Capítulo 60

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—¿Bailamos?— Pregunto. Su mirada, angelical como todas las otras veces que la había visto, lo miraba de esa manera que extrañaba. Hacía que su pecho se estrujiera, y le recordaba el dolor de casi haberla perdido. Pero ahora estaba ahí, extendiendo su mano derecha hacia él con elegancia y delicadeza. Incluso se había tomado el tiempo de hacerse manicura y pedicura antes de salir. El color, rojo como el deseo, lo estaba volviendo loco. Incluso sus manos eran bonitas. Pudo imaginarse sosteniendo esas mismas manos por el resto de la eternidad. La manera tan perfecta en la que se sentían sobre su cabello, jugando con los mechones rebeldes de este cada mañana.

Cómo se sentían sobre su pecho, recorriéndolo con serenidad, pasando la yema de sus dedos, y la punta de sus uñas por su piel. Le causaba escalofríos. La manera tan encantadora en la que jalaba de esta cuando estaba caminando muy lento por la plaza.

Pero eso no importaba, porque aunque la joven se veía tan emocionada por bailar con él había un problema.

—No sé bailar— Su voz salió más ronca de lo que intendia. Sus orejas, esponjosas como siempre, se escondieron con pena entre su cabello cenizo. No quería verla a los ojos. No quería ver la decepción en su mirada al saber que posiblemente nunca podría bailar con él.

¿Cómo sabría él bailar? Había estado tanto tiempo lejos, alejado del sol. Alejado de la calidez del mundo, un mundo en el que bailar y cantar estaba permitido. (Nombre) tampoco salía a bailar seguido. Por el contrario, no parecía que le gustara. Siempre la había visto en el sillón, tranquila bebiendo café o mirando una película, de vez en cuando leyendo. Nunca pensó que a (Nombre) le gustaría bailar, eso hasta que la miro sacando un vestido floreado de su maleta. La observó con cautela, bailando para ella sola mientras se arreglaba y se maquillaba, emocionada de salir. Se puso unas zapatillas que combinaban con sus aretes y collar, y ahora estaban ahí, en el bar de ese chico araña.

—Lo sé. Por eso tengo que enseñarte lo antes posible.— Dijo ella. Parecía determinada en sus palabras. No había duda ni temor detrás de sus ojos.

—Joder. No quiero hacer el ridículo justo ahora.— Dijo él, aun así tomando la mano de la chica y levantándose de su silla. Estaba nervioso.

—¿Acaso prefieres verme bailando con alguien más?—

Katsuki frunció el ceño, apretando la mano de la joven y jalandola con gentileza más cerca a él. Esa chica sabía exactamente qué estaba haciendo, y a Katsuki no le gustaba.

—Intentas que te encierre en un sótano como en esos libros enfermos, ¿verdad?— Bromeo, haciendo que la joven sonriera. Esa sonrisa gentil llena de diversión que tanto adoraba. Miró a su alrededor por un segundo, había poca gente en la pista de baile, pero la suficiente para que las personas del pueblo no se quedarán viéndolos como los únicos locos que se ponían a bailar, las luces eran de un color cálido, y la música parecía decente. No era nada rápido o lento. Le gustaba el ritmo.

Antes de que siguiera analizando su alrededor, sintió como la chica tomaba su otra mano, colocando una de estas en su cintura, mientras sostenía la otra. Estaban tan cerca que podía sentir la calidez emanando de su cuerpo. Podía oler su perfume.

—No me pises.— Le susurro al oído, entretenida.

Como única respuesta ante eso, Katsuki soltó un gruñido.

—Tendrás tu merecido cuando volvamos a casa— Advirtió, su mano recorriendo con cautela la espalda de la joven, pegando sus cinturas de manera avariciosa. Una sonrisa ladina y orgullosa decoró su rostro por unos segundos, pues sabía muy bien que cumpliría su palabra. La haría arrepentirse de siquiera mencionar a otros hombres. De hecho, haría que su mente sea incapaz de pensar en alguien más que no sea él. Pero eso es para otro capítulo.

Fue un tanto torpe al principio. Gracias a dios no había prometido no pisarla, pues si que lo hizo, aunque solo fueron un par de veces. La chica aguantó como toda una campeona. No hizo ninguna mueca de dolor, y Katsuki agradeció eso. Gracias a dios el rubio aprendía rápido, después de media hora en la pista ya podía manejar las vueltas, tomarla de la cintura y menear sus caderas al compás de la música y de su pareja.

El cabello de la chica se ondulaba, y la acompañaba de manera violenta con cada giro. Había algo tan hipnótico en la manera que sus manos rodeaban su cuello, y cómo su falda caía con elegancia por sus caderas. Algo tan encantador en la manera que reía cada vez que daban un giro. Algo tan agonizante en la manera que no podía besarla, pues estaban en un lugar público.

Si moría, quería morir bailando al lado de esa chica, tomándola de la cintura, mirándola a los ojos y escuchando su risa.

En un mundo sin sol, ni flores, ni música, ni estrellas esa chica sería capaz de brindarle alegría.

En un mundo sin música dejaría que su corazón fuera el compás, y su risa la melodía.

[...]

Sentado en la barra, completamente solo tomando un cóctel sin alcohol, el chico cerraba los ojos lleno de tranquilidad. Lo diría, esa araña era bastante buena haciendo tragos, incluso con recursos limitados, oculto en un pueblito en medio de la nada, el chico había hecho un trago estupendo y sin alcohol. No es ninguna sorpresa que la gente del pueblo lo conozca.

(Nombre) había ido al baño a penas hace un minuto, y habían dejado de bailar hace dos, pues estaban cansados. Cansados de reír y bailar. Seguramente las zapatillas de (Nombre) la lastimaban también. Después le daría sus zapatos.

Disfrutaba de la tranquilidad. Aunque había música, se había asegurado de alejarse de las bocinas lo suficiente para que no sea un problema. Todo parecía pacifico. Eso hasta que una mujer, una desconocida ordenó una bebida a su lado. Tenía un acento fuerte, y ordenó una bebida fuerte también. Había algo en ella. Lo ponía nervioso de una manera que no lograba entender.



Holi, ¿Me extrañaron? Ciertamente lo dudo, desaparecí de la existencia por un largo rato, ¿huh? Y el siguiente semestre también. ¿Qué quieren que haga? Estoy estudiando en la universidad e intento graduarme en tres años. Asi soy, a toda madre. No he ido al gimnasio, no he dormido bien, ni siquiera como bien. Estoy muriendo de una manera o de otra. También estoy olvidando el español, y es un verdadero dolor en el culo.

¡Espero verlas pronto, ya estoy trabajando en el siguiente capítulo!

1105 Palabras

Híbrido!  Katsuki Bakugou x tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora