me veo gordo? —Murmuro bajando un poco la mirada.

Ray se acercó y lo tomo por los hombros, tal acción hizo que Henry levantara la mirada.

—No sé cuántas veces tengo que decírtelo para que entiendas que eres hermoso de mil maneras, flaco o gordo, eres perfecto y te amo.

Henry, como de costumbre, se sonrojó ante las palabras del mayor.

—¿Y-y aun continuaras haciéndome el amor? —Pregunto haciendo un leve puchero. Ray dejo escapar una pequeña risa.

—Te haré el amor cada noche hasta que tu trasero quede tan rojo y te duela y te quejes por eso —Murmuro de forma seductora mientras lo tomaba por la cintura y lo pegaba contra su cuerpo.

Henry, ronroneó ante esto, sonrió de forma coqueta mientras lo rodeaba por el cuello, atrayéndolo por la nuca para besar sus labios.

—Te amo —Murmuro al separarse del beso. Ray le sonrió con ternura antes de dejarle un pequeño besito.

Luego se separaron y Henry termino de vestirse, colocándose una sudadera algo holgada, con ella puesta ni se notaba que estaba embarazado.

Camino hacia la sala y se sentó en el sillón giratorio mientras esperaba que su esposo trajera el desayuno. Ray se había convertido en un esposo hogareño y multiusos desde que llegaron de París, hacía todo por Henry para que el rubio no tuviera que hacer muchas cosas que pudiera molestar al bebé. Henry estaba amando con locura todas las atenciones que Ray estaba dándole y siempre se aseguraba de devolverle el gesto.

Baby on board.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora