Siento como Dani es capaz de erizar mi piel sin ni siquiera proponérselo, noto sus manos en la piel desnuda de mi espalda y me dan escalofríos que no había sentido con nadie. Noto como no se separa ni a tiros de mis labios y eso provoca que sonría encima de ellos haciendo que se separe un poco de mí.
-¿Qué? -dice con su voz ronca y sonrío aún más si es posible. Abro la boca haciendo el intento de decir algo pero ambos escuchamos cómo se cierra la puerta de casa.
Miro fijamente a Dani y cierra los ojos frustrado al habernos interrumpido este momento.
-¡CARIÑO YA ESTOY EN CASA! -se escucha la voz de mi madre y me salgo de encima de Dani mientras me pongo la camiseta, le miro y él hace exactamente lo mismo. Se escuchan pasos indicándonos que está subiendo por la escalera. Intento disimular pero no sé qué hacer.
-Déjame un cojín -me pide Dani y cojo uno del suelo.
-¿Para qué? -pregunto con el ceño fruncido pero no me dice nada que ya me lo ha quitado de ambas manos.
Me giro al escuchar como se abre la puerta y mamá me mira con una sonrisa. Desvía la mirada hacia Dani que está sentado con los pies cruzados encima de la cama, con el cojín encima y entretenido con el móvil.
-¿Qué hacíais? -pregunta mi madre y vuelvo a mirarla con una sonrisa.
-Dani ha venido para decirme que pasado mañana se va una semana de viaje.
-Oh -dice mi madre con cierta ternura- No os dará tiempo ni echaros de menos -dice y le sonreímos- Estaré abajo si me necesitáis.
-Claro mamá -le digo con una sonrisa y se acaba marchando. Cierro la puerta y me apoyo en ella con los ojos cerrados- Por poco, ¿cómo se te ocurre empezar a besarme de esa manera? -le reprocho divertida y me mira coqueto- ¿Para eso era el cojín? -le señalo.
-Si tú no me provocaras no tendría que andarme tapando para que tu madre no piense cosas que no son -admite y no puedo evitar empezarme a reír- ¿Que crees que hubiese pensado tu madre si me hubiese visto contento? -dice haciendo comillas a la última palabra.
-¿Así es como lo llamas? -le digo divertida.
-Hay otras formas -se aparta el cojín pero sigo mirándole a la cara, se levanta hasta acercarse hasta mi y me sonríe- Me he empalma... -le pongo dos dedos justo encima de sus labios y no puedo evitar sonreír.
-Eres un cerdo -digo y me abraza, me escondo en su pecho y le escucho reír en mi oreja.
-Me encanta serlo si así veo como te sonrojas -dice para después morder mi oreja.
-Idiota -digo apenas audible pero aún así me escucha y se ríe.
Le rodeo la cintura con mis brazos y apoya su barbilla en la cima de la cabeza, mantiene una de sus manos acariciando mi espalda mientras que la otra está perdida por mi melena, siempre le ha gustado entretenerse con los mechones de mi pelo y yo siempre le dejo. Le oigo suspirar y le abrazo aún más fuerte.
-Voy a echarte de menos -admite de la nada.
-Y yo -digo con la voz temblorosa- No te vayas, por favor.
******************
-¿Y para qué se supone que quieres ese vestido? -le pregunto a María desde fuera del vestidor, me he sentado en la primera butaca que he encontrado porque sé que cuando vienes con una chica a comprar es mejor que esperes sentado si pretendes irte en tan solo cinco minutos.