Hola, mejor amiga.
Quería escribir sobre tu labial rojo.
Sí, ese que tenías puesto ayer por la noche, en conjunto con una increíble vestido color blanco que sin lugar a duda le saca suspiros a más de uno.
Tus ojos color esmeralda resaltaban en el lugar dejandome anonadado por tan exótica belleza.
Belleza que anteriormente no había notado; no sé si era por el alcohol o qué hace mucho tiempo no centraba mi vista en ti.
La fiesta universitaria se puso candente al notar tu llegada.
No eres de esas típicas chicas que son el centro de atención pero ayer vaya que te la llevaste toda, y no sólo la de los chicos sino también la de las chicas en especial la de Alissa.
Recuerdo que te sentaste a lado de Nathaniel, uno de los populares del campus contrario al nuestro, y en ese momento sentí como todas mis entrañas se encogían al mismo tiempo que sentía la bilis recorrer mi garganta.
No entendía, como mierda estabas tan sonriente con él y no conmigo; hasta que fui a tu lugar y me posicione frente a ustedes.
Iba hablar contigo sobre todo y a la vez sobre nada, siendo sincero solo necesitaba tenerte cerca, pero entonces te pusiste de pie, mostrando una faceta tuya que nunca antes había visto; una salvaje, fuerte y dominante.
Levantaste tu mano e hiciste un ademán mientras farfullabas un gélido «no», y tomando a Nathan de su mano desapareciste de mi vista.
Y fue entonces que lo entendí.
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Sueños más salvajes
Teen FictionElla era fuego y él era hielo, entonces ¿quién quema a quién?