Alternativo -19: Los atacantes.

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Unas cuatro naves que bajaron de una nodriza aterrizaron en la superficie del planeta un una semana después de que Okami advirtiera a Seijun de las posibilidades.

Tres sujetos bajaron de cada una. Uniformados con aquella armadura del ejército de Freezer. Eran de apariencia variada de cada rincón del universo, habían desde pieles verdes a rosas, cabellos de colores o pelones, manchas en la piel y franjas, a garras y escamas. En fin, una gran variedad en especie alienígena.

Un sujeto alto de complexión robusta y grande de piel color azul marino, manchas verdes en los hombros y cabello albino, usó su radar para verificar si había algo en el planeta, llevándose una gran sorpresa.

-Creo que no estamos solos como nos dijeron. Este planeta tiene habitantes, por lo menos un par -dijo en una voz ronca- La verdad me resulta interesante esto. No estamos ante habitantes cualquieras... Uno es muy débil, pero el otro tiene un poder descomunal -les informó al resto con una sonrisa ladina.

-¿Por qué sonríes? Que no ves que ahora tendremos trabajo para deshacernos de ese ser -le dijo uno delgadito de haha estatura que salió de detrás de la nave principal. Este tenía una apariencia más humana, solo que su piel era naranja y su cabello verde agua.

-Tal vez para ti sea tedioso, pero para mí es solo un estorbo del que fácilmente me puedo deshacer -le contestó.

-Acabas de decir que tiene un poder descomunal -le recordó.

-Él tiene razón -uno de voz chillona habló desde atrás de todos.

-Será divertido... no para ellos, pero para mí sí -rió el sujeto antes de emprender vuelo con sus compañeros detrás.

Al otro lado del planeta estaban Seijun y Vesper a la sombra del enorme árbol que estaba centrado en el lago.

Seijun estaba sentada con la espalda contra el trono del árbol, mientras que Vesper estaba sentado sobre la raíz enorme que salía desde la tierra cerca de la orilla y se sumergía en el agua. El pequeño ángel miraba esos peces de colores que nadaban entre raíces, mientras el fondo era forrado por piedras que parecían diamantes de colores en contraste de la luz del sol. Le daba mucha curiosidad esos pececitos, más solo los miraba por aprendizaje, uno a uno nombró la especie de pez que eran. Era inteligente.

Seijun solo lo miraba desde su lugar, ambos allí debajo en conjunto de las brisas que bajaban desde las montañas y traían consigo pétalos de flores, les daban tanto a madre como hijo, una apariencia mística como de un par de hadas que vivían en la clandestinidad de su magia. Y es que los dos eran muy tiernos, eso ayudaba mucho.

Vesper sintió algo de pronto. Si mirada se tornó sería mientras miraba hacia el frente, sintió una energía, una muy fuerte para ser cualquiera. Fue desagradable esa sensación. Miró al instante a su madre y voló hacia ella.

-Madre -le dijo y Seijun le prestó atención- ¿Podemos volver? -le pidió mirándola fijamente con seriedad.

-¿Te pasa algo, cariño? -le preguntó al verlo un poco raro.

-Solo quiero volver a casa, ¿Podemos? -insistió. Vesper en ocasiones, podía tener la seriedad de un adulto cuando la situación lo requería.

-Claro -contestó mientras se disponía a ponerse de pie, Vesper le tendió la mano y la ayudó.

De camino a la casa caminaban, no era muy lejos, solo media hora a pie como máximo.

Durante el camino Vesper seguía serio, caminaba un poco rápido y le insistía a Seijun que quería llegar pronto. Ella estaba sospechando de la conducta extraña de su hijo, pero cada vez que preguntaba le decía que no era nada.

Débil CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora