Once

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Nervios hacia su propio atrevimiento, solo lo hizo sin pensar. ¿Como reaccionaria él? No sé preocupo por eso, sino cuando ya lo tenía a un lado. ¿Será que él se apartaría de ella? ¿Será que le reprocharia? Lo hecho, hecho estaba, solo podía esperar la reacción de Daishinkan, Quien la miro de reojo cuando ella hizo eso.

Un silencio prolongado he incómodo, invadió el poco espacio entre ambos, querían hablar, para romper esa barrera significativa en incomodidad. Seijun no lo miraba, en cambio solo dirija sus ojos color café hacia la luna que se hacía visible de entre las montañas. Volvió a abrazar sus piernas, y de nuevo sobre sus rodillas poso su rostro, solo que a diferencia de la vez anterior, está vez lo hizo de lado. Los ojos le brillaban con el resplandor de la mágica luna, el cabello le ondeaba en el viento, dandole luces en los mechones oscuros que se mecían hacia atrás.

¿Que hacia? Estaba violando su tan preciado y respetado espacio personal. Nadie lo había hecho nunca, pues no tenían la valentía de hacerlo. Ella estaba a su lado ¿Que intensión tenía? Se sentía ahogado, en ese momento, era como la sensación de estar encerrado por dentro, queriendo salir  en busca de oxígeno, de espacio, de libertad. Ella le estaba reclamando los suspiros, y estos decían ¡Alto! ¡No seremos tuyos! Pero en ese momento todo su ser reclamaba los de ella también, se llevó la mano al pecho, y cerro los ojos. Su pecho reclamaba llenar el vacío que ella dejó cuando sé aparto de él. Se estaba condenando a un raro sentir, y este no quería ni entendía lo que pasaba, ese vacío se sentía extraño, no le gustaba como se sentía. 

Tenía los ojos cerrados, hasta que sintió en la mano que tenía apoyada en el suelo, otra sobre si.  Seijun había soltado sus piernas de nuevo, para tomar una postura más recta, y al hacerlo intento poner la mano en el suelo, pero en el camino se topo con la de Daishinkan.

Daishinkan de inmediato abrió los ojos, volteo a verse la mano que aún seguía en el suelo, viendo como ella la quitaba rápidamente. La sangre le subió a las mejillas a Seijun, él después de mirarse ma mano, la miro a ella, mirada tan profunda que la ruborizó. Se sentía fría la mano de él, pero a la vez tan suaves como pétalos de rosas. Le rozo los dedos con los suyos, al punto de casi entrelazarse ambas manos. ¿Algo podía ser más incómodo? Quien sabe, pero eso incremento más el silencio abrumador entre ambos.

- Lo..... Siento - pidió disculpas Seijun por ese toque entre sus manos.

- No se disculpe - musitó él, quien veía como está le evitaba la mirada. Ladeó la cabeza viendo esos gestos que ella delataba, en busca de que significaban.

Seijun estaba a punto de decir algo, cuando Okami llegó corriendo tras un insecto volador, llevándose por delante a Seijun, quien cayó en el regazo de Daishinkan.

Cayó boca arriba, le podía ver la cara a él, quién tenía una expresión muy indescifrable cuando ella lo miro.

Esto ya era mucho, tres veces fueron las veces en las que ambos se tocaban ese día, pero no era culpa de ninguno. Talvez era castigo por haberla tocado el cuando ella dormía, pero quién sabe, aveses las cosas pasan por qué pasan, pues el destino y el camino es caprichoso.

Cuando ella cayó sobre él, instintivamente de nuevo tuvo la reacción de sostenerla, ambas manos de él, terminaron en el vientre de ella, simulando una especie de abrazo de personas muy cercanas. Confort, ese individuo volvió de nuevo cuando la tuvo pegada a su cuerpo de nuevo. Ya no aguantaba, quería saber el porqué sentía eso cuando tenía a Seijun cerca, mejor dicho pegada.

- Usted tiene tendencia a accidentes de este tipo - dijo cuando en el instante en qué ella lo miro.

- Disculpas - dijo aún más roja de lo que ya estaba antes.

Débil CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora