Los meses han pasado y esto de vivir juntos no a sido más que un pesar, nunca estamos de acuerdo e incluso siento que nos vemos menos porque cada uno esta ocupado en sus respectivas carreras.
Lo único que sigue igual es el amor que sentimos. Incluso cuando lo estoy odiando siento que lo amo más.
—Mike, ¿por qué mierda te cuesta mucho limpiar la taza después de hacer pipi? dejas todo salpicado —le grité, verdaderamente frustrada—, odio entrar al baño y tener que limpiar, además apesta a orines.
Su la maldita cara que siempre hace cuando lo regaño.
—Y yo te he dicho a ti que no quiero ver tus cabello por donde quiera que voy.
Lo seguí hasta donde estaba.
—¿Sabes por qué se me cae el cabello? ¡Por ti! —le grité, me miró sin entender—, se me cae porqué tu me llenas de estrés.
—¿Yo te lleno de estres? —gritó, poniendose frente a mí queriendo demostrar autoridad—, tu me hartas, apenas llego de la universidad y trabajo y no paras de gritar.
—No lo hiciera si simplemente fueras más ordenado. ¡No vives solo!
—Por desgracia.
Ambos nos quedamos callados, en eso habíamos quedado cuando alguien decía algo que podría herir al otro o que simplemente no quería decir pero gano el enojo. Decir algo más era cruzar otra linea la cual no volveríamos a pisar.
Pero hable...
—Idiota.
Y entonces pasó, nos besamos, nos besamos con una pasión desenfrenada que no sabía de donde sacamos. Me subió a una pequeña barrita que teníamos para desayunar y abrió mis piernas para meterse entre ellas.
Tiré su cabello con fuerza hacia atrás y besé su cuello a mi antojo, una de sus fuertes manos tiro de mi vestido, al segundo, me quitó el sostén y mis pechos estan expuesto a él.
Sus manos y labios viajaron a ellos y chuparon y mordieron sacandone suspiros de placer. Sus traviesos dedos entraron sin pedir permiso a mi zona intima y yo estaba que explotaba porque entrara en mí.
—Ya follamé —pedí entre pequeños gemidos.
Me llevó hasta nuestra cama y por fin me hizo suya. Ambos sudorosos y con la respiración agitada nos quedamos desnudos sobre la cama mirando al techo.
—Perdón por lo que dije, sabes que no pienso eso. Me dolería si te fueras.
—Lo sé —dije porque realmente lo sabía—, hemos estado pasando poco tiempo juntos es solo eso.
Me incorporé en la cama mientras tapa mis pechos con la sabana. Él me miraba facinado como cada vez que terminabamos de tener sexo, amaba eso.
—Te prometo ser más conciente —dijo serió—, apoyar más en casa.
—Y yo ser más considerada. Sé que te esfuerzas.
Sonreímos.
—Definitivamente es el inicio de una vida juntos.
ESTÁS LEYENDO
Sueños más salvajes
Teen FictionElla era fuego y él era hielo, entonces ¿quién quema a quién?