Seijun quería oponer fuerza, pero sus esfuerzos eran en vano. Le tenía de las muñecas contra la pared y besaba su cuello abrupta y bruscamente, Seijun intentaba empujarlo con sus piernas, pero no podía contra el gran tamaño de Zafar. Este le sujeto las piernas y las puso a la altura de su caderas, comenzó a acariciar una de sus piernas desde el mismo hacia arriba, deteniéndose justo donde quedaba el límite de su vestido. La tomo por las mejillas muy fuertemente y le volteó la cara hacia la de él.
Comenzó a besarla en la boca contra su voluntad, Seijun cerraba los ojos con asco y repulsión hacia esa lengua que entraba en su boca. Arrepentimiento, eso le llegó en ese momento, ¡Que tonta! No debió haberle dado el botón a Daishinkan, en este momento sería otra boca la que la besara, pero por sus arrebatos, estaba en esa situación. Ya caía en cuentas de lo que estaba por suceder, no pudo evitar dejar escapar un par de lágrimas, mientras ese tipo se abría paso entre su cuerpo.
Le soltó la otra mano y el rostro, para desprender de un jalón la parte superior de ese vestido ajustado, dejándola con el torso solamente cubierto por el sostén.
- ¿Ni una sonrisa para mí? - pregunto Zafar en modo irónico y burlón hacia su víctima.
- Jodete - fue lo único que le dijo Seijun para luego escupirle en la cara.
- ¡Eres una estúpida! - le gritó apartándose de ella para poder limpiarse la cara, pues en su ojo izquierdo había caído es escupitajo.
Seijun aprovecho para salir de ese rincón, pero éste la tomo por la cintura y la empujó contra la pared de nuevo, golpeándose la cabeza con esta. Quedó aturdida por el golpe, solo escuchaba zumbidos en sus oídos, sentía como Zafar estaba quitándole lo único que le cubría el pecho, dejándola al descubierto el su totalidad esa parte.
- Detente - fue lo único que pudo decir con gran esfuerzo, pues no podía ni hablar. Los ojos los tenía entre cerrados, pero pudo sentir como un líquido espeso, escurría desde su cráneo hasta su nuca, humedeciendole el cabello pegándose a su nuca también. Con gran esfuerzo se llevó las manos a esa zona, tocándose esos cabellos, luego llevó esa mano y la puso delante de sus ojos, con gran esfuerzo sincronizó sus ojos para ver las puntas de sus dedos de un color carmesí. ¡Era sangre! Tenía herida la cabeza, ese golpe ocasionó ese mal.
- ¿Por qué detenerme? ¿No ves que apenas comienza la diversión? - dijo en un tono que apenas y pudo escuchar Seijun, pues a cada rato oía menos y percibía menos lo que pasaba en su entorno.
Miraba por su baculo, buscándola en el planeta en qué la dejo la última vez. No estaba, no la veía, se decidió en ir a ver por sus propios ojos, pues no creía lo que este le mostraba. Llegó allí y no la encontró, decidió rastrear su Ki, pero allí no la sentía. ¿Se habría ido? Puede ser, estaría tan enojada con él, que se fue por si el volvía. Pero...... ¿Y si no era así? ¿Que tal si fue secuestrada por ese hombre? No veía indicios de que allí hubiera una lucha, secuestro o cualquier señal que le indicara éso. Se llevó la mano al mentón analizando la situación, no entendía que pasaba allí, no espero a tener una respuesta allí, y se decidió a buscar su Ki, al rededor de todo el universo. Se concentro en ese Ki tan débil, pues debía buscarlo minuciosamente. Abrió los ojos rápidamente al obtener la radiación de ese Ki, ya sabía dónde estaba, saco su baculo de nuevo, y allí fue cuando vio algo que no le gusto para nada.
- No vas a decir nada - le decía en el oído, para luego retroceder sentandose para quitarse el saco de ese traje. Ya sin este, iba a proceder a romper la parte del vestido que le cubría la parte inferior. Puso su mano tomando una parte del vestido justo en su cadera, jalaba lentamente esa tela, rompiéndola con gran placer de escuchar como está se rompía.
Justo cuando iba por la mitad, una fuerza lo derribo contra la pared.
- Usted es un poco hombre - apenas y pudo escuchar Seijun a lo lejos - solo puede tomar algo que le no le corresponde mediante la fuerza ¿Que no le da vergüenza?
Con gran esfuerzo abrió los ojos para verlo a él allí parado frente a Zafar defendiendola de ese hombre, si así se le puede llamar. Tenía como siempre las manos tras la espalda, pero cambiaba el hecho de que su voz se oía amenazante como nunca la avía oído.
- ¿Tu crees que te temo? ¡Enano! ¿Quien te crees que eres para meterte dónde no te corresponde? - dijo Zafar quien permanecia en el piso con la boca sangrando. Tenía la mano metida tras la espalda, y en un momento a otro la saco disparando un arma contra Daishinkan.
Las balas solo se detuvieron en el aire delante de este, y dió un par de pasos hacia él. Lo levanto del suelo con un movimiento de su mano, dejándolo suspendido en el aire. Apretó su puño dejando a Zafar con el aire cortado. No podía respirar, la mano se la llevó a la garganta, dejando caer el arma al suelo.
- Verá, hay cosas que solo los hombres de verdad entenderían, pero usted no le llega ni a los talones al más miserable - dijo para luego hacerlo desaparecer reduciéndolo a polvo que desapareció de la nada.
Daishinkan se volteo a ver a Seijun y frunció el entrecejo al ver el estado en qué la habían dejado ese infeliz. Puso una rodilla en la cama para verle la cara y confirmar que estuviera conciente. Le aparta los cabellos del rostro delicadamente y confirmo que respiraba, pero también vio la herida que le robaba la vida. Debajo de ella había una gran mancha de sangre en las sábanas, no le gusto para nada como la vio, materializó una manta para cubrirla y se la llevó a el planeta en qué ella vivía.
Al llegar allí, de inmediato sano sus heridas, la había recostado a Seijun en su cama, así que luego de eso solo materializó ropa sobre ella, y se sentó en el borde de la cama a esperar a que reaccionara. Tardo mucho, la verdad es que estaba agotada, pudo haberla despertado con su poder, pero prefirió dejarla descansar.
- ¿Se siente bien? - dijo cuando está abrió los ojos, mientras que él sin despegar los ojos de la ventana.
- ¿Daishinkan? - dijo confundida, no sabía cómo ni cuando había llegado allí de nuevo. No lo iba a negar, le alegro mucho verlo, pero no recordaba haberlo visto desde aquel día en que él se fue, mejor dicho, el día en que ella lo mando al carajo.
- No me respondio - dijo Daishinkan volteado a verla.
- Si - se limito a responder.
Había incomodidad entre ambos, no sabían que decirse entre si ninguno. Seijun se levantó y salió de la habitación, haciéndole señas a Daishinkan para que la siguiera.
Fueron hacia afuera, justo debajo de un árbol, a la sombras de este. Ella quería un poco de aire fresco, pues estuvo un poco más de un día en cautiverio, sin aire y sin luz durante ese tiempo.
- Disculpas ..... No debí decirle lo que le dije - dijo arrepentida y sin querer mirarlo a los ojos.
- Daishinkan dejo salir un suspiro y dijo- no tiene de qué preocuparse........ Respecto a eso ¿Es cierto lo que me dijo? - pregunto mientras buscaba la mirada esquiva de Seijun.
- ¿A qué se refiere? - pregunto ruborizada, pues sospechas no le faltaban de lo que él se refería.
- De que......... Yo la enamoraba - dijo entre una pausa meditativa para asimilar lo que pudiera pasar luego.
- Daishinkan yo.......... Si ... Usted mueve sentimientos en mi que nadie nunca lo había hecho - dijo apoyando la espalda a él árbol y aumentando el rubor en sus mejillas.
Daishinkan se quedó pensando un momento. Un amor con una mortal ¿Valdría la pena? Ella solo viviría poco en comparación con él, su vida junto a ella sería un parpadear de ojos para él. ¿Que si valdría? ¡Claro que sí! Después de todo, ella fue la única en el multiverso que logro mover eso en él. Daishinkan se sonrió al ver a Seijun así y solo se acercó a ella un poco.
- Entonces es eso...... - murmuró para si mismo y para ella también, mientras que en su cara estaba dibujada una media sonrisa que fue abruptamente borrada tras una pregunta con la que lo atacó Seijun.
- ¿Y usted? ..............
Continuara................
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Débil Corazón
FanfictionUna chica humilde pero de puro corazón, en un planeta lleno de vicios y lujuria. Donde menos sé lo esperaba allí la encontró Daishinkan, un pequeño trato lo llevará a descubrir que los mortales no son como el pensaba. Amor, él no comprendía el signi...