Doce

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La humanidad, bueno, varias especies a lo largo y ancho del multiverso, definen aquello como amor. ¿Como se definía en exactitud?

Ellos lo definían como un sentimiento intenso, que parte de la influencia propia, necesita y busca la unión con el otro ser.
No solo buscar la compañía del otro, sino que también la afinidad o la "Química" entre ambos individuos. El amor era sentir respeto, conexión y libertad al estar junto a aquella persona.

Eso era con exactitud lo que el sentía hacía Seijun, sentía libertad cuando estaba con ella, aunque él quisiera apresarse así mismo, cuando aquella libertad quería manifestarse. Además de cómo lo definían los mortales, también llegaba a su mente ella, lo que también era una señal de aquel estado. No, no podía ser, él no podía sentir eso hacia una mortal cualquiera. Era imposible, los angeles no pueden llegar a sentir ese tipo de cosas, pero.....
¿Por qué él si? ¿Se abría equivocado? Talvez si podía llegar a sentir, pero no todo lo que él sentía, era tal cuál como los mortales, sino que también variaba dandole un toque solo suyo, él sentía algo más allá del amor mortal, algo era diferente en eso.

Se negaba, se negaba rotundamente a sentir eso, pues aquel sentimiento pedía a gritos la otra parte ¿Se iría pronto? No quería que ese sentir se quedará por mucho tiempo, así que comenzó a convencerse de que se iría pronto de él. ¿Pero si no se iba? ¿Que haría? Pues aquel vacío que ella dejaba, era desagradable, no existía otra palabra para definir aquel mal.

Estaba decidido, se lo guardaría hasta que se pasará aquello llamado "Amor" de él. El contacto físico con ella le era agradable, reconfortante y lo hacía no pensar en nada más que no fuera ella en esos momentos. Ella, ella y sus inocentes palabras, ella y sus tiernas miradas, ella y sus puras intenciones, todo de ella era único para él. Se dió cuenta que de nuevo y está vez, la imagen de ella vivía a su mente, así que rápidamente sacudió la cabeza para apartarla de allí. No pudo evitar dejar salir su sonrisa, pero pensando en la ironía de el estado en qué llegó.

Seijun se levantó muy temprano esa mañana, despertó a Okami y se lo llevó a la terminal de naves en ese planeta. El niño se quedó dormido sobre ella, mientras iban de camino hacia aquel misterio destino al que ella quería llegar.

Miraba las estrellas y los planetas que se podían observar mediante el cristal de aquella nave. Su sonrisa llegó a su mente, ella adoraba aquella sonrisa que Lucía tan bien en su celeste rostro. Su penetrante mirada color lila, aquella que parecía querer siempre descifrarle el alma, ya lo había entendido, lo quería, pero mucho más que querer, eso escucho siempre, se llamaba amor.

Okami se despertó y se sentó junto a ella, dejando su regazo libre, cosa que ella la hizo pensar más en él. Se llevó las manos al vientre, recordando cuando él la tenía sujeta de allí, sus manos sobre ella y luego sus propias manos sobre las de él. Siempre las tenía frías, esa sensación le agradaba mucho, de pronto una imagen llegó a su mente, era el anheló de besarlo, besarlo y así saciar esa súplica que en ella comenzaba a brotar de su alma y salirle incluso de la piel.

Seijun suspiro profundo, para luego ser sacada de sus pensamientos a causa de la voz del niño. Abrió los ojos lentamente y miro a Okami.

- ¿Que? - pregunto al no haber prestado atención al primer llamado de este.

- Que ya llegamos - dijo señalando hacia afuera, dónde se veía estar sobre tierra firme.

- Si pero no - dijo dejan confundido al niño, quien no entendió aquella frase ilógica.

- ¿Ehh? - salió aquel sonido de Confusión de su pequeña boca, mientras ladeaba la cabeza confundido.

- No es aquí a dónde vamos, debemos tomar otra nave para llegar a nuestro destino - se limito a decir.

Respiró profundo para ponerse de pie, tomó a Okami en brazos y se dirigió a la salida de la nave. En la puerta un hombre que allí estaba parado(trabajador de ese transporte) pedía a los pasajeros el pago. Seijun saco de su bolso, una de las esferas tamaño canicas y está al estar en su mano, se transformó en el dinero que necesitaba en ese momento. Se lo entrego y bajo de entre la multitud que allí transitaba la parada.

Un hombre de mal apariencia, vio como está sacaba esa esfera, así que vió su víctima perfecta para un asalto. Como había mucha gente seria muy fácil huir, pues no sería notado entre tanta gente en dónde camuflarse. Se abrió paso entre la muchedumbre de distintas razas, empujando a quien se le atravesara, varias fueron las personas que le reclamaban los empujones, pero solo ignoraba las voces necias para sus oídos. Al fin llegó donde esa mujer estaba, le jalo el bolso que ella traía, y al instante se perdió entre la gente.

Se no se opuso al asalto, pues no tuvo tiempo de reacción. Solo una sonrisa con extraña intención adorno su rostro.

- ¡Seijun! ¿Que vamos a hacer? - pregunto el niño, quien se subió sobre los hombros de ella para ver si veía al asaltante.

- Nada, eso no importa - dijo bajando al niño de sus hombros, para enseñarle una pequeña bolsa llena de esas esferas. Se la volvió a meter en el bolsillo y tomo a Okami de la mano para ir a otro lugar menos frecuentado.

El hombre que le había robado, se perdió de entre la gente, buscó un lugar donde ver aquel tesoro robado a la joven mujer, llevándose una gran sorpresa. Cuando abrió el bolso, vio muchas de esas esferas, su vanidad llamo a la puerta, y este le hizo caso. Quiso tomar una entre sus manos, cosa que hizo, al hacerlo se lo llevó a la altura de sus ojos para verla mejor. Pero en el instante está se volvió polvo, rápidamente abrió de nuevo el bolso, viendo con gran irá, como todas las demás eran polvo también, en el cuál adentro sus manos con la esperanza de que alguna sobreviviera, pero allí solo había un polvo gris.

Un par de hombres vestidos de negro, también veían desde la distancia a la joven chica. No sé atrevía a acercarse, solo miraban cada movimiento. Seijun se había ido hacia una especie de plaza en aquel planeta pequeño, que era usado como parada de entre destinos. Ella solo esperaba que se hiciera la hora de tomar la siguiente nave, para poder terminar con lo que se proponía. Sentada en una banca, sin perder de vista a Okami, quien jugaba entre árboles y junto a otros niños que allí pasarán. El niño era curioso, y Seijun no le aparta la vista por nada en el mundo. Gente iba y venía en ese pequeño sendero, uno de los muchos que tenía esa plaza. Las horas pasaban, y aún no era momento de partir, los hombres seguían en vigilia de la joven, la gente se hacía menos frecuenté entre en ese lugar, solo quedaban los que iban rumbo al mismo planeta que ella.

Okami seguía jugando, claro que ya solo. Seijun veía como este parecía no cansarse nunca, seguía sentada en la banca, con el mentón apoyado en el espaldar de la banca, cuando se decidió a ir por el niño, quien se fue muy lejos de su vista.

Llegó a dónde esté estaba, lo tomo de la mano, mientras que detrás de ella y a paso rápido se aproximaban ambos tipos. Ella no se había dado cuenta, cuando escucho una voz conocida detrás de si.

- Disculpen ¿Que piensan hacerle a la señorita? - dijo Daishinkan trabando el paso entre Seijun y esos hombres.

El estaba con los brazos tras la espalda y con aquel temple intimidante, acompañado de un tono acordé de este.

- Disculpe señor, no tenemos ninguna mala suerte intención, solo queríamos llevarla a un lugar más seguro. Por aquí es muy frecuente el asalto - dijeron como excusa para luego darse la vuelta y marcharse. Ya sabían que ese tipo había matado a varios de los suyos, así que no se iban a arriesgar a tener el mismo destino horripilante.

Daishinkan miro de reojo a la mujer que detrás de él estaba, solo le dedicó una sonrisa para luego voltearse por completo.

- ¿Se encuentra bien? - fue lo único que le pregunto en ese momento.

- Seijun guardo silencio por un instante sin saber que decir - Si ¿Que hace aquí?

- Usted estaba en peligro, por eso- le dijo sin mucho detalle.

- ¿Como lo supo? Yo no presione el botón - dijo Seijun algo confundida.

La verdad es que en ese instante él la estaba observando a través de su baculo, eso lo hizo ver de casualidad aquellos tipos con intensiones nada buenas hacia la joven ¿Que pensarlo si le decía Que la estaba mirando? Talvez no bien, talvez mucho peor de lo que se imaginaba, después de todo, era algo indebido hacer con ella.

Continuara..................

Débil CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora