Díez

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Tranquila, serena, pacífica, así se sentía en ese planeta. Se quedó dormida al instante en qué se dió vuelta, estaba dormida de lado, usando su brazo como almohada. 

Daishinkan atendió al llamado, encontrándose con ella en ese estado. Mentiría si él no pensará que estaba en peligro, fue una pequeña sorpresa haberla encontrado así ¿Por qué lo llamó? No estaba en problemas, no era necesario  ¿talvez si necesitaba algo y por esa razón lo llamo? Pensó.

Una sensación muy extraña sintió cuando vio a esa mujer dormida, no sabía que era, pero se sentía agradable. No sabía si irse o esperar a que despertara. Su cara se veía tan serena mientras dormía, como si ninguna preocupación llegará a invadir entre sus sueños, sus oscuros cabellos le cubrían delicadamente un ojo, mientras que su otra mano la tenía bajo su mejilla.

Él estaba parado junto a la ventana con los brazos tras la espalda, por la ventana entraba una brisa suave, que mecía las largas cortinas tras él. También entraba la luz de Sol, que reflejaba la sombra de los barrotes de la ventana en el piso, junto con su silueta en el centro. No pudo evitar sonreír cuando la vio, estuvo a punto de irse, cuando una brisa soplo fuerte y su cabello cayó totalmente sobre su rostro, cubrirndoselo por completo. Ladeó un poco su cabeza mirándola con curiosidad, algo muy atrevido según él, se le ocurrió hacerle.

Se aproximó hacia ella y se detuvo justo a un lado de la cama, acercó su mano izquierda a ella, a medio camino la detuvo, pero siguió sin darse cuenta. Con sus dedos movió el cabello que cubría su cara, haciendo que está abriera los ojos. De inmediato volvió su mano de nuevo tras su espalda, pero está volvió a quedarse dormida. Soltó un suspiro, pues temió ser descubierto por ella ¿Como reaccionaria? Las veces en qué se le había acercado, ella reaccionaba de mala manera.

Era la primera vez que le tocaba el rostro, incluso la tocaba por primera vez, por motivación propia. Cuando hizo eso, su mano paso desde su frente hasta su oreja, pues allí deposito su cabello. Estaba pensando en levantarla, pero despidió esa idea, por qué de seguro estaba muy cansada y se dió la vuelta para marcharse de allí.

- ¿Que hace aquí? - escucho detrás de si.

Daishinkan se dió la vuelta con una sonrisa y dijo.

- Usted me llamo......

- No, claro que no - dijo sentandose , mientras peinaba sus cabellos con sus dedos.

- Si, usted lo hizo. No lo niegue  - dijo dedicándole una mirada sería - dígame ¿Que necesita? - pregunto.

- Nada... En serio, yo no lo he llamado - dijo sería, no mentía y estaba confundida.

- De seguro fallo el botón que le di - dijo llevando su mano hacia su mentón - ¿Me lo pasa por favor? - se lo pidió.

Seijun se lo quito del cuello y se lo dió a Daishinkan. Daishinkan lo miro de un lado a otro, examinando el fallo de ese dispositivo, pero no encontraba nada que explicara el error.

- Supongo que usted lo presionó sin querer ¿Verdad? - dijo como única lógica a ese evento.

- De seguro .......

Mentiría si negara que por una extraña razón, cuando despertó y lo vio, su corazón se aceleró. Ella lo vio cuando le tocó el rostro, pero prefirió no decir nada de lo que vió, pues sería incómodo para ese sujeto. En ese momento estaba alegre de tenelo a un lado, claro no sabía que era ese sentimiento, sin saber que a eso se le llama estar enamorada. Las manos le sudaban cuando él le dijo que no lo negara, pero simplemente no presto atención a ese reproche, pues estaba distraída en otra cosa. Se perdió en la mirada profunda de ese tipo, aquella mirada color lila, que era como un mundo desconocido y misterioso, pero a su vez un lugar en el cuál quedarse sin preocupaciones. Era solo ella quien se sentía así, pues esa mirada para los dioses más fuertes del multiverso, era lo más aterrador de la creación. Sus gestos, esos gestos que hacia al hablar, la hacía alucinar en mundo de colores.

Débil CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora