Admite que te gusta tanto como tú le gustas.

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Le doy un beso en la mejilla a Sara para despedirme, me mira con una sonrisa y le guiño el ojo. La besaría pero no quiero alterar a Jesús ni a nadie, prefiero contárselo yo y luego si tiene que ver como la beso, que lo mire y así va aprendiendo. Me muerdo el labio mirándola una última vez y Jesús, María y yo nos vamos. Jesús camina con el brazo apoyado en los hombros de María y no dejan de hablar constantemente mientras yo voy a lo mío. Mamá nos espera a un par de calles de aquí porque no sabía exactamente donde estaba esto. 

No puedo dejar de pensar en la tremenda tarde que hemos pasado, en las risas que nos hemos pegado, en ella, en los besos. Todo. He sentido como si desconectase del mundo por unos segundos y no sabía lo mucho que lo necesitaba hasta que lo he hecho. Si os soy sincero no tenía planeado besarla, no, pero me he encontrado ahí de la nada cerca de ella y he notado como el corazón quería salirse del pecho, estaba nervioso y... lo necesitaba. Necesitaba besarla y saber si estas cosas tan extrañas que sentía cuando hablaba con ella, significaban algo. Realmente no sé qué significan, solo sé que quiero volver a verla porque acabo de despedirme de ella y una parte de mi ya la está empezando a echar de menos. Cómo que parece que todo es un poco mejor si está ella ahí para hacerte reír, ¿sabes?

Sin darme cuenta ya hemos llegado donde mamá nos espera y vemos uno de nuestros coches aparcados, Jesús se adelanta y le pide a mamá que baje la ventanilla, una vez que lo hace le sonríe.

-Mamá, ¿podemos llevarla? -dice señalándola y María le saluda con una sonrisa nerviosa.

-Claro cariño -nos sonríe y subimos todos. 

María se ha sentado justo en medio de nosotros y parece nerviosa, la miro y le guiño el ojo.

-Me sabe mal que tengáis que llevarme -dice ella y mamá mira por el retrovisor.

-No digas tonterías cielo -le sonríe- Nos pilla de camino y así nos aseguramos que llegas bien -María asiente- Me llamo Eva.

-Lo sé -susurra María y Jesús se pone a reír.

-Es fan mamá -le confiesa él y María le da una pequeña hostia en la pierna.

-Eres un chivato -susurra ella.

-¿Verdad que sí? -digo yo y se gira- Es insoportable.

-Lo es -dice María y ambos reímos mientras Jesús se hace el ofendido.

-Mamá diles algo, por favor -dice mi hermano.

Mamá vuelve a mirar por el retrovisor y me giña el ojo.

-Algo -dice ella y yo y María nos ponemos a reír. 

Mi hermano se cruza de brazos y mira por la ventana, todos estamos en su contra y parece que eso le cabrea, como si no supiese que mamá es así. 

-No te enfades, va -le digo estirando un brazo y dándole un golpe en el hombro. 

-Me enfado si quiero -dice y me río- ¿Sabes qué mamá? -ella asiente confirmando que está escuchándole- De aquí poco seguro que Dani ya te viene con novia y todo.

-Eres un chivato -le digo cabreado y se ríe. 

-¿Quién ha conseguido enamorar a mi niño? -dice mamá con una sonrisa.

-¡PERO QUE NO ES VERDAD! -digo ésta vez yo enfadado pero no sé por qué a una parte de mi le ha hecho gracia el hecho de que eso fuese verdad, como si no sonara tan mal.

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Abrazo a Jesús que se ha bajado un momento del coche para despedirse de mí.

-Hablamos luego, ¿vale? -me susurra en la oreja.

"¿Cómo se te puede querer tan fuerte?"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora