Alternativo -4: La extraña.

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Esa noche estaba pensativa. Estaba sentada en el sofá, con el bebé acostado sobre una manta en su regazo. Lo miraba pensando en lo que le dijo Daishinkan respecto al ruido afuera "no es nada de relevancia" le volvió a contestar. ¿La quería proteger de algo o de verdad no era nada? No lo creía, lo decía con una seriedad y severidad que le daba escalofríos imaginar que podía ser. ¿Podía estar en peligro su hijo? Apartó esa idea de su cabeza, no le haría bien pensar en ese tipo de cosas.

-Solo tienes un día de nacido, y ya me preocupas -le dijo acariciando la mejilla del pequeño ángel con su dedo- Dai... -lo llamó.

-Dime.

-No duerme. Cuando no estés, ¿Cómo haré para cuidarlo si yo necesitaré dormir? -le consultó. Él le estaba enseñando cosas respecto a que hacer para adaptar a un bebé ángel a él cuidado de una mortal. Entre esos métodos, ya le había explicado que la leche materna que ella producía, lo calmaba, y que no debía mimarlo mucho, pues era una raza independiente, que debería él buscar hacer cosas por si solo mientras crecía.

-¿Ves todo esto? -apuntó a una caja sobre la mesa frente a ella.

-Eso lo hiciste aparecer en la mañana. No he visto que hay en ella -respondió.

Daishinkan metió la mano en la caja, buscando algo entre lo que había. Sacó un chupete, eso parecía a ojos de Seijun. Lo era, pero con un funcionamiento más beneficioso que entretener al bebé.

-Cuando se lo des, él dormirá -le explicó- Cuando quieras que despierte, debes quitarlo de su boca. Puede despertar además, cuando hay mucho ruido a su alrededor, como cualquiera, también si se le cae. Pero te advierto, no debe permanecer mucho tiempo al apropiado durmiendo -resaltó la advertencia con gravedad.

Del resto de las cosas, eran normales, al menos la mayoría. Entre las normales, pañales, mantas, ropa, etc. Le dió todo lo que necesitaría. Era anticipado para cualquier cosa.

Daishinkan le colocó el chupete en la boca y a los segundos se fué durmiendo. Debía admitirlo, se veía adorable así dormido. Si era tranquilo y tierno, así era doblemente lo anterior. Lo envolvió en una manta y lo llevó a la cuna que al entrar a la habitación, notó junto a su cama. Lo arropó muy bien y se sentó a un lado solo viéndolo dormir. 

Días después, como le prometió a Okami, se quedó con ellos. Pronto Seijun se amoldó al bebé. Aprendió a como tratar a su hijo y como hacer lo demás sin inconvenientes. A veces le parecía un poco aburrido no salir mucho. Antes de conocer a Daishinkan, ella trabajaba. Si, talvez la trataban con esclava o se sentían con el derecho de tratarla mal, como mendiga, pero salía, veía su alrededor, que aunque fuera un ambiente dañado, era bueno. Ahora no tenía que trabajar, todo se lo daba Daishinkan, todo lo que pudiera necesitar, él se lo daría. Antes necesitaba tanto, ahora nada. No es que extrañara la vida que tenía, ni mucho menos no querer al bebé, pero al menos no tenía miedo como ese.

Si, miedo. Eso era la verdadera razón por la que no salía a disfrutar de tantos maravillosos mundos que estaban al alcance. Antes talvez estaba en juego su vida, ahora la de su bebé. Esos ruidos que Daishinkan le ocultaba, le daban una mala sensación, como un instinto que le decía "¡Cuidado!", "¡Alejate!". ¿Cómo ignorar eso? Podía estar en peligro. Y exponerse ella y dejarlo a su suerte, tampoco era opción. Esa era la verdadera razón.

-Quiero cargarlo -le pidió Okami a Seijun al jalar de su vestido y apuntar hacía la cuna del pequeño ángel. Seijun se encontraba lavando trastes.

-Está bien -le sonrió y se lo llevó de la mano hacia allá. Me pidió que se sentara sobre la cama y este le hizo caso. Tomó al bebé de su cuna, y cuando estaba a punto de ponerlo sobre el regazo de Okami, un golpeteo se escuchó.

Débil CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora