Hola, Mike.
Ayer de camino a casa te vi en la parada de autobús; estabas sentando en una banca mientras sostenía la mano de Alissa.
Mi corazón latía con fuerza contra mis costillas y sentía la presión en mi pecho por la ganas de vomitar.
Porque no voy a negarlo; te mirabas feliz.
Sonreías y platicabas animado, pero no conmigo sino con ella, siempre con ella.
Alissa tenía su mano entrelazada con tuya y podía ver y hasta sentir como ella se aferraba eso con su vida, y lo sé porque yo hacía lo mismo cada vez que juntabas tus dedos con los míos.
¿Era posible que ella te amara de verdad?
Y como si el destino hubiese escuchado; ella te miró, sí, te miró como si fuese su mundo, como si al ver traves de ti significara ver al cielo y descubrir que siempre a habido algo mejor allá.
Como si tú fueras su héroe...
Cerré mis ojos con fuerza y caminé en dirección contraria; huyendo de ti, de ella, de ustedes y de todo lo que tú y yo no podíamos ser.
Me rehúso aceptar que te perdí, porque nunca te he tenido y merezco tenerte; merezco que me des la oportunidad de demostrar que soy para ti.
No es egoísmo, porque sé que ella no es la indicada para ti.
Ustedes no son compatibles; tú eres capricornio y ella es una zorra.
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Sueños más salvajes
Ficção AdolescenteElla era fuego y él era hielo, entonces ¿quién quema a quién?