Fue algo incomodo el ver como Mike leía con cautela cada una de las cartas que le hice, porque aunque seamos novios me da pena que se de cuenta lo tonta que estaba por él.Me sonrió.
Recuerdo bien como me tiro de mi mano, para tomar mi cintura y besarme como si fuera la primera vez.
—Lamento haberme tardado en verte de esa manera —dijo, aún muy cerca de mis labios—, aunque en el fondo sé que siempre fuiste tú.
—¿Entonces no crees que soy muy ñoña?
Soltó un bufido.
—Esa no es la razón por la que creo que lo eres —Bromeó, fingí indignación.
Lo empuje con mi puño pero ni siquiera pude moverlo un centimentro, en su lugar él volvió a tirar de mi solo para poder besarme.
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Sueños más salvajes
Ficção AdolescenteElla era fuego y él era hielo, entonces ¿quién quema a quién?