52 | Loco por ti

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Sabía que nada sería lo mismo con mi Sasha sino arreglaba los errores que había contenido en el pasado.

'El borro y cuenta nueva' no cuenta sino borraste bien antes de comenzar a escribir pues se puede percibir que antes hubo un error.

Quería de verdad empezar de cero con ella, no tener miedo de decir o hacer algo que poca en jaque todo.

Quería volver a ese tiempo donde éramos mejores amigos y no había nada de lo que no habláramos, pero ahora, sumándole mis sentimientos que espero prontos sean correspondidos.

Así hice lo que mi mamá me hubiera consejo; le pedí perdón, y sobre todo me perdone a mí.

Eran las tres dieciséis de la madrugada cuando decidí salir de casa a caminar, caminé largo rato buscando las palabras que le diría a Sasha, tendrían que ser palabras profundas pero no exageradas; se burlaría de mí.

Fue más difícil de lo que pensé, en el trayecto parecía idiota caminando por las oscuras calles como si ellas me dijeran las palabras correctas.

Pasé muchas ventanas hasta que llegué a la suya, no lo dude mucho y me subí al tronco del árbol como Tarzán, toqué un par de veces la ventana y cuando menos lo esperaba su rostro pareció en mi campo de vista, y no voy a mentir se miraba soñolienta y podía decir que tenía un poco de baba seca en el rostro, pero aún así mis sentimientos por ella estaba a flor de piel y lo sé porque no dejaba de sonreír como idiota porque durante todo el día la eché de menos.

—¿Qué haces aquí? —preguntó, extrañada. Su voz era suave y la sorpresa en su rostro era evidente.

—Si yo fuera tu no hubiera ni acercado a la ventana —dije tajante. Entré por el pequeño ventanal haciéndola a un lado—, hubiera pensado que era un espíritu chocarrero o un asaltante.

Sasha rodeó los ojos divertida pero no respondió.

—¿Qué haces aquí? —volvió a preguntar. Caminó hasta su cama y se sentó en el borde viéndome con detenimiento; su vista se centró en la parte trasera de mi cuerpo donde escondía mi mano—, ¿Que tienes ahí atrás?, ¿Es comida? —no puede evitar sonreír al ver como se le iluminaba la mirada al pensar que era comida.

Le mostré mi mano, ella parecía más extrañada por lo que miraba.

—¿Son las rosas del pequeño jardín de mi mamá? —enarcó una ceja divertida—. ¿Las has cortado? ¡Va a matarte!

—Sigues siendo igual de curiosa —respondí, y pude ver el sonrojo de sus mejillas; también recordó lo de hace un año.

—Deja de sonrojarme, y dime qué haces aquí y porque cortaste las rosas.

Suspiré con resignación; ella si que era difícil. 

Caminé de lado a lado, había llegado la hora de pedirle perdón así como de decirle todas esas palabras que en el camino pensé decirle pero... estaba en blanco.

Seguía sin encontrar palabras.

—¿Mike?

«Vamos, Mike, di algo», me decía una y otra vez cada que me llamaba.

—¿Mike?, ¿Estás bien?

Cerré mis ojos con fuerza y me giré quedando frente a ella, y aunque no podía verla sabía que me estaba mirando, curiosa.

Así que antes de oírla decir mi nombre, otra vez, dije: —Son para ti... estas rosas; son para ti.

Abrí lentamente mis ojos y pude observar como Sasha me miraba con algo de burla.

—¿Así que... vienes a mi casa a las cuatro veinte de la madrugada solo para arrancar las rosas del jardín de mamá y dármelas a mí? —preguntó con ironía, seguido negó con la cabeza mientras tiraba una risa dulce y las cogía con sus frágiles dedos—. Sí que estás loco.

—Por ti; siempre he estado loco por ti.

Sueños más salvajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora