63 | Alcohol en la herida

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Los nudillos de mis dedos están rojos y tienen pequeñas cortadas por doquier; arden, pero la molestia es mínima en comparación a la opresión que siento en el pecho ante el rechazo de Sasha.

Tomo una bola algodón y la remojo en alcohol, seguido, lo llevo a las heridas quitando la sangre seca que se había hecho.

Trato de no pensar, de no recordar pero no tengo mucho éxito.

Es que sí Sasha no hubiera sido tan insistente y yo tan menos flexible nada de esto hubiera pasado, pero no, estoy tan tonto por ella que accedo a todo lo que me pide.

Añado más alcohol a la herida de tan solo recordar toda la mierda que tengo encima y, al sentir el ardor en mi piel, llega a mi la imagen de Sasha con los ojos llorosos.

Ella había insistido tanto en ir a un antro, yo solo quería ver al partido de fútbol en su casa mientras comíamos golosinas, Sasha dijo que eso era egoísta de mi parte porque a ella no le gustaba el fútbol por lo que llegamos al acuerdo —debido a su insistencia— y quedamos en después de ver el partido ir de antro un par de horas.

Al principio todo marchaba genial, incluso cuando llegamos al antro y Sasha se había puesto un vestido que hacía que se viera como una maldita diosa y que fácil le robaría mil suspiro a sinfín de personas, todo marchaba bien.

Los tragos de vodka fueron buenos y conforme pasaron las horas iban mejorado, la música era buena y los movimientos de Sash eran fenomenales, en mas de una ocasión tuve que contener mis instintos animales para no llevarla hasta los baños y levantarle el vestido.

En un dado punto de la noche el calor comenzó a elevarse y, para las doce y media de la noche, ya había mas gente ebria que parcialmente sobria. 

El lugar estaba completamente lleno y el chocar con otras personas e incluso bailar con desconocidos al compás de la música era normal, por eso no me moleste cuando unos tipos del tercero mundo querían bailar con mi chica aunque de igual manera la aparte de ellos.

La madrugada le siguió y cuando menos me di cuenta, estaba en la barra pidiendo un par de tragos y al volver a la pista donde había dejado a Sasha, me encontré con unos tíos bailando con ella; la tocaban y miraban de la manera más sexual posible y lo peor de todo es que ella reía divertida cuando en mi todo estaba haciendo erupción.

Tiré los tragos de whisky al piso, y sin dudar, caminé hasta donde ellos, jale del antebrazo a Sasha para apartarla de esos idiotas...

—¿Qué te piensas que estás haciendo? —grité, medio por el volumen fuerte de la música y medio por el enojo en mi sistema. Me miraba estupefacta.

—¿Qué estás haciendo tú? —preguntó desviando la vista hasta su brazo, el cual sujetaba—, me estás lastimando.

El corazón me latía a mil por hora, solo tenía en mi mente la escena de esos tíos tocandola y ella disfrutando de ello. Estaba cegado por los celos.

—¿Por qué estabas dejando que esos idiotas te tocarán? —farfulle, sentía mi cuerpo entrar en tensión y más cuando detrás de mí estaban aquellos gritando «eh, déjala volver a la pista, colega». Imbéciles.

—Solo estaba bai-lan-do —aclaró con tono arrogante—, nada más, no seas exagerado que nadie me tocaba o ¿crees que soy una cualquiera que se deja tocar por todos?

Su altanería y manera tan impersonal de responder a algo que me afecta tanto me hizo responder sin pensar.

—Pues no me das motivos para creer lo contrario.

Segundos después de haber tirado la mierda, ella me miró sorprendida pero más dolía que eso, sus ojos no tenían el enojo que esperaba hiciera efecto en ella sino decepción, y fue entonces que supe que la había liado...

Sueños más salvajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora