Trece

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Esa voz, como le alegro el alma esa voz, aunque le haya confundido el como llegó, no podía dejar de pensar en aquella voz que la defendía. Profunda y serena, masculina y elegante, todas esas facciones hacían una mescla que se perdía en su canal auditivo y le embriagaban el alma. Podía estar horas escuchándolo hablar, pues aquella voz le proporcionaba calma, una calma que siempre anheló a lo largo de su vida. 

- Estaba observando este planeta y de casualidad la ví ¿Le molesta lo que hice? - si, había dicho una pequeña mentira, pero si se mira desde otro ángulo, se podría decir que solo estaba omitiendo información.

- No... como cree...... Me alegra que me haya ayudado - dijo con cierto titubeo al hablar.

- ¿Segura que se encuentra bien? - pregunto refiriéndose hacia otra cosa, el tema del que habían hablado el día anterior, el cuál tenía que ver hacia donde ella iba.

- Le digo la verdad........ Creo que no - dijo intercalando un suspiro en medio de esa frase.

- Le vuelvo a preguntar ¿Está segura de querer quedarse sola? - formuló aquella pregunta que resonó y salto en lo más profundo de su ser, preguntándose así misma esa pregunta ¿Te quieres quedar sola? La verdad es que no, pero por bien debía hacerlo, quisiera o no, para no pasar a un mal innecesario, era lo mejor.

Seijun guardo silencio, no respondió nada, en cambio ese silencio se volvió perturbador, he invadió aquel lugar donde los tres estaban.

- Señorita Seijun............ - la llamó Daishinkan, pues parecía no haberlo escuchado.

- No quiero pero debo - dijo evitando a toda costa su mirada.

- Entiendo. ...... - musitó él.

Seijun miro a Okami quien estaba parado a su lado, este la miro con una sonrisa tierna y está le sonrió también, pero aquella sonrisa que Seijun dibujo en su rostro, era de tristeza, melancolía y nostalgia. El niño noto algo extraño el ella y rápidamente se abrazo a su cintura.

- Tengo miedo, Seijun  - dijo en una frase casi ahogada en el vientre de esta, pues el niño tenía la cara pegada lo más posible en ella, y con sus pequeños bracitos apretaba el torso de esta, como si nunca quisiera soltarla.

- Seijun acarició los cabellos del niño, haciendo que este subiera su mirada hacia la de ella. Seijun quitó su mano de la cabeza de este, para pasarla por las mejillas del pequeño, limpiando una pequeña Lágrima que se atrevió a salir de sus tiernas miradas.

- Me ten que ir, al igual que usted. Después espero verla - dijo para luego irse en aquel espiral de luz y color que usaba como medio de transporte.

Seijun dejo salir un suspiro al ver ir a Daishinkan, para luego tomar al niño de la mano y dirigirse hacia la terminal de nuevo. Ya era hora de irse, al fin llegaría a su destino. El camino se le hizo tan corto, como si el tiempo se burlaría de ella, como anhelaba que esas horas pasarán lentas, y así no tener que hacer lo que pretendía tan pronto. La mirada triste hacia la el cristal, solo mirando hacia las estrellas y planetas, estaban allí, pero pasaban desapercibidos a sus ojos. No, ella no pensó en Daishinkan durante el trayecto, sino el muchas cosas que alguna vez vivió y no volverían nunca más.

Se dió aviso de la llegada al lugar de destino de la nave, ella se levantó sin ánimos, cosa que alteraba a Okami, quien podía percibir mediante los gestos de Seijun, que algo no andaba bien. Bajaron de allí, y lo primero que vió Okami, fueron personas con sus características.

Allí en ese planeta habitaban seres de su características, eran seres lobos humanoides. Habían tanto hombres como mujeres, de todas las edades y tamaños. El niño estaba confundido pero a la vez algo dentro de si lo llamaba.

Débil CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora