Sueños más salvajes

T R E I N T A Y S E I S

Hola, Mike.

No voy a mentir; ayer al ver como golpeaba a Nathaniel después de vernos besar, me siente tan especial por un segundo.

Era por mí por quién yo pensé peleabas, y me sentí como una princesa en ese momento.

Me sentí como Fiona para ser exacta; una princesa que está en manos de un poderoso dragón y tiene que ser rescatada por un guerrero, o un ogro.

La sensación de ver cómo cada golpe tuyo hacía él era eléctricante; era cómo tocar un botón en algo dentro de mí que hacía que esa pequeña parte que te odiaba y guardaba rencor desapareciera porque sentía que de algún modo te importaba.

Aunque esa misma sensación se peleaba con la de la preocupación y el miedo; ese maldito que me entraba cada vez que Nathan te de volvía el golpe haciendo que jadeos de dolor por tu parte retumbaran en mi oído.

Varios chicos en el lugar ayudaron a separarlos.

Tú ya habías acabado de dar tu espectáculo cuando fui a tu encuentro para ver si estabas bien, si necesitabas algo, si me necesitabas a mí.

Con la respiración al millón, las mejillas sonrojadas, leves golpes en el rostro y un labio partido; me miraste inexpresivo y farfullaste: “Eras mía y permitiste que otro tocara lo mío; ahora ya no eres especial, eres otra del montón”

Así que comprendí que no peleabas por mí, peleabas por tu orgullo.