-¿Qué puede arreglar si no queda nada? -cuestionó Seijun con todos sus esfuerzos por apartarse de Daishinkan.
-Queda todo... -le dijo- Escucha, yo no me llevé a nuestro hijo porque quería o por capricho. Zen Oh Sama me ordenó se lo llevara. Está prohibido que un mortal esté a cargo de un ángel en crecimiento. Incluso de cualquier divinidad.
De pronto Seijun se detuvo, alzó su mirada hacia la de él. Parecía querer escuchar lo que Daishinkan tenía para explicarle. Poco entendía de su ley y todo referente a su especie, pero estaba prestando atención. Quería creerle, quería que eso que Daishinkan contaba fuera verdad, pero simplemente no podía hacerlo.
-Me prohibieron tambien verte -confesó en un tono sereno.
-Está aquí -señaló Seijun- Eso es una mentira.
No, no era mentira, pero estaba. Los Zen Oh Sama le habían dicho que no podía ver a Seijun en su planeta, lo que significaba que en otro planeta no tenía validación esa regla, ese castigo impuesto.
Le explicó eso, ¿De verdad le creía? En el fondo si, pero sus ideas y todo en su mente le decía que mentía, que había que resguardarse de que le volvieran a hacer daño a su ingenuo corazón que se empeñaba en creer a esas palabras provenientes del ángel al que amaba tanto.
Pronto la liberó, ya no era necesario retenerla para obtener su atención a como diera lugar. Ella solita quiso creerle. Daishinkan avanzó en su explicación de los hechos, confesando tambien que no podía ver a su hijo por mucho tiempo. La primera pregunta que Seijun le hizo, fue ¿Quien lo cuida? A lo que Daishinkan respondió con una sonrisa para luego decir.
-Whis -se encogió de hombros- Él está cuidando de nuestro hijo. Está en buenas manos, eso tenlo por seguro, Querida.
-Perdón por... Golpearlo -agachó un poco su cabeza.
-¿Seguras tratándome de usted? -preguntó tomándola del mentón para levantar su mirada a la de él.
-Es que... No tengo excusas -se dijo al fin de caer en cuenta de que no existían razones para odiarlo ni estar enojada con él. Daishinkan era inocente de haberle quitado a su bebé.
-No, no las hay -agregó Daishinkan- Arreglaré todo esto, eso tenlo por seguro. Tu, Vesper y yo, volveremos a estar juntos un día.
-No soy eterna como ustedes Daishinkan, tal vez ese un día, para mí sea la vida entera. Tu mismo lo repites varias veces, un día para mí, es un pestañeo para tí -le recordó.
-Veras a Vesper antes de lo que esperas, ya verás... -se apartó un par de pasos, dando a entender a Seijun que estaba por marcharse- Y respecto de la eternidad... -se llevó su mano al mentón para meditar una idea lejana- Creo que mis reglas aplicarán en tí de una buena manera algún día también -sonrió de manera jovial.
-Creo que no entendí nada de lo que acabas de decirme -murmuró. Daishinkan rió discretamente en silencio. Sabía y conocía lo que significaba esa frase para él, eso bastaba, Seijun lo descubriría por sí sola después.
-Nos vemos luego, Querida. Al menos mientras no estés en el planeta en que vives, podré verte -le sonrió.
-Eso me hace querer no volver más allí -confesó con una sonrisa que tenía dos matices distintos. Uno era la picardía, que debajo disfrazaba a la melancolía a lo lejos- Estaría muy sola allí. No lo soportaría.
-Resolveré eso... -le dijo, se despidió y se fue así como llegó, en silencio, pero esta vez con un gran peso fuera de su alma.
Seijun al quedar sola de nuevo, pero esta vez con una sonrisa, se dió cuenta de algo. ¿Dónde estaba Okami? Se suponía que lo estaba cuidando, más bien mirando mientras respiraba un poco de aire fresco. Y lo había perdido de vista.
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Débil Corazón
FanfictionUna chica humilde pero de puro corazón, en un planeta lleno de vicios y lujuria. Donde menos sé lo esperaba allí la encontró Daishinkan, un pequeño trato lo llevará a descubrir que los mortales no son como el pensaba. Amor, él no comprendía el signi...