Miedo, pavor, es unas de las emociones que Seijun estaba sintiendo. No sabía por qué, pero los sentía, ese sujeto llamado Daishinkan le inspiraba confianza, pero algo que no le decía, la tenía en un hilo de desconfianza, poca, muy poca pero seguía siendo desconfianza.
Pero acepto, y eso era lo importante. Por qué si de algo estaba seguro, era que la iban a destruir si no lo hacían. Ese caminar hacia Zen oh Sama, le pareció eterno, y los comentarios de Daishinkan no le ayudaban. De pronto estaban delante de ese sujeto escoltado por aquellos individuos muy altos he intimidantes.
- ¿Que quieren que haga? - pregunto en voz sumisa he tímida.
- Miré - dijo Daishinkan mostrándole una esfera que materializó - será fácil.
- Si, es fácil ¿si? - dijo un Zen oh Sama.
- Usted será el medio por dónde se podrá arreglar este objeto. Está esfera es muy importante para Zen oh Sama, y me pidió que encontrará a alguien que pudiera arreglarla - dijo Daishinkan, tratando de explicarse mejor, pues la muchacha parecía no entender - verá, esto se volvió impuro, gracias a qué toma energía de la destrucción, claro la destrucción no es mala cuando eres una deidad, pero ésta esfera no sabe de eso. Pues es usada para tomar lo corrosivo de la destrucción. Lleva tiempo así, así que cuando usted ponga sus manos sobre el, será limpiando gracias a qué yo usaré mi poder para hacerlo a través de usted.
- Está bien- dijo titubeante, pues aún seguía aferrada al pánico.
- Claro que si no funciona, es por qué usted me mintió, o está manchada de muerte, pecados y no es virtuosa - dijo con una voz que intimido aún más a la pobre Seijun.
Seijun trago grueso, y cerro los ojos lentamente para asimilar las cosas. Los Zen oh Sama la miraban ansiosos, y todo lo sentía tenso, el ambiente estaba tenso. Se podía decir que se puede cortar esa tensión con un cuchillo, un cuchillo de palabras rotas y desubicadas que no quería que saliera de la boca de ese tipo. Daishinkan le entrego la esfera a Seijun en las manos, estaba frías, las manos de Daishinkan las sintió frías, como su carácter, como su actitud, fría como ella creía que era él. Respiro lo más profundo que alguna vez lo hizo, tenía los ojos cerrados, Daishinkan le puso la mano en la espalda tan delgada y delicada que tenía, y ella sintió como una especie de corriente enérgica y a su vez cálida.
Un aura color celeste salió de la mano de Daishinkan, cubriendo a Seijun, y ondeando a su alrededor haciendo que esos oscuros cabellos se movieran como cuando una brisa sopla muy alegre y fuerte.
A través de ella, a través de ella estaba pasado la energía de Daishinkan. Como si fueran uno por un momento, como si fueran cielo y agua, cuando el sol, esa estrella de energía está entre ambos uniendolos por un momento Durante el anochecer, dandole paso a la mágica luna, que se posa en el cielo y se refleja en el agua. Dos en uno por un momento, pero paso algo que dejó a Seijun paralizada.
Esa esfera color negro, no se limpiaba, seguía negra. Tenía intenciones de de blanquear su oscuras penumbras, pero se quedaba negra, insistía en ser oscura. Seijun se atrevió a abrir los ojos, para ver esa escena entre sus pequeñas manos, que estaban algo dañadas por trabajar tanto. Algo disgustada dejo caer una lágrima que corrió por su pálida mejilla, y se disolvió en esa energía que la cubría. ¿Será que no era ella? Se preguntaban Daishinkan y los Zen oh Sama, claro que no en voz alta, pero esos pensamientos hasta los pudo sentir la pobre chica. Cerro los ojos de nuevo, y acerco esa esfera hacia su rostro, poso su frente el ella, y por arte de magia está comenzó a retomar un color claro, celeste como un cristal limpio, y transparente como la vida misma. El suspiro de Seijun resonó en toda la sala, pues estaba aliviada, los Zen oh Sama corrieron por la esfera, mientras que Daishinkan sonrió al escuchar ese suspiro, pues sonaba tierno como una melodía celestial.
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Débil Corazón
FanfictionUna chica humilde pero de puro corazón, en un planeta lleno de vicios y lujuria. Donde menos sé lo esperaba allí la encontró Daishinkan, un pequeño trato lo llevará a descubrir que los mortales no son como el pensaba. Amor, él no comprendía el signi...