C A T O R C E

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Hola, mejor amigo.

Hasta me queman los dedos poner «mejor amigo» después de lo ayer.

Iba caminando de vuelta a casa después de una larga jordana de trabajo; cuando te ví.

Ahí, frente al puente que da un linda vista a un río, estabas de espaldas a mí con un cigarrillo en mano; mirando con tranquilidad el agua pasar.

Caminé pasos lento a tu encuentro, solo quería tocar tu hombro, que voltearas a verme y que el mundo se detuviera en ese instante.

No obstante, al escuchar la voz de tu amigo Harold, me di cuenta que no estabas solo, no es mi culpa; alumbras tanto como la luna que opacas cualquier estrella.

Así que decidí no hacerlo, no hablarte para no molestar pero sin querer o queriendo en mi subconsciente, escuché lo que hablan.

Hubiera deseado jamás haber escuchado nada.

«—¿Y tu mejor amiga? —preguntó Harold, quién lanzaba rocas hacía al río, muy concentrado; como si su vida dependiera de ello.

—¿Cuál mejor amiga? —le preguntaste con desdén. Llevaste el cigarrillo a tus labios y diste una gran calada.

—Sasha Montgomery —pronunció el pelirrojo mi nombre como respuesta. No sé la razón pero él giró un poco haciendo así que pudiera percatarse de mi presencia; me vió perplejo.

Ya nada se podía hacer, tú ya habías pronunciado tu respuesta.

Soltando el humo del cigarro, farfullaste:

—Ella no es nada mío.»

Ahora, tú tampoco eres nada mío.

Sueños más salvajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora