Me tumbo en su cama como si estuviese en mi casa y la oigo reír a mis espaldas, me recoloco hasta estar cómodo y me fijo en que Sara me mira con una sonrisa en la cara y con los brazos cruzados desde los pies de su cama.
-Cómo si estuvieras en tu casa -le digo y empieza a reírse.
-Creo que eso tendría que decirlo yo -dice y niega con la cabeza mientras se muerde el labio. Le doy dos toques al colchón, justo al lado donde me encuentro yo para indicarle que se tumbe conmigo. Me mira y se sigue mordiendo el labio, parece como si tuviese que pensárselo. Le pongo morritos suplicándole que se tumbe conmigo y al final se estira en la cama justo a mi lado, ambos miramos hacia el techo, como si ahí hubiese algo digno de ver cuando sé que si giro unos centímetros mi cara a la izquierda veré algo muy bonito que mirar -ella-. Sonrío al pensar eso y giro la cara para mirarla, al notar que la miro también se gira y me sonríe.
-¿Estás mejor? -le pregunto en apenas un susurro y vuelve a apartar la mirada hacia el techo.
-Mejor que antes -susurra- No tenías por qué haber venido -dice y sonrío.
-Sentía la necesidad de hacerlo -admito sin miedo- Como si al venir pudiese hacer que las cosas fuesen un poco mejor.
-Pero no tenías... -la interrumpo.
-Sara déjalo -digo y acaricio su mano con la mía, solo un pequeño roce- Tú cada vez que estás conmigo haces como si... -intento buscar las palabras pero parece que no las encuentro- como si todo lo malo fuese un poquito menos malo -se gira a mirarme pero ésta vez el que no la mira soy yo- y sentía que tenía que estar aquí para calmar lo que sea que te pasara.
Entrelaza su mano con la mía y noto como se acerca a darme un beso en la mejilla, se queda un poco más de lo normal en ella y se detiene justo en mi oreja, sé que está sonriendo sin necesidad de verla.
-Gracias -susurra y le doy un apretón a su mano que sigue entrelazada con la mía.
Sonrío y nos quedamos ambos en silencio, cómo si no necesitáramos nada más, solo estar juntos; ella, yo y lo que sea que quede de mundo, tampoco nos importa. Parece que importa poco lo que pase si la tengo a ella cerca, cómo que solo tengo ojos para ella y poco más y eso en parte no sé por qué, me asusta. Siento que al separarme de ella la echo de menos, que me hace falta aún habiéndome despedido hace dos minutos y, eso hace que tenga miedo de una cosa, ¿qué pasará cuando tenga conciertos en otras ciudades? ¿Cuando tenga firmas? ¿dejaremos lo que sea que tenemos por culpa de la distancia? ¿Se olvidará de esto? ¿se olvidará de mi? Cierro unos segundos los ojos, Dani no seas tonto, me repito. No pienses en eso, ahora no.
-¿Puedo preguntarte algo? -susurra, la miro y asiento- No tienes por qué responder- suelto su mano y me apoyo en el codo para mirarla bien, ella sigue tumbada- ¿Qué sientes? -pregunta y no logro entenderla- ¿Qué sientes cuando estás conmigo?
La miro fijamente y me quedo callado, cómo si no me saliesen las palabras. ¿Realmente quiere saberlo? ¿Quiere saber que no sé por qué el corazón me va a mil? ¿Quiere saber que a veces no sé ni qué decir de lo nervioso que hace que me ponga? ¿Quiere saber que cada dos por tres tengo ganas de besarla? ¿Quiere saber que ella es cómo.... cómo un soplo de aire fresco a mi vida? La miro y se muerde el labio nerviosa, le acerco una de mis manos a su barbilla y hago que me mire.
-Déjalo -susurra una vez que nuestros ojos se encuentran- No tendría que haber pregunt... -pongo uno de mis dedos justo en sus labios.
-Me encantas -le susurro y veo que le brillan los ojos- Me encanta cómo soy cuando estoy contigo y cuando se trata de ti -le acaricio su mejilla lentamente- Me encanta picarme contigo cada dos por tres y que me hagas reír como hacía mucho que no me reía -sonríe levemente- Me encanta la vitalidad que tienes y me transmites, haces que tenga ganas de vivir como si fuese el último día -sonríe aún más, sin quererlo- Me encanta este hoyuelo de aquí -se lo toco- Y muchas cosas más pero -me muerdo el labio- no quiero que te lo tengas tan creído.