Capítulo 54

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—Esa fue la razón por la que dije que no te amaba sin siquiera titubear. Por esa misma razón lo repetiré mil veces más si es necesario…—Los ojos zafiro de la joven se alejaron del contrario. No sabía con exactitud qué decir ni hacer, por lo que solo tomó un gran respiro, inhalando y exhalando pesadamente mientras cerraba sus ojos un segundo, intentando relajarse un poco. —Sólo vete Katsuki.— Los orbes zafiro de la joven observaban con calma el suelo, pensando en algo más que decir, o en alguna otra cosa que hiciera que la partida del chico rubio doliera menos, pero no había nada. No había nada que hiciera de aquel encuentro menos doloroso. No sabia como decirle más cosas, y no sabia que palabras usar de ese momento en adelante, porque, literalmente, ese chico le había quitado el aliento con tan solo aparecer de sorpresa en aquella vieja casa.

Entonces, un sonido abrupto la arrastró de vuelta al mundo real, era un golpe. el joven había golpeado la palma de su mano contra la pared, no por ira, sino para impedirle el paso. La había acorralado. Le había quitado cada salida con su propio cuerpo, y no solo eso, también le había quitado el espacio personal que había logrado generar hace unos cuantos minutos con su mano. el cuerpo del contrario era grande y fuerte, y eso se podía notar, incluso a través de la camisa negra que tenía. 

Katsuki estaba inclinado, dejando que sus imponentes ojos escarlata estuvieran a su nivel. No podría mentir, (Nombre) se sentía intimidada por la fuerte y estoica figura del contrario, pero, por alguna razón, sus piernas temblaban. No pudo evitar tragar saliva con anhelo. Era tan… electrizante verlo de aquella manera, y tenerlo tan cerca.

 Ser capaz de oler su colonia, y poder sentir a la perfección la respiración de ambos mezclandose en una era un verdadero castigo… o tal vez premio. “¡Dios santo!” Pensó la joven intentando controlarse “Mira en qué situación estás, no te pongas de esta manera.”

Para ser honestos, a pesar de regañarse a sí misma e intentar ser consciente de los límites y barreras que debía de tener, no pudo evitar sentirse así. No podía evitar que sus piernas flaquearan, y sus mejillas se tiñeran de un contundente color rojo. Había estado una semana sin aquel joven, y ahora que lo tenía tan cercano a ella comenzaba a desearlo nuevamente. Deseaba reponer aquel tiempo que había perdido. Deseaba nuevamente ser rodeada por sus fuertes brazos, y tener el derecho de estampar sus labios con los del contrario. 

Pero solo se quedaría en eso. Sólo se quedaría en deseo. 

Por otro lado, el rostro del contrario se acercó a su oído, en donde su rasposa voz murmuró un claro:

—Puedes repetir cuantas veces quieras que no me amas, pero mientras tengas este anillo— La mano derecha del chico se acercó con lentitud al cuello de la joven, retirando con cuidado un mechón de este--y causando de paso un pequeño choque eléctrico en el cuerpo de la joven--para revelar una pequeña cadena. No se molestó en pedir permiso para jalar de esta, mostrando el colgante. Era ese anillo de oro blanco. Si, la joven nunca se deshizo de él, simplemente se lo había ocultado al mundo. Lo había ocultado de la vista rubí del joven para evitarse problemas, pero, claramente, no lo logró. —No podras convencerme de otra cosa—

La rubia se quedó sin palabras, y únicamente miró el dije llena de enojo. 

—Tuve que tirarlo al lago, justo como tu hiciste— Comentó llena de rabia, volviendo nuevamente a sus mentiras, e ignorando los deseos de su cuerpo y su corazón. 

Si, era lo suficientemente fuerte como para mentirle a la cara al contrario, pero no lo suficiente para hacer lo que Katsuki había hecho. No era suficientemente fuerte para deshacerse de aquel inocente regalo que había hecho. 

No tenía la valentía suficiente para ver como su regalo de amor y desinterés se perdía en el agua oscura de un lago. Nunca podría. Ella había visto con claridad como aquel anillo había sido arrojado al lago, había visto al joven morder su labio inferior lleno de rabia, seguramente intentando no sollozar o seguir gritando de dolor. Lo vio quitar aquel pequeño aro de su dedo anular, y finalmente arrojarlo como si fuera nada más que un simple trozo de basura sin valor. Pero ese anillo tenía valor. Tenía mucho valor para ella. Había gastado una gran parte de su dinero en aquellos anillos para combinar, pero realmente era una prueba de cómo pensaba en él todo el tiempo. Era un regalo meloso y encantador el cual Katsuki no pensó dos veces antes de arrojarlo lejos… Y eso había sido un golpe directo. Mentiría si dijera que no estaba destrozada debido a ello… O bueno, eso hasta que el rubio se apresuró a decir: 

—¡Joder, no! Fue un dolor de culo sacarlo de ahí—   

Dejando a la joven en completa confusión. 

—¿Huh?—

Bakugo suspiro, metiendo la mano en su bolsillo izquierdo y buscando de una manera muy tosca por un par de segundos, sacando de manera violenta aquel anillo, dejándolo a la vista de la contraria. 

¿Huh? ¿Realmente pensaron que había lanzado el primer y más importante regalo que tenía al lago de aquella manera? Digo, si, lo lanzó, en eso no se equivocan, pero ¿por qué dejarlo ahí? Ni que fuera un animal. Digo, técnicamente sí lo es, pero ustedes me entienden. 

Ese anillo no significaba el amor de (Nombre), no realmente. No para él. Ese regalo significaba que estaba fuera. Que era feliz. Que había una vida por delante.

Ese anillo no siempre significaba “aquí conmigo”, de vez en cuando el joven se conformaba con un simple “aqui”. Ese adverbio que se refiere al presente de una persona, o la posición y lugar en el que está. Ese anillo era mucho más que el amor de la mujer que amaba. Ese anillo significaba miles de cosas más para él. Eso lo hacía especial. Estupido sería si dejara que se hundiera de aquella manera solamente por hacer una rabieta. 

Híbrido!  Katsuki Bakugou x tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora