Alternativo -17: El Ki extraño.

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Mamá, sí, no se equivocó. Su bebé la llamó mamá. Esa simple y tan corta palabra tuvo una repercusión en su interior. Era madre, obvio iba a escuchar algún día ese título, pero ¿Que conllevaba este? No solo era un nombre que pronunciaba un pequeño, sino que todo un cargo, un trabajo, una responsabilidad. Todos esos meses lo estuvo aprendiendo, un bebé no es como las muñecas con las que jugaba de niña. Era mayor a eso, pero la recompensa era mejor.

Su trabajo como madre era recompensado con la ternura de su pequeño, con sus sonrisas, con que estuviera bien y no llorara por dolor, molestias o tristeza, esa era la mayor satisfacción que pudo tener.

Seijun no recordaba a su madre, pero según supo, esa mujer dió hasta su vida por ella, además de que la cuidó con todo el afecto que puede contener una madre por su hija. Bien sabía que no fué una bebé deseada, menos fué engendrada con amor, pero al nacer fue bien recibida por su madre y tía. De todas formas ella no era culpable de quién era su padre y quién maltrato a ese par de muchachas y secuestró de la tierra.

Que recordara, nunca pudo dedicar esa palabra a una mujer, así que sin más, lloró.

Lágrimas corrieron por sus mejillas mientras una expresión de confusión se apoderó de su rostro. Tenía la mirada perdida, la mente y el corazón a veces también.

Lloraba por lo cruel que fueron los inicios de su vida, lloraba por lo que le arrebataron antes de si quiera nacer, lloraba porque en parte estaba feliz. Al menos ese pequeño ángel hijo suyo podía tener eso que ella no tuvo y más. Una enorme diferencia que le alegraba.

Vesper comenzó a hacer pucheros al ver que su mamá lloraba. Bien se dice que un bebé siente cuando sus madre llora, siente su tristeza por tanto tiempo que pasan junto a ellas.

Por la mente del pequeño ángel pasó que tal vez lo que le dijo a Seijun estuvo mal, por eso quería llorar, porque hizo llorar a esa mujer que tanto quería.

En Daishinkan también había un gesto de desconcierto plasmado en su rostro. No entendía porqué Seijun lloraba. No supo que decir, en cambio parecía esperar que ella diera una reacción diferente al llanto, como una palabra al menos que le diera un indicio de los motivos para llorar.

-No, no vayas a llorar, pequeño. Sí, soy mamá -lo tomó entre sus brazos- Puedes llamarme así, y mira, a él debes llamarlo papá -le dijo apuntando a Daishinkan.

Daishinkan subió su mano al rostro de Seijun y pasó su dedo pulgar por sus mejillas para secar sus lágrimas. Vió que su bebé lo miraba como esperando una señal de su aprobación para llamarlo así a él también y le sonrió a Vesper.

-Si, pequeño. Puedes llamarme así -le dijo Daishinkan. Vesper se sonrió y sus ojos se llenaron de luz, una luz muy tierna.

-Papá -la palabra le salió a la primera.

-Si, lo dijiste perfecto -le dijo al acariciar la mejilla del pequeño angelito- ¿Estás bien? -le preguntó a Seijun.

-Si. Es que no me esperaba que esa palabra moviera en mí hasta los sentimientos más profundos -le dijo Seijun.

-Recuerdo la primera vez que lo oí de mi primera hija Cus -le dijo al sonreír- Entonces era inexperto, pero la sonrisa de ella me hizo comprender que ellos nos guardan un aprecio único en ese estado de inocencia pura. Ellos no distinguen si sus padres lo hacen bien o carecen de habilidades, pero de igual manera buscan vernos felices y cuando triunfan en ello, lo son ellos también.

-Eso suena lindo -le contestó.

-Lo es ¿O a caso no lo haz notado?

-Si, es fácil hacerlos llorar cuando creen que no estamos felices -respondió sin despegar su mirada de ese pequeño ángel que los miraba con ilusión a ambos mientras en su boca tenía su diminuto pulgar.

Débil CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora