Capítulo 49

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—¿Crees que las estrellas le den un mensaje por mí?—

[...]

La joven tomó la botella de alcohol con una mano, mirándola unos instantes realmente confundida. Parecía estar intentando descifrar un puzle, aunque lo único que veía era aquel cristal transparente, y el agua ardiente dentro de esta, moviéndose con lentitud y haciendo un sonido muy característico. Dio un gran suspiro, e inclinó la gran botella para dar otro trago, pero el chico ya estaba cansado de tanto puto suspenso y estupidez, así que tomó la botella antes de que esta hiciera contacto con los rosados labios de (Nombre). Esta dejó que la botella fuera retirada de sus manos sin protestar mientras que su mirada se dirigió con rapidez al rubio cenizo, levemente confundida. Este negó levemente, indicando que era momento de parar. Los ojos de la joven volvieron a las estrellas, y se mantuvieron en estas por un tiempo.

Finalmente, y después un largo rato de aquel silencio asfixiante, la joven tomó la confianza suficiente para recargar su cabeza en el hombro del chico, quién sintió en el instante como mariposas comenzaban a revolotear en su estómago y su esponjosa cola comenzaba a barrer el piso de madera al moverse de un lado a otro.

Dios santo. Su corazón se había acelerado con la simple sensación de (Nombre) recargándose en él con calma.

Era evidente. Ella estaba a punto de caer dormida, pero aún había tanto de lo que hablar. Tanto que discutir. Tanto que confesar. Katsuki rogaba a sus adentros que el alcohol no terminara de devastar a la pobre joven. Sabía que apenas podía caminar. Había visto como la chica arrastraba sus pies como si estos pesaran toneladas, tambaleándose de un lado al otro, pero él quería hablar. Estaba ansioso por hablar.

Tenían que discutir todo lo que había pasado. Tenían que arreglar lo que habían roto juntos. Sabía que no era necesario discutirlo en esos momentos, ya que el olor a alcohol opacaba ese agradable olor a vainilla y fresas. Estaba intrigado, ansioso. Nunca había visto una sola botella de alcohol en el departamento, mucho menos en la morada que compartían, y por ello estaba confundido.

(Nombre) no parecía ser muy partidaria de tomar alcohol, y tampoco parecía ser del tipo que disfrutaba el sabor o efecto del aguardiente, pero tal vez se equivocaba. Nunca le había preguntado realmente, así que no estaba seguro si a penas había comenzado a beber o si lo hacía desde hace tiempo.

Tal vez, y solo tal vez aún tenía muchas cosas que descubrir de la chica que ahora descansaba en su hombro. Mierda. ¡Que putamente emocionante!

"¡No! ¡Mierda! ¡No, Katsuki, contrólate estúpido! ¡Aún no arreglan una mierda! ¡Primero arregla todo y luego emociónate por el futuro, imbécil! Tienes que comenzar a--" Antes de que el híbrido pudiera seguir pensando, la chica decidió interrumpir aquella calma.

—¿Crees que las estrellas le den un mensaje por mí?— Dijo al oído del contrario. Su voz, rasposa y casi rota, provocó que cada cabello en el cuerpo de Katsuki se crispara. Diablos que esa chica siempre causará las mismas reacciones en su cuerpo. Le hacía actuar como un maldito niño enamorado.

Sus ojos rubí miraron al cielo, enfocándose en la estrella del norte. La noche era fría. Era oscura. Era casi como su vida antes de encontrar a esa chica, y, en ambos casos, la chica siempre lo salvaba. Esta vez apegándose a él, brindándole calor. Aquella vez, acogiéndolo y llenándolo de amabilidad y bondad la cual solo ella sabría como otorgar.

Siempre que estaban juntos el chico se podía olvidar de todos los problemas de su pasado. Aquellas noches en las cuales tenía que mantenerse despierto porque el maldito frío no lo dejaba dormir, o aquellas otras en las que permanecía en vela, rogando a todos los dioses que lo perdonaran por sus pecados, aquellas otras en las cuales estaba resfriado y rogaba no morir, aquellas otras en las cuales tenía tantas heridas que no podía siquiera pensar correctamente.

Híbrido!  Katsuki Bakugou x tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora