Nueve

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Salió rápido de la habitación completamente en pánico, casi se lleva el marco de la puerta por delante. Busco en la habitación de este y no lo veía.

- ¡Okami! ¡Okami! - gritaba su nombre por la casa.

Se adentro a la habitación de este, y nada, No lo encontró allí. Busco entonces en cada habitación, gritaba y gritaba el nombre del niño, llamándolo con desesperación de saber si estaba bien, o le había pasado algo. Los pensamientos de que una tragedia pasaba, era inevitable que no pasaran por su mente en ese momento. El sonido de una especie de cristal rompiéndose, la hizo pensar que había alguien más en la casa.

Con cautela bajo las escaleras. No supo ni como logro llegar a la primera planta, pues las piernas le temblaban del susto que sentía en eso momento. El ruido provenía de la cocina, Seijun se paró de espaldas a la pared junto a la puerta, para no ser interceptada.

- ¿Okami? - susurro, con la esperanza de que el niño estuviera cerca o seguro.

No obtuvo respuesta. Respiró hondo y se decidió entrar allí. Cuando entro, su sorpresa fue enorme, tanto que quedó boquiabierta.

- Ay Okami ¿Que le hiciste a la cocina? - dijo al ver el desastre que el niño dejo.

La cocina estaba totalmente hecha un desastre. Los platos estaban fuera de su lugar, más aquel que se rompió, el cuál fue que escuchó Seijun. Todo esparcido de un lado a otro, y de arriba a bajo. No existían palabras ni frase para describir esa escena.

- Estaba tratando de cocinar, tenía hambre y no despertabas - dijo bajando de los estantes de la cocina.

- Buen intento - dijo revolviendo los cabellos del niño - ¿Y que tal sabe? - dijo refiriéndose al intento de desayuno que tenía el niño en un plato.

- Creo que mejor cocina tú - dijo viendo el plato con náuseas.

Seijun se rió de ese pequeño, pero no por su fracaso, sino por el gran intento que hizo. Además de que no quería molestarla ni importunar el descanso de ella.

La mañana paso rápido, a pesar de que ella miraba por la ventana a cada rato, en busca de algún movimiento extraño en la zona. Claro, no era tonta como para seguir en ese lugar y tan indefensa. La mañana se la paso buscando lo necesario para irse de allí. A horas de medio día, estaba a punto de irse, con tan solo un morral con el dinero y por ropa.  El sonido de la puerta ser golpeada, y la violencia con que hablo aquella voz que le causaba tanto pánico, como asco, le indico que Zafar estaba allí.

Tomo al niño en brazos y se dirigió hacía la puerta de atrás, logrando burlar a este, quien al entrar se llevó la sorpresa de que no había nadie, no señal de que ella fuera a volver.  Volteo hacia la ventana, para ver cómo está emprendía su huida, se rió con burla y le pidió a sus hombres que la dejarán huir.

-Su eso quieres, Jugaré tu juego, linda - dijo con soberbia en el tono con el que pronunció aquella frase.

En el palacio Zen, estaba Daishinkan con sus deberes habituales y rutinarios de siempre. Serenidad, ese era uno de los caracteres que estaban la mayoría del tiempo al mando de su ser, pero aquella serenidad por primera vez en muchísimo tiempo, estaba siendo perturbada por pensamientos indefinidos para él.

De pronto la imagen y la sensación de tener a esa humana aferrada a su pecho, le venía a su mente ¿La quería en esa posición de nuevo? Se rió de ese pensamiento estúpido. No, el no sentía ese deseo como ustedes creen, era otra cosa más allá del simple deseo humano. Cuando se tiene algo pequeño he indefenso delante, el instinto humano es proteger, pero......... ¿Que instinto lo movía a él?  Era una gran incógnita para la forma de vida mortal, pero talvez era más sencillo de lo que cualquiera pensaría. Los mortales se guían del sentimiento, en cambio su especie era motivada por la lógica y la razón.  No, no quería sentirse así, a ratos cuando la imagen de Seijun se atrevía a allanar sus pensamientos, este sin darse cuenta, sonrisas adornaban su sereno rostro.  Sacudía la cabeza apartando de nuevo esos intrusos pensamientos, volviendo del todo a la razón de su ser. 

Nadie había tenido esos tipos de detalles con ella nunca, no sabía ni como se sentía que alguien hiciera algo por ella sin esperar nada a cambio. A ella también la invadieron las imágenes de él, su mente divagaba con uno o con otro recuerdo de las veces en qué lo había visto. Algo en ella que hace tiempo no brillaba en su rostro, se hacía presente, a pesar de estar huyendo como criminal y de haber perdido a su tía. Eran sonrisas, ellas eran las que vivían a resplandecer de nuevo en su lindo rostro.

Llevaba un par de días viviendo en un departamento en ese mismo planeta, se aseguro de que fuera un lugar alejado de aquella metrópoli.  Lo que ella no sabía, era que no perdían la pista de ella, y estaban atentos a cada movimiento que ella hacia. Algo tenían planeado, y al parecer ese evento estaba siendo contemplado ejecutar ese día.

Está vez eran 5 hombres y más fuertes que los anteriores. De casualidad Seijun se asomó por la ventana, y fue tan grande su suerte, que logro ver cómo estos ingresaban a la entrada del edificio. Rápido tomo solo al niño y un pequeño bolso de lado. No lo pensó dos veces, salió por la ventana, que por suerte tenía una plataforma con escaleras. Salió por allí y se metió por las ventana del pasillo, pues está estaba expuesta a la plataforma, así que por allí entro justo cuando los hombres se adentraron al departamento. Los burló, se escapó de entre la escalera de servicio, y salió sin ser vista. Corrió con el niño abrazado, hasta estar segura que estaba fuera de peligro.

- Solo corres peligro conmigo - le dijo.

- Vámonos de aquí..... No me gusta este lugar - dijo a Seijun.

- Claro, mejor vámonos de este lugar ¿Que tal otro planeta? - le dijo con una sonrisa.

- Si, vamos - le dijo otorgándole un beso en la mejilla a aquella joven que consideraba hermana mayor.

Furia, irá, deseo y frustración, eran los sentimientos que invadieron a Zafar en ese momento. Ya no aguantaba que la mujer que tanto deseaba, no podía ser suya. Ninguna mujer se le negaba, y si era el caso, las tomaba a la fuerza, pero Seijun era diferente, ella era la única que lograba burlar cada altercado hacia ella. Eso solo aumentaba su deseo, pues todos siempre quieren lo imposible, pero para él, no existía un no, él solo tenía lo que quería y ya. No entendía el por qué se negaba, después de todo, sería como una reina, tendría todo lo que quisiera, joyas, diamantes, lujos y cada capricho que ella le pidiera, a cambio de que solo fuera suya, dispuesta a darle y complacerle en lo que sus deseos carnales le pidieran. Ambos serían beneficiados, hasta estaba dispuesto a tener descendencia con ella, pues también necesitaba un heredero a sus chuecos negocios. Había grandes fortunas y negocios a los cuales dejar, y no tendría el hijo de cualquier mujerzuelas tramposa y ruin, ruin de la misma calaña que él. Estaba enloqueciendo, y está vez iba por todo o nada, era la última opción que tenía y la iba a usar, Seijun no le dejaba otra opción más que esa.

Tomó una nave hacia otro planeta, pues había una central en la que naves iban y venían como transporte entre planetas. Por suerte el dinero que Daishinkan le dió, le encontró un buen uso, su Libertad y la de ese pequeño. Había algo que no le quería contar al pequeño, pues no quería lastimarlo. 

Llegó a un planeta en qué los seres eran semejantes a anfibios humanoides, no era tan frecuentada por seres de la todos lados de la galaxia como en dónde ella nació, era más sereno y calmado, pues esa raza estaba muy buen evolucionada, y tenían el conocimiento y la enseñanza de que el combate y la pelea, eran maneras formas triviales y de poco intelecto, para resolver un problema. Allí se acomodaron ambos, en una casa en la que Seijun busco fuera apartada de el lugar donde más era frecuentado, en pocas palabras, la busco lo más aislada posible.  

Se tiró en la cama boca arriba y con los brazos extendidos hacia afuera de su cuerpo. Se sentía pesada, quería descansar, pues su vida esos últimos días habían Sido muy difíciles. Se dió la vuelta para posicionarse boca abajo, y sin querer, presionó con su pecho, el botón de Daishinkan, sin darse cuenta.






Continuara...................

Débil CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora